Han pasado tres años y aunque no hay nadie en el planeta que se odie más que ellos, se echaban de menos como los polos positivos y negativos de una pila. Rangers y Celtic volvieron a jugar después de demasiado tiempo, recuperando uno de los derbis más importantes de la historia del fútbol. Hampden Park estuvo a rebosar para ver ganar a los católicos sobre su enemigo protestante, que sigue sufriendo por las categorías inferiores del fútbol escocés. Son segundos en la segunda división escocesa y las esperanzas para subir este año son escasas. El Old Firm de siempre tendrá que esperar, entonces, a otros cruces coperos o a un futuro ascenso del Rangers.