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Cristina García Rodero
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Cristina García Rodero

La niña de las eras, como llama Cristina García Rodero a esta foto, es una imagen especial. “Representa la ternura y la dulzura”, dice quien posee un trabajo antropológico con su cámara. Cuatro décadas entre tradiciones laicas y religiosas. En esta imagen la tradición es el trabajo. Era un día en que todo estaba saliéndole mal hasta que se encontró con esta madre y su hija, a quienes pidió permiso para pasar un rato con ellas y retratarlas. “La madre aventaba el garbanzo y la niña aprendía”. Fue una tarde feliz. Al anochecer llegó el padre, metieron los garbanzos en sacos y los cargaron a los lomos de los burros. Y se fueron. “La niña era como un pajarito y no paré de hacer fotos hasta que se quedó dormida. Quiero mucho esta foto por la placidez. El mayor regalo que se me puede hacer es permitirme estar con ellos y que se olviden de mí”. Resulta imposible.
Rafael Navarro
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Rafael Navarro

Viajar a París para fotografiar desnudos en movimiento y volver con los negativos guardados y sin positivar las copias es una experiencia que deja huella. Rafael Navarro empezó a fotografiar en 1975 y aunque ya bajó de aquel coche que le llevó al otro lado de los Pirineos para poder trabajar en libertad, su trayectoria arrancó en un momento en el que había que romper las normas de la dictadura. Quizá esa necesidad de reivindicarse le llevase a utilizar la imagen como un reflejo de sentimientos y emociones. “Utilizo la fotografía para expresar mis ideas. También es testimonio, pero subjetivo. El buen periodista aspira a la objetividad, yo no. Yo me miro el ombligo”, dice sin orgullo. Involución, de 1976, es el título de su elegida, donde refleja los cambios políticos al utilizar la película como si fuera una cárcel que encierra a la mujer. “Nuestra vida es en blanco y negro, luz y oscuridad. Me interesa la dualidad”, añade.
Gervasio Sánchez
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Gervasio Sánchez

La Historia no para. Un acontecimiento sólo es un punto y seguido al que sigue otro. El periodista los recoge, como el barrendero del tiempo que amontona las porquerías de los demás. Mira, pregunta y marcha, pero qué pasa con los protagonistas de esa historia a la que ha sido invitado. Gervasio Sánchez defiende un periodismo que documenta en tiempo real, pero no olvida. Así es Vidas minadas, un proyecto que se extiende sobre su propia vida desde hace 16 años. Durante ese tiempo ha sido el cómplice de la superación del bosnio Adis Smajic, entre otros, a quien vemos en la foto con su mujer. Le conoció con 13 años, destrozado por una mina. Este verano ha estado con su hija de 14 meses. “Un periodista debe tener claro que lo que le pasa a él no es lo importante, que el proyecto hay que continuarlo hasta el final y que por encima de su propia carrera está el pudor”. Lección: pudor sí, poder no.
Joan Fontcuberta
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Joan Fontcuberta

Es un fotógrafo atípico, pero es una figura capital en la evolución de la fotografía. Joan Fontcuberta, Premio Nacional de Fotografía y Premio Nacional de Ensayo, supedita toda creación al concepto. Cada idea, cada proyecto debe requerir una artesanía y unas condiciones propias. “Para mí no hay recetas ni metodologías. Uno no puede ser presa de su estilo, que es una prisión estética. El estilo es un asunto caduco porque estrangula los conceptos”, explica. Fontcuberta cree en la intención del artista como síntoma que prevalece sobre los materiales y recursos que se utilizan. Por eso “se puede ser científico y fotógrafo al tiempo, y utilizar cualquier lenguaje que esté a mano”. “El arte tiene que ver con las intenciones y los objetivos, la técnica con los recursos”, añade. Quizá por eso la inteligencia es la cualidad que más valora en un fotógrafo. Ha elegido la foto Micostrium Vulgaris, de la serie Fauna (de 1985).
Carlos Pérez Siquier
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Carlos Pérez Siquier

Que es un fotógrafo sin caducidad lo demuestran las palabras que escribió el fotógrafo de referencia, Martin Parr, en la revista de Fotocolectania: “Comprender mejor una de las colecciones menos valoradas pero más originales de la fotografía española de la posguerra”. El británico no había visto nunca el trabajo de Carlos Pérez Siquier (22 años mayor que Parr), a pesar de ser un claro precedente de sus fotos. “Soy un fotógrafo callejero”, dice, a lo que habría que añadir “y almeriense”. Ha vivido épocas muy diferentes, con trabajos distintos, del blanco y negro de la posguerra en el barrio de La Chanca, a las playas de la llegada masiva del turismo con colores rompedores. De ahí que los críticos hayan visto en su azul un “azul Siquier”. Es un mirón de la vida en todas sus manifestaciones, muy influido por el Mediterráneo: “El mar está presente en los exteriores y los interiores”.
Rafael Trobat
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Rafael Trobat

La invisibilidad sólo es posible con presencia. Un fotógrafo termina desapareciendo cuando los protagonistas de la escena terminan por olvidarle. Disolverse a la vista de todos. Rafael Trobat se camufla con la complicidad del que actúa para sorprender al que mira. “Lo más importante de una foto es que tenga una carga emotiva fuerte, que te toque, que no sea sólo bonita”, explica. La sorpresa es importante para mover las emociones del espectador, por eso hay locura, pasión, intensidad en la realidad de la que se hace testigo. Por eso muchas escenas de las que recibe y crea no se cierran: “Estamos acostumbrados a leer el pie de foto, pero no la fotografía. La imagen cuenta historias que pueda desarrollar el espectador”, como ocurre en esta foto, donde la extrañeza impide entender lo que está ocurriendo.
José Ignacio Lobo Altuna
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José Ignacio Lobo Altuna

Hay un trabajo inolvidable dentro de la historia de la fotografía contemporánea española y su autor es José Ignacio Lobo Altuna, uno de los trabajadores de la imagen con más trienios y menos titulares. Nunca ha abandonado la retaguardia, mientras seguía su camino documentando “lo vasco”. El trabajo al que nos referimos es muy enfático, cerrado de encuadre, a golpe de flash, en blanco y negro y medio formato, en el que no entra el ambiente: sólo los personajes en acción. Muy medido para lograr una serie muy dramática que retrata los deportes rurales y que era un primer capítulo de algo mucho más grande, que nunca llegó a cerrarse. Del deporte rural pasó al carnaval vasco, una serie de la que acumula más de 50.000 negativos y todavía no se ha editado, sólo conocemos una pequeña parte. “Soy más de Diane Arbus que de Robert Frank. Me gustan las fotos difíciles”, aclara.
José María Díaz Maroto
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José María Díaz Maroto

La fotografía que interesa a José María Díaz Maroto es la de situaciones cercanas, que retraten la vida a pleno pulmón, sin ocultar las briznas de tristeza, esperanza y humanidad. La foto que ha elegido está hecha en Llanes, en una visita a la ciudad asturiana acompañado del grandísimo Nicolás Müller. Se encontró con la escena que terminó por convertirse en un retrato. “Si hay algo que me interesa es el ser humano”, explica el fotógrafo. El ser humano y sus hebras de vida siempre cerca, lo más próximo, lo más directo, porque quiere formar parte de ellas, del momento en el que se le presentan y del instante que perdurará. Habla de la fotografía como de una puerta a los demás, de entrar para preguntar quién hay ahí. Y hacerlo a la manera clásica, es decir, sencilla y bajo los insobornables parámetros de la honestidad.
Ángel Marcos
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Ángel Marcos

Entre todos los documentalistas y fotoperiodistas que hemos convocado, Ángel Marcos no tiene lugar. Utiliza la fotografía como recurso artístico –se incluye en la llamada “fotografía expandida”- para construir la imagen de un concepto: “El poder y cómo se las arregla para generar necesidades y al tiempo saciarlas”. La foto que ha seleccionado forma parte de la serie de 1997, titulada 'Los bienaventurados', en la que analizaba la sumisión y la autocomplacencia en el ser humano a partir de personajes excluidos de la sociedad. De ahí la ironía con el título. “Entiendo la fotografía como una herramienta de aportación a la creación y trato de no caer en la debilidad de lo fotográfico. Pero, claro, ante una cámara hago más fotos de las necesarias, aunque esas las guardo para mí”, dice para aclarar su relación con lo fotográfico. En septiembre inaugura una gran muestra en la sala Canal de Isabel II, en Madrid.
Julio López Saguar
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Julio López Saguar

Hay fotógrafos que no tienen prisa. Julio López Saguar es uno de ellos. Sus imágenes son las de un fotógrafo apartado y silencioso, al margen de las luces y los brindis, que desde hace años se dedica a guardar la ciudad para que algún día reviente. La fotografía necesita reposo, incluso olvido, para que no se gasten. Camina, observa y acumula. Una madrugada andaba por Alcorcón y encontró este grito mudo en medio de la niebla. Es importante por algo que no se ve: ese día cargaba con cámaras en color y blanco y negro. Tiró con las dos y terminó por abandonar el blanco y negro para siempre. El otro salto mortal, el digital: “Tengo control total sobre lo que hago y antes dependía de los laboratorios. Además, lo que hago en la calle con analógico sería impensable: como decía Capa, siempre muy encima de los personajes. Huyo de lo preparado, quiero el mundo real”.
Rafael Sanz Lobato
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Rafael Sanz Lobato

El Premio Nacional de 2011 tiene especial apego a la espectacular rapa de las bestas. Esta foto que ha elegido es de la localidad gallega de Morgadanes. Recuerda que era un día muy soleado y los caballos, en su carrera habían organizado una gran polvareda. Él estaba esperando a los animales a la entrada, con mozos envarados a izquierda y derecha. “Es uno de los momentos más bonitos que he fotografiado”, cuenta.
“Me gusta lo rural y las fiestas populares. Alguno por ahí dice que soy pionero del documentalismo fotográfico”, explica Sanz Lobato. Ante todo se considera fotógrafo de fin de semana, que trabajaba de lunes a viernes y los fines de semana escapaba con el coche y la cámara cargada a recorrer España. Acaba de donar su archivo a Navarra.
Txema Salvans
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Txema Salvans

Tiene en su casa una foto original de Martin Parr, que el fotógrafo inglés le regaló por conseguirle mesa en El Bulli, en el último año. Esa era la apuesta. Pero las fotos de Txema Salvans tienen más reposo que las del británico. Comparten matices irónicos propios de fotografiar la frontera de la contradicción: el Mediterráneo es el gran tema de Salvans, donde el mar nunca sale (salvo en la imagen elegida), donde un tipo toma el sol junto a una cementera o Marina d’Or revela el absurdo de la burbuja del entretenimiento. “Me interesan los espacios degradados que el hombre ha conseguido destrozar y adaptarse a ellos. No hablo de los personajes, sino de la capacidad que tienen para adaptarse a su entorno”, cuenta. Obviar la presencia humana sería acabar con la dimensión trágica de la felicidad, de unas vacaciones en la miseria. Y esa luz, aplastante, que todo lo calcina y todo lo descubre.
Xurxo Lobato
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Xurxo Lobato

A lo largo del siglo XX la fotografía española se ha ido cruzando con actitudes que han rondado lo antropológico desde la devoción a la ironía. Un país que llegaba a la modernidad con dos siglos de retraso y unas tradiciones que cada vez chocaban más con los nuevos tiempos. El propósito de Xurxo Lobato ha sido contarlo. Estar ahí cuando todo cambiara, en el momento en el que las nuevas costumbres convivieran y reformularan los viejos hábitos de un país fundido en negro. Esta foto de los ochenta, en la romería de O Corpiño, donde la gente se quita el demonio del cuerpo, es la prueba perfecta de que busca la contaminación de la tradición. “No me interesa nada la mirada nostálgica, prefiero la ironía escondida en las aparentes contradicciones de una imagen tópica. La foto es una herramienta para levantar acta de ese cambio”.
Vari Caramés
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Vari Caramés

Hay fotos que uno guarda con más cariño durante algún tiempo. Los motivos suelen ser sentimentales, por las condiciones que rodeaban a la fotografía el día que se hizo. Es el caso de esta foto a la que Vari Caramés llama “la novia del portal”. Deja claro que es una de sus fotos que más aprecia, pero no la que más quiere. Prefiere no señalar una y traicionar mil. Está a la vista que su mirada se deja encandilar por la sorpresa, la magia, el azar y hasta el optimismo, aunque esta imagen tenga algo de fantasmagórica. “Soy un coleccionista de sensaciones, de momentos, como el pescador de perlas, que encuentra entre miles y millones de ostras, de vez en cuando, alguna. Aparecen muy poquitas, pero valen para toda una vida”. Esta foto, sin necesidad de acontecimiento ni noticia, ni de urgencia, es una de esas imágenes que aparecen para frenar la sobredosis de realidad.
Carlos Saura
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Carlos Saura

Uno de sus primeros trabajos fotográficos fue la serie Pueblos y gentes de España, fotografías de Madrid y los pueblos castellanos realizadas en los años cincuenta. Este trabajo y otros están ligados a los inicios de su carrera cinematográfica. No ha abandonado nunca la fotografía, aunque asegura que sigue considerándose “un fotógrafo amateur y por ello no me siento obligado a nada, excepto a mi propia exigencia”. En 2005 publicó la novela Ausencias, que es un pequeño homenaje al mundo de la fotografía. “La fotografía ha realizado el sueño del hombre de conservar el pasado. No sé si es un arte, pero sí que es un testimonio de algo que sucedió. En el mismo instante que aprietas el disparador, lo que obtienes es una imagen del pasado”, cuenta a este periódico. Ha elegido esta imagen porque “me gusta”.
Ricky Dávila
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Ricky Dávila

“He perdido el interés en la crónica fotográfica”. Al habla uno de los más importantes cronistas del ser humano, que ha emprendido el camino hacia la introspección, dejando atrás una de las trayectorias documentalistas más impactantes. De lo informativo a lo poético, Ricky Dávila asegura que es “un cuestionamiento vital”. “Me he manejado siempre en colisión con el mundo”, pero reconoce que ahora ha pasado de la tercera a la primera persona. “No es nada fácil, porque si uno está dispuesto a hablar de uno mismo estás obligado a sincerarte sobre tus anhelos, tus alegrías y tus temores”, en eso consiste su último trabajo, titulado paradójicamente Todas las cosas del mundo. En estos momentos Ricky también dirige el Centro de Fotografía Contemporánea de Bilbao.

Mañana: CARLOS SAURA
Sofía Moro
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Sofía Moro

Hay fotos que cuentan una historia. Sin necesidad de más vueltas. Un disparo, una vida. Sofía Moro recuerda cuánto le impactó su visita a quienes se han librado de ser ejecutados tras pasar por el corredor de la muerte. De todo el reportaje –año 2009- se queda con este demoledor retrato de Shujaa Graham, que logró demostrar su inocencia, después de haber pasado ocho años en prisión, cinco de ellos en el corredor de la muerte de California, por un crimen que no había cometido. “Es uno de esos retratos con una carga emocional muy fuerte”. “Estaba tan traumatizado que era incapaz de hablar sobre su historia sin llorar. Como mejor puedo denunciar la pena de muerte es haciendo fotos”, explica Sofía. Le interesa el “fotoperiodismo social” y le gusta definirse como una “retratista documental”.

Mañana: RICKY DÁVILA
Miguel Trillo
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Miguel Trillo

Logró escaparse de La Movida por la periferia y encontró en Alcorcón y Móstoles salida al agotamiento de la capital. Casi cuatro décadas levantando el mosaico de la diversidad, en el que caben todas las expresiones, todas las conductas, todas las formas de vestir. A Trillo le gusta llamar a su fotografía “extrema”, porque no hay cita previa ni puesta en escena ni son personas especiales. “No creo en los accidentes ni en las casualidades”, dice, aunque sus fotos parezcan confirmarlas. Así ha construido el que es posiblemente el retrato más concreto y múltiple de este país. La foto que ha elegido es importante porque es de 1994, cuando abandona Madrid por Barcelona. Está hecha en Alcorcón y ellos tres iban a Costa Polvoranca. “Es un retrato social, pero sobre todo un retrato estético”.

Mañana: SOFÍA MORO
Julián Ochoa
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Julián Ochoa

La mejor foto de los fotógrafos siempre está por llegar. Así piensa Julián Ochoa, que convierte al ser humano en su protagonista. Por eso trabaja tanto con retrato como con documento. La foto que ha seleccionado forma parte de una colección de ochenta imágenes para un libro que montó sobre el continente surasiático. “Me interesa ver con ojos de fotógrafo. No soy de los que se sumergen en una comunidad hasta ganarse su confianza. Yo trabajo a partir de encuentros breves con personas a las que retrato”, cuenta.
Ochoa suele desaparecer en países lejanos para que no le encuentre nadie y así observar sin interrupciones. Aunque reconoce que no todo en su oficio es una buena foto: “El buen fotógrafo no es sólo el que hace buenas fotos, sino el que edita bien”

Mañana: MIGUEL TRILLO
Juan Manuel Díaz Burgos
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Juan Manuel Díaz Burgos

El fotógrafo de calle trabaja con “los ojos abiertos como platos”, mira obsesivamente. “Con el retrato tienes todos los elementos controlados y a tu disposición, pero cuando bajas a la calle son las circunstancias las que mandan”, palabra de fotógrafo callejero. Juan Manuel Díaz Burgos es uno de los grandes documentalistas de este país. “Fotógrafo es una persona que mira a su alrededor e interpreta. Yo soy un fotógrafo humanista”, reconoce.
“El proyecto es lo importante”, categórico. Reniega de la foto especial, aunque reconoce que siempre hay una foto sensible. En su caso hay dos lugares especiales: La Habana y República Dominicana. La Habana. Visión interior es un trabajo de seis años y diez viajes. A esa vida pertenece la foto que ha elegido, lejos del tópico.

Mañana: RAFAEL SANZ LOBATO
Manuel Vilariño
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Manuel Vilariño

A pesar de que su serie Paraíso fragmentado es su trabajo más visitado (animales muertos atados y envueltos en tierras de colores) prefiere destacar El despertar (2001), un ejercicio de la vánitas, en la que la vela acompaña al cráneo. La vida que se consume, la existencia y el tiempo. Sus temas. “Es una imagen en la que me reconozco. La naturaleza muerta me permite reflexionar sobre la desaparición, sobre el tiempo que ha pasado”, explica el Premio Nacional de Fotografía de 2007.
Sus bodegones tratan de trasgredir el espacio clásico del bodegón español, por eso se interesa más por la intimidad de esas naturalezas muertas que por la mera disposición de los elementos. Y descender hacia la luz interior. “Que nadie se induzca a engaño: la fotografía no es la luz exterior, es un reflejo interior”.

Mañana: JUAN MANUEL DÍAZ BURGOS
Juan Manuel Castro Prieto
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Juan Manuel Castro Prieto

Tras casi cuatro décadas haciendo fotos no tiene una favorita. Porque no cree en los sueltos, en las particularidades. Juan Manuel Castro Prieto cree en el conjunto, en el trabajo que se vincula y relaciona. Una foto suelta es un verso o un párrafo roto, nada más.
Esta que ha seleccionado es la portada de uno de sus mejores conjuntos, Extraños. “Es un chico mirándose en un espejo, pero es un reflejo de mi propia infancia. Para mí es un símbolo de lo que es extraño. La fotografía puede ser ventana o espejo si miras al exterior o miras a ti mismo”, dice.
No pretende demostrar lo que es la realidad, no es un documentalista, simplemente se recolecta a sí mismo. Y encuentra la coherencia en lo que la fotografía representa, más allá de lo que muestra.

Mañana: MANUEL VILARIÑO
Chema Conesa
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Chema Conesa

Todo ha cambiado mucho desde 1992, cuando Chema Conesa hizo esta foto a Miguel Delibes. “La frivolización de los medios, en los que se prefiere al famoso más que al personaje reconocido”, se queja. Los famosos de la tele requieren salir guapos y favorables, así que los periodistas han dejado de hacer esas fotos. Ahora son los fotógrafos de moda los encargados. “Se ha perdido acidez en la mirada y profundidad. El derecho a la información frente al derecho a la propia imagen. No es nuevo, estamos en la sociedad de la diversión, y lo divertido es ser guapo, feliz”, añade.
Recuerda que estuvo una mañana de caza con Delibes y esta foto reúne “la paz que emanaba y esa sensación del hombre firme en sus convicciones, en medio de la naturaleza”.

Mañana: JUAN MANUEL CASTRO PRIETO
Luis Baylón
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Luis Baylón

Nunca nadie mejor que Luis baylón para confirmar que la calle es la vida. En realidad, la calle es su vida. En blanco y negro, siempre. Digital, nunca. Porque se reconoce como un fotógrafo “muy de emoción” y la instantaneidad acaba con la magia. “Las fotos hay que dejarlas reposar en contra de los tiempos locos”, dice. Le gusta llegar a casa después de los viajes y meterse al cuarto oscuro a ver qué ha salido.
La tía Maruja era vecina cuando Luis vivía en Lavapiés. Le gusta esa foto porque “es muy eléctrica”. Es el perfecto ejemplo de la chispa que salta entre fotógrafo y fotografiado: “Mis fotos no pretenden ser actualidad. Quiero fotos sin fecha, que no mueran en un acontecimiento. Que sean eternas. Cuanto más guardas la foto, más eterna es. Como el buen vino”.

Mañana: CHEMA CONESA
Alberto Schommer
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Alberto Schommer

Hace unos días aseguraba a este periódico que la fotografía tiene más fuerza y perfección que un cuadro de Goya. Una polémica declaración que describe un carácter provocador y arriesgado, delante y detrás de la cámara. Fruto de esa actitud ha elegido esta foto que la hizo en la parte más tierna de su carrera.
“Vi una pared desconchada y se me ocurrió montar ese bodegón, con las uvas, las peras, la rosa y la botella. Me quedó una cosa muy personal. Es una foto absolutamente al margen de la política y de los temas humanos”, explica para subrayar que quizá sea la foto que menos le identifica. Y, sin embargo, la que más fama le ha dado: está impresa en las entradas del Museo Reina Sofía, porque es una de sus tres fotos en la colección de la institución.

Mañana: LUIS BAYLÓN
Alberto García-Alix
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Alberto García-Alix

Pasa las páginas del libro que hace un viaje retrospectivo sobre su vida y su obra y se detiene en una de las primeras, en la que aparecen sus hermanos pequeños Carlos y Willy, en la puerta del mítico Bobia, en 1980. Llevaba cuatro años con la cámara a cuestas y acababa de cumplir los 24. Dice que le gusta esa foto porque es emocionante y, al final, “la fotografía se reduce a eso”, a emociones.
De aquellos días ha escrito: “Bailar con dragones de color dorado./Noche y día, alimentamos un demonio por nuestras venas./Años con la sonrisa muerta en las pupilas y el corazón desbocado. Anestesiamos amor y dolor. /La heroína funde tiempo y espacio. Destruye toda ambición de ser...” Hasta que Willy desapareció, por sobredosis. Le retrató chutándose y le dio memoria fotografiando su camisa favorita, arrugada en el suelo.

Mañana: ALBERTO SCHOMMER
Colita
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Colita

Reconoce que aunque es muy difícil elegir una foto cuando llevas 50 años trabajando, las hay que “indiscutiblemente marcan”. A Colita (Isabel Steva Hernández) le dieron la fama las de la noche de la intelectualidad de los sesenta y setenta en Barcelona… la Gauche Divine.
La que ha elegido es de 1985 y aparece un cerdo riendo, un cerdo feliz. “Los cerdos me gustan, me dan risa. A éste lo retraté en una granja. Se me acercó y me sonrió. El cuidador me dijo que claro que reía, sólo comía y cubría a las gorrinas”, cuenta. Una vez más, la ironía. “Era un arma, lo más cercano a la libertad que teníamo”.
Colita quiere que su legado sea la información que ha cubierto de la época que le ha tocado vivir. “Que la foto que he hecho sea útil”.

Mañana: ALBERTO GARCÍA-ALIX.
Navia
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Navia

Los territorios de José Manuel Navia no son los del exotismo. Éste, por ejemplo, es un paisaje nevado de la provincia de Cuenca, en el invierno de 2009. “Tan minimalista, que parece japonés. Para mí tiene una significación especial, porque la realicé mientras trabajaba en un proyecto por encargo para la serie Cuenca en la mirada. Lo especial es que coincide con nuestro primer año vivido en Villatobas, el pueblo desde el que ahora escribo esto, en la provincia de Toledo”.
Navia espera, con su habitual sentido del humor, que el año de nieves se transforme en bienes y en un magnífico presagio de lo que le espera por esas tierras al fotógrafo de la honesta autobiografía sin exhibirse. Ha hecho de su memoria –y de la nuestra- un asunto moral.

Mañana: COLITA
Chema Madoz
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Chema Madoz

La jaula con la nube quizá no sea la foto más representativa de mi trabajo”. Chema Madoz se refiere a que el resto de su producción pasa por la manipulación de un objeto, donde la cámara sólo registra. El fotógrafo escultor. Pero en este caso se aleja del proceso habitual y manipula una imagen.
”Es una imagen que tiene delicadeza y poesía, cercaba a la idea de imposible, que siempre tengo tan presente. Comparte también sencillez y minimalismo con el resto de mi trabajo”. Es difícil no pensar en Magritte ante las fotos de Madoz. En unas más que otras. Magritte por imaginación, pero sobre todo por irónico. “Estaba fumando y una valla que a mí me cerraba el paso, el humo la superaba con naturalidad”. Vio en el hecho el ridículo de las prohibiciones.

Mañana: NAVIA
Ouka Leele
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Ouka Leele

No sabe cuál elegir. Por un momento se decanta por un retrato colectivo de los de 'Sálvame', el programa de trapos sucios de T5. Pero cambia de idea y elige una de hace casi 20 años. La tituló 'María es una duendecilla'. “¿No ves una niña que sueña?”.
La infancia, el paisaje y, sobre todo, el sueño. La fotógrafa apunta que es un poco Friedrich, pero más alegre. La nostalgia es fruto de la pintura con la que las tiñe. “Mis fotos no son surrealistas, son más reales que la realidad. Añaden el sentimiento y la emoción de los humanos. Me gusta mucho el cielo, es muy acuarela”, cuenta. Lamenta que no sepamos convivir “en este paraíso” y que las imágenes de infancia sean de niños muertos de Gaza.
“La ingenuidad es importante en mi obra y en mi vida: los sueños han hecho avanzar el mundo”.

Mañana: CHEMA MADOZ
Ramón Masats
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Ramón Masats

Mira el mundo sin nostalgia. Ramón Masats (Caldes de Montbuí, 1957) prefiere echarle doble dosis de ironía, sin forzar, sólo atento al carácter irreverente de la realidad. Ya saben, el cura portero que vuela la sotana al intentar detener el balón. Una palomita sagrada.
“Estoy un poco cansado de esa foto. Es la que todo el mundo recuerda. Pero creo que ésta es divertida y tiene mi ironía”. Se refiere a una cabra futbolera y ha aparecido en su archivo olvidado.
La intuición que tiene Masats sobre el tópico acentúa su sentido crítico dejando al aire una de las caricaturas más lúcidas de la estirpe hispana. Ramón no recuerda cuándo se encontró con esta cabra (en la cartela de la galería Blanca Berlín tiene fecha de 1962). Son los arrabales de Madrid.

Mañana: OUKA LEELE

Una difícil decisión: elegir de entre las miles de fotos de su trayectoria la que más le gusta. Durante las próximas semanas pasarán por este espacio, día a día, grandes fotógrafos explicando cuál es la fotografía que guardan con más cariño y por qué. Una privilegiada lección visual. 

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