La construyó Mies van der Rohe a mitad del siglo XX y pasa por ser una de las casas más icónicas del siglo XX, aunque para su primera dueña -la doctora Edith Farnsworth- fue una pequeña pesadilla doméstica. Hablamos de la casa Farnsworth (Plano, Illinois) cuya conflictiva construcción será ahora la base de un filme de Hollywood protagonizado por Jeff Bridges y Maggie Gyllenhaal.
Si bien la casa deslumbra por cuestiones arquitectónicas -su planta diáfana, sus enormes cristaleras y su comunión con la naturaleza- Van de Rohe y Farnsworth chocaron en los tribunales por motivos tan mundanos como el precio final (el genial arquitecto se pasó bastante de presupuesto), la permanente amenaza de inundación cada vez que el río se desbordaba (algo que ha ocurrido en varias ocasiones), el enorme gasto en calefacción y, en definitiva, la dificultad para habitar un casa tan estética y cerebral que llevó a su dueña a caer en un estado a mitad de camino entre la melancolía vital y la impotencia doméstica; algo así como: vale, la casa es muy bonita, pero aquí no hay quién viva.