Quién podía imaginar que una distinguida dama inglesa, culta, educada, relacionada con científicos y artistas y felizmente casada con un importante jurista cambiaría los salones de té por el interior de un granero, atrapada por la pasión de la fotografía. Julia Margaret Cameron tenía 48 años de edad cuando su hija y su yerno le regalaron una cámara y desde entonces lo que parecía un sencillo hobby la convirtió en una de las fotógrafas artísticas más eminentes del siglo XIX.
Hoy la Fundación Mapfre ha inaugurado una exposición con cien instantáneas de la autora que hizo del estilo desenfocado y ajado su seña de identidad.