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Ford Kuga, un todocamino de carretera
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PRUEBA FORD KUGA 163 CV TITANIUM

Ford Kuga, un todocamino de carretera

Ford lanzó hace unos meses el nuevo Kuga, un coche completamente nuevo, más grande y con un habitáculo más generoso, pero que mantiene inalterada su característica

Ford lanzó hace unos meses el nuevo Kuga, un coche completamente nuevo, más grande y con un habitáculo más generoso, pero que mantiene inalterada su característica fundamental de tener un magnífico comportamiento rutero, comparable al del mejor turismo. Eso sí, fuera del asfalto sus posibilidades son limitadas aunque sea una variante 4x4 como la que hemos probado en esta ocasión.

Cuando Ford lanzó al mercado el Kuga allá por el año 2009, su primera incursión seria en el mundo del todocamino tras el Maverick, logró un gran éxito comercial, situándose como el modelo de este segmento más vendido tras el Qashqai. Era un concepto de coche que ofrecía una filosofía diferente a la del resto de los todocamino, solo con ciertas posibilidades camperas.

Y es que el Kuga era, por su comportamiento en el asfalto, lo más parecido al Focus, la referencia por comportamiento en el segmento compacto. La diferencia con respecto al Focus es que se trataba de un coche un poco más alto y con una estética diferente, pero con un funcionamiento como el de un turismo.

La marca del óvalo persigue su idea del coche global, iniciada hace unos cuantos años con el Mondeo, allá por los años noventa. Se trata de hacer coches que sean iguales para el mercado europeo, norteamericano y asiático, con los ahorros que esto supone. Coches que gusten igual en todos los mercados. Y el nuevo Kuga es eso, un coche de comportamiento al gusto europeo pero con unas medidas un poco más grandes, con mejor habitabilidad, para que guste también en otros mercados.

El nuevo Kuga es 8 centímetros más grande, pero sobre todo tiene una mayor distancia entre ejes, lo que permite un habitáculo más amplio. Por ello, ofrece unas plazas traseras más amplias y también permite una mayor capacidad el maletero. Y es que ahora el Kuga ofrece 456 litros contra los 410 que tenía su antecesor, una importante mejora en un coche que permite muchas posibilidades para un uso de ocio y con muchas necesidades de maletero.

Otro aspecto en el que ha ganado es en altura interior en la parte trasera. Pese a que exteriormente solo es 2 centímetros más alto que el antecesor, en realidad en su interior se ha ganado más y proporciona a los ocupantes de las plazas traseras una sensación de mayor amplitud.

El nuevo Kuga es más grande, pero también es mucho más agradable que su antecesor. Por un lado por su nivel de ruido, muy mejorado en el nuevo modelo con un motor menos ruidoso y también con un mejor aislamiento. Y también por su equipamiento y por su terminación interior.

Otro aspecto muy interesante, pero que requiere un poco de aprendizaje, son las distintas posibilidades que ofrece a su conductor el cuadro de instrumentos, la cantidad de información que se puede ver en el cuadro, en su pantalla central, pero que como les digo requiere un poco de costumbre. Y las posibilidades del sistema Sync son también muy grandes, casi inagotables. Pero la realidad es que para sacarle partido a todos estos sistemas hay que echar unas cuantas horas de aprendizaje.           

Los asientos son bastante buenos, con una aspecto exterior realmente bien conseguido pero nuestra unidad estaba equipada con los asientos de cuero y estos no ofrecían una sujeción del cuerpo suficiente, sobre todo cuando se empezaba a circular deprisa, y eso es algo que este coche permite con facilidad.

La versión que hemos probado en esta ocasión es la más cara de toda la gama disponible en España porque tiene el motor más potente, el diesel de 163 caballos, asociado con el cambio de doble embrague, el denominado Powewrshift. Esta combinación de 163 CV y Powershift solo está disponible en el Kuga con el acabado más completo, el Titanium.

La diferencia entre ambos motores es solo unos caballos de potencia pero es que en cuanto a par, aunque el de 140 tiene algo menos (320 contra los 340 del tope de gama), por el contrario el pequeño ofrece el par máximo desde las 1.750 vueltas. Y es que el motor de 140 caballos tiene un funcionamiento perfecto, con empuje y una gran elasticidad, y este más potente no creo que aporte demasiado respecto al pequeño.

Su funcionamiento en carretera es muy bueno, yo diría que el mejor dentro del segmento de los todocamino de los fabricantes generalistas. Es una sensación un poco difícil de explicar, pero es que al volante del Kuga, si nos olvidamos de que estamos conduciendo un todocamino, llegaremos a pensar que estamos llevando un Focus. Muy plano, sin balanceos y con una dirección que obedece a la perfección a todas las órdenes que su conductor transmite desde el volante.

Las suspensiones, además, están muy bien taradas porque proporcionan la estabilidad perfecta, sin ningún movimiento extraño de la carrocería, y con un filtrado muy bueno de los baches y otras irregularidades del terreno. Incluso en una frenada brusca el hundimiento de la suspensión delantera es bastante limitado.

Pero como ocurre siempre en los modelos de Ford, en ese delicado compromiso entre estabilidad y confort de marcha, los técnicos de la marca del óvalo siempre cargan sus tintas en un mejor comportamiento a costa de perder un poco en confort, algo que se agradece si se busca una conducción alegre.

Una salida por un camino en buen estado no debe plantear un problema a su conductor. El motor ofrece una elasticidad suficiente y su capacidad de tracción es realmente buena incluso en las condiciones más delicadas, con mucho barro. Lo que más le limita es su distancia libre al suelo, algo justa aunque mejor que la de su antecesor. Y la ausencia de ayudas, como el control de descenso que si tienen algunos de sus rivales.     

El Kuga es, por definirlo de una forma sencilla, como un buen turismo pero con el aspecto de un modelo todocamino. Es un vehículo para utilizar a diario, para hacer todos los desplazamientos y un gran coche de viaje, pero en el que el aspecto aventurero queda relegado a un segundo plano. Pero es un gran coche y mucho más en esta segunda generación en la que sus plazas traseras han ganado en espacio para las piernas.

Y si me permiten un consejo, el Kuga ideal es el que emplea el motor de 140 caballos y, si es posible, con el cambio Powershift que ofrece confort y un manejo muy bueno cuando se usa en el modo manual.    

 

Ford lanzó hace unos meses el nuevo Kuga, un coche completamente nuevo, más grande y con un habitáculo más generoso, pero que mantiene inalterada su característica fundamental de tener un magnífico comportamiento rutero, comparable al del mejor turismo. Eso sí, fuera del asfalto sus posibilidades son limitadas aunque sea una variante 4x4 como la que hemos probado en esta ocasión.