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La UE vuelve a asomarse al precipicio con el 'no' de Irlanda al Tratado de Lisboa
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La UE vuelve a asomarse al precipicio con el 'no' de Irlanda al Tratado de Lisboa

El 'no' irlandés al Tratado de Lisboa vuelve a colocar a Europa ante el vacío, justo en el peor de los momentos, con la crisis económica

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La UE vuelve a asomarse al precipicio con el 'no' de Irlanda al Tratado de Lisboa

El 'no' irlandés al Tratado de Lisboa vuelve a colocar a Europa ante el vacío, justo en el peor de los momentos, con la crisis económica instalándose en los hogares y el descontento de los europeos creciendo. Las reformas internas que la UE persigue desde hace más de un lustro, con el fin de agilizar sus mecanismos de decisión y aumentar su peso e influencia en el mundo, tendrán que seguir esperando.

Basta que un país rechace la ratificación para que el nuevo tratado europeo, que pretende mejorar el funcionamiento de la Unión ampliada, no pueda entrar en vigor. Ésta es la primera consecuencia concreta de lo ocurrido en Irlanda. Pero todavía es pronto para certificar la muerte del Tratado de Lisboa, heredero de la malograda Constitución europea, como se han apresurado a hacer algunos militantes del 'no' dentro y fuera de Irlanda. "No ha muerto. Todavía está vivo", ha afirmado en rueda de prensa en Bruselas el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durâo Barroso.

El jefe del Ejecutivo europeo no ha podido dar ninguna pista sobre cómo reanimar al tratado, pero ha urgido a todos los estados miembros que aún no lo han hecho (8 de 27, incluida España) a seguir con el proceso de ratificación. Es la única manera de obtener, ha dicho, "una fotografía completa" de la situación.

El llamamiento se dirige sobre todo, sin nombrarlos, a los gobiernos del Reino Unido y la República Checa, y en menor medida a Suecia y Dinamarca, todos ellos sujetos a fuertes presiones internas de una población muy euroescéptica. Si estos países optan por suspender la ratificación parlamentaria, el Tratado de Lisboa sí que habrá muerto definitivamente y la crisis será entonces muy profunda.

La clave la tiene Gordon Brown. Sobre el "premier" británico van a arreciar las presiones para que convoque un referéndum o suspenda la ratificación, ahora que los vecinos irlandeses han rechazado el tratado.

Llueve sobre mojado

El presidente de turno de la Unión, el primer ministro esloveno Janez Jansa, ha recordado que "no es la primera vez" que un tratado europeo ha de hacer frente al rechazo de la ciudadanía y que la UE siempre ha terminado por encontrar una solución.

El "no" danés al Tratado de Maastricht en 1992 se esquivó concediendo a Dinamarca una serie de exclusiones que permitieron repetir el referéndum; el "no" irlandés al Tratado de Niza en 2001 se resolvió ofreciendo a los irlandeses "aclaraciones"; y el "no" de franceses y holandeses a la Constitución en 2005 se pudo superar rebautizando el Tratado constitucional como Tratado de reforma.

En los dos primeros casos hubo segunda consulta y en el tercero una renegociación limitada. Ahora, cualquiera de esas dos vías resulta complicada, al menos a corto plazo.

Se abre, pues, un período de parón inevitable y los gobiernos y el funcionariado europeos se ven forzados a distraer nuevamente su atención de los problemas ciudadanos inmediatos para buscar una salida al atolladero jurídico e institucional.

La cumbre de jefes de estado o gobierno de la semana que viene, que tenía muy arriba en su agenda la cuestión de los precios de los alimentos y los carburantes, tendrá que abordar inevitablemente el fracaso del tratado. El primero que tendrá que "retratarse", en palabras de un diplomático, es el "taoiseach" (primer ministro irlandés), Brian Cowen, quien deberá presentar a sus socios su explicación sobre lo sucedido.

Barroso ha declinado toda responsabilidad de Bruselas en el fiasco ("No es información lo que ha faltado", dijo) y ha reconocido que algunos de los argumentos de los partidarios del "no" habían sido "muy poderosos". Según su interpretación, los irlandeses "no han dicho 'no' a Europa", sino todo lo contrario.

Y ha recordado lo persuasivo que resultaba uno de los eslóganes del "no": "Europa ha sido muy importante para Irlanda, sigamos pues así. Vota "no" a Lisboa".

El 'no' irlandés al Tratado de Lisboa vuelve a colocar a Europa ante el vacío, justo en el peor de los momentos, con la crisis económica instalándose en los hogares y el descontento de los europeos creciendo. Las reformas internas que la UE persigue desde hace más de un lustro, con el fin de agilizar sus mecanismos de decisión y aumentar su peso e influencia en el mundo, tendrán que seguir esperando.