Quería demostrar sus habilidades al volante y presumir ante sus amigos grabando su 'hazaña' en vídeo, pero las consecuencias de su imprudencia pueden haberle costado muy caro. De momento no se conoce el estado de salud del integrante del vehículo, pero como mínimo el susto no se lo quita nadie.

Y es que esos son los riesgos de juntar tres imprudencias a la vez. Por un lado, conducir a 170 kilómetros por hora en una autopista, por el otro, soltar las manos del volante y por último grabar toda la escena con su smartphone. Esperemos que los daños no hayan sido graves, pero lo cierto es que la ocurrencia de este chico ruso debería ser estudiada en las autoescuelas como ejemplo de lo que nunca se debería hacer y cómo evitar accidentes tontos.