El afán de cualquier fotógrafo es inmortalizar un momento histórico, congelar una escena que con el paso del tiempo sirva como un testimonio gráfico para futuras generaciones. Resulta curioso que estos trece fotógrafos no eran conscientes de que serían los últimos en retratar a estos personajes carismáticos, no podían imaginar que el valor de su imagen se iba a multiplicar exponencialmente porque asistían con su cámara a los últimos días de vida de sus protagonistas.