Roberto Miguel Gil, de 43 años, dueño de una empresa de muebles, es el guía perfecto para dar una vuelta por los alrededores de Andorra (Teruel). Es presidente de la patronal de empresarios y conoce a todo el que ha intenado montar un negocio en este pueblo de poco menos de 8.000 habitantes en el despoblado norte de Teruel.
Acompaña a El Confidencial en un recorrido por los polígonos semivacíos o en ruinas de Teruel y da pinceladas de las historias que esconde cada nave abandonada. Porque donde se levantaron fábricas y plantas, ya no hay actividad; y la gran térmica de carbón de Endesa que reina en la zona tiene los días contados. El humo para los vecinos es trabajo y prosperidad desde hace 40 años pero para los ecologistas y la Comisión Europea es una bomba retardada del cambio climático que conviene ir desactivando.