'Varietés', el género que puso carne (y color) a España

P. Campos

'Naja's Comediants. Contorsionistas', Paul Koruna, París.

'Encarnita Linares, estrella frívola de la canción moderna', E. Rodríguez, Madrid.

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18/10/2015 05:00 - Actualizado: 19/10/2015 20:19

Brillaban mucho menos de lo que debían (y simulaban). Formaban parte de la 'otra' cultura española. La popular y marginal que se dejaba ver en cabarets, circos, rings y teatros reivindicando la frivolidad y lo efímero. La Fábrica publica 'Varietés', un recorrido visual que rinde homenaje al género de variedades español a través de 250 fotografías que van desde principios del siglo XX hasta los años setenta.

Llegado desde Francia, las variedades fueron un auténtico fenómeno en España. Aupado por el éxito del cuplé, las variedades encontraron un hueco (y no sólo entre los hombres) en un mundo que empezaba a abrirse. Números musicales, malabares, humor, magia... derivaron en eclosión de la revista en los años veinte. Con la Guerra Civil y la dictadura, y la censura, los corsés vuelven al género. Tanto es así que las faldas se alargan, los escotes no dejan ver nada y las siluetas ajustadas pasan a mejor vida.

Las variedades dan paso al mundo folclórico durante los años más grises de España y se funden con la revista y las vedettes para ejercer de medicina liberadora. Es la época de teatros portátiles como el de Manolita Chen, donde muchas mujeres y homosexuales señalados por la moral castradora de la época encontraron un refugio.

Los años cincuenta cambian el panorama gracias al aumento del turismo y en los setenta la rigidez pasa al olvido y vuelve lo kisch, aterrizan las plataformas, el exceso barroco y se abre el camino a la desnudez, que llegaría tras la muerte de Franco. Además de recorrer la evolución del género, este libro también pone el foco en los fotógrafos que ayudaron a darle publicidad, desde Gyenes hasta Vicente Ibáñez o Pérez de León.

"Varietés' es la historia del destello efímero y del fracaso inherente a esta manera de entender el espectáculo. Es un homenaje a tantas personas pertenecientes a un mundo que se extingue, en el que la ilusión y la magia de la noche recobraban, reclamaban, una fuerza tan bella como fugaz: un mundo del que apenas quedan restos y al que es difícil seguir la pista", asegura Rafa Doctor, director del libro junto a Juan Sánchez, en el prólogo.