De Venecia a Australia pasando por Japón: lugares tranquilos para olvidar el estrés

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La traducción de su nombre al castellano lo dice todo: Jardín de Ninfa. Con este bonito calificativo, la naturaleza une sus llamativos colores en un lugar donde el silencio es lo más cotizado. La entrada a este Monumento Natural de la región del Lazio cuesta 12 euros (billete de adulto) (Flickr/Sunshlnecity)
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40.000 columnas de basalto serán tu único compañero (si tú quieres) en la Calzada de los Gigantes (Irlanda). Declarado Patrimonio de la Humanidad en 1986, este lugar está repleto de leyendas relacionadas con su historia (Flickr/Udrl)
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El laberinto de Villa Pisani (cerca de Venecia) se construyó en 1720, pero a día de hoy se conserva a la perfección. Compuesto de nueve círculos concéntricos, el recorrido termina en una torre central coronada con una estatua de Minerva desde la que se observa el laberinto (Flickr/Guido Andolfato)
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El camino hasta la Glastonbury Tor –Colina de Glastonbury, en Somerset, Inglaterra– invita a la tranquilidad y el relax. Coronada por la Torre de San Miguel, la cuesta que da acceso hasta este paraje único es ideal para meditar en soledad (Flickr/Digital Express)
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El de Highgate es uno de los cementerios con la arquitectura funeraria más destacable del norte de Londres. Entre sus lápidas puede encontrarse la de Karl Marx, que puede visitarse pagando una entrada de 4 libras (5,50 euros). Un lugar no apto para coimetrofóbicos (Flickr/Sarah A.)
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El Jardín Majorelle es uno de los lugares más visitados de Marruecos. Cuarenta años se necesitaron para completar la construcción de este paraje mágico que, entre coloridas paredes y susurrantes fuentes, permite olvidar el estrés de la gran ciudad (Flickr/Claire Andre)
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Un tramo de 243 kilómetros de carretera en Victoria (Australia), con un paisaje tan espléndido como el de la imagen. El mar puede ser el único acompañante en un viaje donde la naturaleza se mezcla con el asfalto en perfecta armonía. Construido por soldados combatientes entre 1919 y 1932, esta carretera es el mayor monumento en memoria de los fallecidos durante la Primera Guerra Mundial (Flickr/Square Tea)
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Aunque no es apto para alérgicos, un recorrido entre los cerezos en flor de Japón es un espectáculo natural que no hay que dejar escapar. Es tradicional que los japoneses se cobijen bajo estos árboles para comer y pasar el día con familia o amigos (Reuters)
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Aunque siempre está repleto de turistas, el Mont Saint Michel ofrece pequeños escondites donde encontrarse con uno mismo mirando a la lontananza. En la abadía benedictina que corona su parte más alta hay ventanas con increíbles vistas (Reuters)
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Es el campo santo más visitado de Buenos Aires (Argentina) por sus imponentes mausoleos y bóvedas. Los paseos entre sus nichos y tumbas son frecuentes entre los bonaerenses y turistas, que encuentran en el cementerio de Recoleta un lugar donde apreciar la soledad (Flickr/Hernan Senki)
"Qué descansada vida la del que huye del mundanal ruido", escribió el poeta Jorge Manrique. El estrés que nos persigue puede quedar relegado al olvido en lugares tan especiales como los que propone a continuación 'El Confidencial'. Un laberinto natural, jardines botánicos o kilómetros de carreteras junto al mar para olvidar la rutina y conectar con los propios pensamientos
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