El ser humano puede pensar mejor que un ordenador, pero no tanto ni tan rápido. Por ese motivo no es de extrañar que hayamos cedido tareas como el cálculo a estas máquinas capaces de multiplicar en menos de un segundo lo que a nosotros nos llevaría minutos enteros.
A lo largo de la historia algunos ordenadores han conseguido derrotar al ser humano en tareas que se consideraban imposibles de dominar para un dispositivo electrónico. Ajedrez y Go son dos de los ejemplos en los que la carne ha caído en favor del metal.