El desagüe traga legañas, secreciones nocturnas, pesadillas, los restos del sueño que resbalan con el agua de la ducha que nos vuelve a convertir en la persona que afronta un nuevo día. El aseo, el baño diario, la limpieza del cuerpo como tarea higiénica y mecánica, pero también como momento de intimidad personal, de espacio y tiempo. Con El Aseo. El Nacimiento de la intimidad, el museo Marmottan-Monet repasa una temática poco estudiada en el mundo del arte y a la que jamás se había dedicado una muestra de envergadura.
A lo largo de los siglos, los ojos del artista han interpretado y representado el momento del aseo como un ritual amoroso, de fertilidad, o como excusa para retratar el cuerpo de la mujer, el movimiento, la luz y las formas. Pero el momento del baño también ha sido testigo mudo, con el paso de los años, de los cambios en los usos y costumbres de la sociedad.