San Sebastián: arquitectura, edificios y otros tesoros que se esconden tras sus playas

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Palacio de Miramar
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Palacio de Miramar

El edificio se inauguró en 1893 como residencia de veraneo para la Familia Real y se erigió bajo el mando del arquitecto inglés Seldon Wornum siguiendo el estilo 'cottage' inglés Reina Ana. La propia reina María Cristina eligió a Wornum para su construcción, un hombre que también se encargó de levantar varios edificios en Biarritz y San Juan de Luz. Al margen del ladrillo y la piedra arenisca que marcan la personalidad del edificio, destacan también sus jardines, diseñador por Pierre Ducasse. Hoy en día está abierto al público y en él se celebran los Cursos de Verano de la Universidad del País Vasco y es el Centro Superior de Música de la comunidad. Situado entre las playas de la Concha y Ondarreta, el edificio se encuentra en la mitad de la bahía donostiarra.
Palacio de Congresos Kursaal
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Palacio de Congresos Kursaal

En 1973 se convocó un concurso para adjudicar un auditorio y un palacio de congresos y el ganador fue el arquitecto Rafael Moneo con el proyecto "dos rocas varadas", cuyo objetivo es el de "perpetuar la geografía y, en la medida de lo posible, subrayar la armonía entre lo natural y lo artificial". La obra consiste en dos cubos de cristal traslúcidos deformados que por la noche llaman la atención de los viandantes gracias a la posibilidad de personalizar la iluminación de su fachada y poner mensajes en la misma. El edificio ha sido distinguido con el Premio de Arquitectura Contemporánea Mies van der Rohe.
Puente de Zurriola
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Puente de Zurriola

El río Urumea recorre la ciudad desde el barrio de Loiola hasta la desembocadura en el Cantábrico, contando con siete puentes para cruzar de un lado a otro. Entre los mismos destacan el del María Cristina, el de Santa Catalina y el de Zurriola. Este último es el más próximo a la desembocadura y se encuentra junto al Palacio de Congresos Kursaal, destacando en el mismo las farolas estilo Art Decó diseñadas por Víctor Arana.
Ayuntamiento de San Sebastián
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Ayuntamiento de San Sebastián

El 1 de julio de 1897 se inauguró el edificio como sede del Gran Casino de San Sebastián, reuniéndose en sus salones los políticos y escritores más destacados de la época que se trasladaban hasta la ciudad vasca para veranear. De esta manera, el edificio se convirtió en un referente de la Belle Epoque hasta 1924, cuando dejó de funcionar como casino. El  20 de enero de 1947 pasó a convertirse en el Ayuntamiento de la ciudad, con la Parte Vieja a sus espaldas y los jardines de Alderdi Eder al frente.
Teatro Victoria Eugenia
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Teatro Victoria Eugenia

Obra del arquitecto Francisco de Urcola, fue inaugurado en 1912 y desde entonces se convirtió en el centro de la vida cultural donostiarra. Hasta 1999 se celebraban en el mismo las ediciones del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, estrenándose en el mismo películas como 'Con la muerte en los talones', de Alfred Hitchcock.  El teatro es de estilo neorrenacentista español y neoplateresco, inspirándose su exterior en el palacio de Monterrey de Salamanca. Su fachada principal cuenta con varios bustos que representan personalidades vascas de la época.
Hotel María Cristina
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Hotel María Cristina

Se construyó al mismo tiempo que el Teatro Victoria Eugenia y no tardó en convertirse en el favorito de la aristocracia de la Belle Epoque. Es obra del arquitecto francés Charles Mewes, famoso por haber diseñado varios de los hoteles de la cadena Ritz, entre ellos el de Madrid. El edificio tuvo un papel destacado durante la Guerra Civil, ya que los rebeldes del bando nacional se cobijaron en él cuando los republicanos consiguieron recuperar la ciudad, produciéndose en el mismo un importante enfrentamiento que acabó con la derrota de los sublevados. Todavía hoy se pueden ver las cicatrices que dejó aquella batalla en la fachada del edificio.
Iglesia de San Vicente
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Iglesia de San Vicente

Se trata del templo más antiguo de la ciudad y está ubicado en la Parte Vieja. Fue construido siguiendo el estilo gótico en la primera mitad del siglo XVI bajo la dirección de los maestros canteros Miguel de Santa Celay y Juan de Urrutia. Se trata de un templo de planta rectangular de tres naves con crucero. Un edificio que presenta además gruesos contrafuertes y cuatro rosetones. Un aspecto que tiende a sorprender a los visitantes es su interior, ya que su diseño choca con el de la fachada debido a las muchas obras que se han hecho a lo largo de los años. En este sentido, cabe señalar el retablo de San Vicente con el que cuenta, diseñado por Ambrosio de Bengoechea.
Basílica de Santa María del Coro
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Basílica de Santa María del Coro

Se trata de un templo de estilo barroco terminado en 1774 que cuenta con elementos góticos, churriguerescos y neoclásicos en el que destaca su pórtico con elementos rococó. Su fachada la preside una escultura de San Sebastián Mártir y es conocida también por el retablo mayor dedicado a la Virgen del Coro. Otro aspecto del edificio que tiende a impresionar a los visitantes es el órgano de Cavaillé-Coll, instrumento que cuenta con 2.366 tubos. El edificio lo forman una planta de salón, tres naves y un presbiterio semicircular cerrado con bóveda de horno.
Plaza de la Constitución
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Plaza de la Constitución

Es el corazón de la Parte Vieja y destacan en la misma los coloridos balcones con números, ya que en el pasado se celebraban en el mismo funciones taurinas. Hoy en día, sin embargo, es conocida porque es en ella donde tiene lugar la izada y arriada de bandera el 20 de enero, día de San Sebastíán. La plaza se remonta al año 1817 y es obra del arquitecto Pedro Manuel de Ugartemendia, conocido por ser una de las personas más destacadas en la reconstrucción de la ciudad tras el incendio del año 1813. Se trata de una construcción de estilo neoclásico, compuesta por una planta rectangular rodeada de fachadas de la misma altura y estilo.
Paseo de la Concha
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Paseo de la Concha

Une las playas de Ondarreta y La Concha, comenzando en el monte Igueldo y terminando en el monte Urgull. Se trata del recorrido más característico de la ciudad y en el mismo destaca la famosa barandilla blanca y sus farolas, obra de Juan Rafael de Alday, quien también diseñó los dos obeliscos en los que posteriormente se colocaron un reloj y un barómetro. Fue en 1910 cuando Alday comenzó la remodelación del Paseo de La Concha, pero no se inauguró hasta 1916.
Otras joyas de la ciudad
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Otras joyas de la ciudad

San Sebastián cuenta, además, con otros pequeños tesoros tales como el palacio de Aiete, la Perla, el Buen Pastor o el funicular.

Aunque la capital guipuzcoana es conocida por sus tres playas, son varios los edificios emblemáticos que esconde San Sebastián y que merecen mención aparte. En esta galería se explica la arquitectura e historia de diez de ellos, pero cabe señalar como punto en común dos momentos históricos que marcan el estilo de la ciudad.

[Qué ver en San Sebastián]

En primer lugar, el incendio que tuvo lugar el 31 de agosto de 1813, en el contexto de la guerra de la independencia contra las tropas napoleónicas, un desastre del que solo se salvaron dos parroquias y un puñado de casas. Fue entonces cuando los vecinos de la ciudad se reunieron a las afueras y decidieron reconstruir la ciudad.

En segundo lugar, destaca el papel de la reina María Cristina, quien comenzó a veranear en San Sebastián en 1893 poniendo así a la ciudad de moda entre la aristocracia española. De esta manera, comenzaron a construirse varios edificios majestuosos marcados por el estilo francés. En honor a la segunda mujer de Alfonso XII recibe el nombre el hotel homónimo, uno de los favoritos de la Belle Epoque, que fue diseñado por el arquitecto Charles Mewes –quien también diseñó el famoso Ritz de Madrid–.

Todos los encantos de San Sebastián son disfrutados por los miles de visitantes que cada año acuden a disfrutar del Festival Internacional de Cine de la ciudad, así como de su exquisita gastronomía. En cuanto a los fogones se refiere, la capital guipuzcoana es famosa por sus 'pintxos', muestras de sabrosa creatividad culinaria en miniatura acompañadas de ‘zuritos’ (dosis de cerveza inferiores a una caña) o ‘txikitos’ (vasos de vino pequeños).

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