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La película que nadie vio y sirvió para asesinar al embajador estadounidense
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UN FILME QUE DIFAMA A MAHOMA MOTIVA LAS PROTESTAS ISLAMISTAS

La película que nadie vio y sirvió para asesinar al embajador estadounidense

Una vulgar parodia protagonizada por un mediocre Mahoma sirvió de leitmotiv para el ataque este martes al consulado estadounidense en Bengasi que acabó con la vida

Foto: La película que nadie vio y sirvió para asesinar al embajador estadounidense
La película que nadie vio y sirvió para asesinar al embajador estadounidense

Una vulgar parodia protagonizada por un mediocre Mahoma sirvió de leitmotiv para el ataque este martes al consulado estadounidense en Bengasi que acabó con la vida del embajador norteamericano en Libia y tres empleados más de la misma nacionalidad.  Según el Gobierno libio, un grupo de asaltantes disparó contra la legación y la reacción de los guardias de seguridad avivó las protestas, que acabaron con el edificio en llamas y la muerte del primer diplomático estadounidense en el extranjero desde 1979.

Desde la muerte del coronel Muamar al Gadafi, las milicias armadas campan a sus anchas en Libia y las fuerzas de seguridad apenas pueden hacer frente al poderío de estas redes tribales. El Ministerio del Interior libio culpó del asaltó a criminales leales a Gadafi, aunque reconoció que la protesta venía motivada por una polémica película realizada en Estados Unidos.

El filme es una sátira de lo más pueril de la vida de Mahoma, que no sólo viola la prohibición islámica de representar al profeta, sino que lo ridiculiza hasta el extremo. En el extracto de 14 minutos que circula por Internet, Mahoma aparece practicando sexo con varias mujeres. Su imagen es la de un hombre sanguinario, testarudo, ignorante, extorsionador y dócil ante sus amantes. Una caricatura incendiaria con una producción tan poco profesional como esperpéntica, que ha logrado exaltar los ánimos en unos países donde los códigos civiles permiten castigar con penas de cárcel a quien insulte a la religión. 

Esta misma película motivó también las protestas que se produjeron el mismo día en El Cairo. Al grito de “Alá es grande”, una veintena de personas se encaramaron a uno de los muros exteriores de la embajada estadounidense y sustituyeron la bandera de barras y estrellas por una enseña negra, que utilizan tradicionalmente los grupos yihadistas, con el lema de “No hay más Dios que Alá y más profeta que Mahoma”.

Entre gritos antiimperialistas y antiamericanos, varios miles de manifestantes apuntaban a la divulgación de una película, que sin embargo nadie parecía haber visto. Ninguno era capaz de dar el nombre de la cinta, aunque poco a poco comenzaron a propagarse los rumores. Los elementos de la sospecha eran el “lobby judío”, Estados Unidos, el pastor californiano Terry Jones -famoso por incitar a quemar el Corán- y los coptos, la minoría cristiana que convive en Egipto junto a la mayoría musulmana.

Los medios egipcios y estadounidenses comenzaron a revelar informaciones contradictorias sobre la procedencia de la película, aunque finalmente se produjo la cuadratura del círculo. Un cineasta estadounidense-israelí, llamado Sam Bacile, había producido la película La inocencia de los musulmanes gracias a los cinco millones de dólares que habrían donado un grupo de empresarios judíos. Maurice Sadeq, un copto radicado en Estados Unidos, también estaría implicado en la producción de la cinta, mientras que el pastor evangelista habría ayudado a su divulgación.

Las redes sociales y las televisiones salafistas

En realidad no está claro si se ha llegado a exhibir de forma completa en Estados Unidos y, en caso de que así fuera, su difusión ha sido mínima. Su exposición en la Red y la emisión de algún fragmento en los canales salafistas, que abundan en Egipto y emiten por satélite para el resto de países árabes, constituyen el único material al alcance de estos manifestantes que eligieron el aniversario del 11 de septiembre para llevar sus protestas a las embajadas norteamericanas.

El director, que se encuentra escondido según publica el Washington Post, asegura en una entrevista telefónica al diario norteamericano que su intención era realizar una película política condenando la religión. “El islam es un cáncer”, ha declarado según estas informaciones, al comprobar las consecuencias que ha tenido.

No es la primera vez que ocurre un episodio de este tipo. En 2005, la publicación en el periódico danés Jyllands-Posten de unas viñetas de Mahoma en las que aparecía caricaturizado como un terrorista se convirtió en polémica de Estado con los países musulmanes. Y más reciente es el episodio del propio reverendo Jones, que en 2011 cumplió su amenaza de quemar en público un ejemplar del Corán, lo que desencadenó una protesta en Afganistán que se saldó con la muerte de siete trabajadores de la ONU.

Reacciones controvertidas

El Gobierno libio ha pedido disculpas a Estados Unidos por el acto “criminal y cobarde” que ha segado la vida de su embajador, aunque también ha asegurado que condena “con rotundidad cualquier ofensa contra el Islam y contra el profeta”. En Egipto, donde no se han registrado muertos ni heridos, el mensaje ha sido más bien a la inversa. Aunque las autoridades han lamentado los sucesos en Libia, el Gobierno egipcio ha pedido a Estados Unidos que tome medidas contra los autores del “inmoral y ofensivo” vídeo, mientras el movimiento de los Hermanos Musulmanes ha convocado mañana una manifestación para garantizar la protección del Islam.

La respuesta de Barack Obama también ha suscitado críticas en Estados Unidos, ya que en un primer momento la legación norteamericana en El Cairo publicó un comunicado en el que lamentaba “los intentos de algunas personas de dañar los sentimientos religiosos de los musulmanes”. Tras varios mensajes de la secretaria de Estado, Hillary Clinton, Obama aseguró en público que “se hará justicia” contra los criminales. Una actitud dubitativa que aprovechó su rival en las próximas elecciones presidenciales, Mitt Romney, que ha calificado la respuesta de “vergonzosa”.

La Casa Blanca anunció que desplegaría marines a Libia, mientras reforzaba la seguridad en sus dependencias. Junto a la embajada norteamericana en El Cairo, permanecía acampado anoche un pequeño grupo de salafistas, que reclaman desde hace meses la liberación del jeque ciego Omar Abdel Rahman, condenado en Estados Unidos a cadena perpetua por intentar atentar contra el World Trade Center en 1993. Un desafío latente que distintos corrillos de barbudos intentaban prender de nuevo, esta vez sí, frenados por la presencia policial.

Una vulgar parodia protagonizada por un mediocre Mahoma sirvió de leitmotiv para el ataque este martes al consulado estadounidense en Bengasi que acabó con la vida del embajador norteamericano en Libia y tres empleados más de la misma nacionalidad.  Según el Gobierno libio, un grupo de asaltantes disparó contra la legación y la reacción de los guardias de seguridad avivó las protestas, que acabaron con el edificio en llamas y la muerte del primer diplomático estadounidense en el extranjero desde 1979.