Alfred Stieglitz, un pintor tras la cámara

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Alfred Stieglitz fotografiado por Carl Van Vechten, 1935
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Alfred Stieglitz fotografiado por Carl Van Vechten, 1935

La última broma, Bellagio, 1887, Alfred Stieglitz
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La última broma, Bellagio, 1887, Alfred Stieglitz

Invierno-Quinta Avenida, 1893, Alfred Stieglitz
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Invierno-Quinta Avenida, 1893, Alfred Stieglitz

La terminal, 1893, Alfred Stieglitz
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La terminal, 1893, Alfred Stieglitz

Canal de Venecia, 1894, Alfred Stieglitz
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Canal de Venecia, 1894, Alfred Stieglitz

La mano del hombre, 1902, Alfred Stieglitz
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La mano del hombre, 1902, Alfred Stieglitz

Volviendo al principio, 1905, Alfred Stieglitz
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Volviendo al principio, 1905, Alfred Stieglitz

Tercera clase, 1907, Alfred Stieglitz
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Tercera clase, 1907, Alfred Stieglitz

Dirigible, 1910, Alfred Stieglitz
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Dirigible, 1910, Alfred Stieglitz

Viejo y Nuevo Nueva York, 1910, Alfred Stieglitz
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Viejo y Nuevo Nueva York, 1910, Alfred Stieglitz

Katherine Stieglitz, c.1910, Alfred Stieglitz
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Katherine Stieglitz, c.1910, Alfred Stieglitz

Una instantánea de París, 1911
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Una instantánea de París, 1911

Ellen Koeniger, Lago George, 1916, Alfred Stieglitz
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Ellen Koeniger, Lago George, 1916, Alfred Stieglitz

Georgia O'Keeffe, Manos, 1918, Alfred Stieglitz
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Georgia O'Keeffe, Manos, 1918, Alfred Stieglitz

Georgia O'Keeffe, 1918, Alfred Stieglitz
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Georgia O'Keeffe, 1918, Alfred Stieglitz

El 1 de enero de 1894 nacía en Nueva York Alfred Stieglitz. Hace ya 150 años y su huella sigue presente en toda la fotografía moderna.

Durante su carrera luchó para que la fotografía fuera considerada un arte, como la pintura. Su misión imposible se realizó. Hoy nadie lo pone en duda, pero a principios del siglo XX el menosprecio hacía imposible esta asimilación natural: "Comencé mi lucha, o mejor, mi esfuerzo consciente por el reconocimiento de la fotografía como un medio nuevo de expresión que fuera respetado en su propio derecho, sobre las mismas bases que cualquier otra forma de arte. Cuando hago fotografía, es como hacer el amor”, escribió el fotógrafo.

Por ello Stieglitz comenzó a crear sus imágenes como si de cuadros se tratara. Jugaba con las texturas y la composición de una forma que sólo se había visto en los lienzos. Parecía que un pintor hubiera decidido reivindicar la cámara fotográfica. Se convirtió en el mayor exponente del pictorialismo.

Casualidad o no, y tras un matrimonio fallido, Alfred Stieglitz pasó su vida al lado de la pintora Georgia O'Keeffe, que se convirtió en su musa, dedicándose a realizar grandes series dedicadas a sus manos, sus pechos y su rostro, siendo también uno de los pioneros en retratar fragmentos aislados del cuerpo humano.

 

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