Las fincas rústicas han entrado lleno en el radar inversor. Se trata de activos que, aunque han corregido sus precios tras el estallido de la crisis, no lo han hecho con la misma virulencia que ha sacudido al resto del ladrillo.
Se trata de inmuebles rurales para explotaciones agrícolas y ganaderas. No se pueden destinar a la explotación inmobiliaria. Es decir, no puede adquirirse un terreno rústico para realizar una promoción residencial, para levantar bloques de viviendas, salvo, claro está, que la Administración correspondiente recalifique el terreno.
Al tratarse de un activo muy particular, ha despertado el interés de inversores muy específicos. "Los interesados no suelen ser gente de la zona como ganaderos o agricultores que quieren sacar más partido a su actividad agrícola o ganadera. Sino que vienen de fuera. De España, pero también del extranjero.
Fotos: Gilmar.