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Las tres citas y los 12 días en los que el euro se jugará su futuro (una vez más)
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Las tres citas y los 12 días en los que el euro se jugará su futuro (una vez más)

Será entre el 14 y el 25 de enero. En apenas 12 días, la Eurozona acogerá tres citas tan relevantes que su resultado marcará el porvenir de la 'moneda única'

Es como en el fútbol. Que cada pocos meses se celebra el partido del siglo. El euro se ha acostumbrado a una parafernalia similar. Cada poco tiempo se ve sometido a unos eventos que comprometen su futuro. Son sus periódicos y particulares partidos del siglo. Y ahora se encuentra en la antesala no solo de uno de ellos, sino de tres partidos en uno, porque en apenas 12 días, los que transcurrirán entre el 14 y el 25 de enero, se jugará su porvenir en tres citas distintas.

Por sí sola, cada una de ellas cuenta con la envergadura suficiente como para merecer la atención. Pero al agolparse en tan poco espacio de tiempo su relevancia adquiere cotas superlativas. Por eso, y porque además las tres están interconectadas, conviene tenerlas tan presentes.

Es la más técnica de las tres citas y la menos glamurosa. Pero su impacto puede ser demoledor. El próximo miércoles, el españo Pedro Cruz Villalón, abogado general del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, publicará su opinión acerca del truco con el que el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, contuvo la crisis de la deuda periferica y del euro en el verano de 2012.

Tras comprometerse en julio de ese año a "hacer lo que sea necesario" para salvar al euro, el banquero italiano se sacó de la manga en septiembre un programa condicionado de compras de deuda pública que responde al nombre de Operaciones Monetarias de Compraventa, aunque es más conocido por sus siglas en inglés OMT. Aunque ni siquiera ha sido estrenado, el OMT ha sido un dique clave. Contuvo las presiones que sufrían los bonos periféricos y selló las costuras del euro.

Pero tiene un problema desde su concepción: en Alemania, con su banco central, el Bundesbank, a la cabeza, se considera que el BCE excede sus límites con ese programa. Las dudas sobre la legalidad del OMT llegaron en 2013 al Tribunal Consitucional alemán, que posteriormento lo delegó al Tribunal Europeo. Tras escuchar a las distintas partes en octubre de 2014, Pedro Cruz Villalón anunciará su posicion el 14 de enero. Aunque su dictamen no es vinculante, lo habitual es que el Tribunal Europeo siga lo dispuesto por el abogado en su decisión final. O lo que es lo mismo, aunque el veredicto definitivo del Tribunal no está previsto hasta el verano de este año, lo que establezca Pedro Cruz Villalón avanzará esa resolución.

Teniendo en cuenta el papel tan crucial que el OMT ha desempeñado desde su lanzamiento, la posición del abogado general será determinante. Si matiza con profundidad o directamente invalida el OMT, la tensión volverá a los mercados, no ya solo por este propio programa, sino porque maniatará las próximas decisiones que ya ultima Draghi. Si, por el contrario, no pone mayores objeciones, el OMT seguirá en pie y el BCE se sentirá más seguro en sus nuevos pasos.

La segunda cita llegará ocho días después. Aunque los inversores llevan esperándola desde hace semanas por la enorme importancia que ha adquirido. Se trata de la primera reunión del Consejo de Gobierno del BCE en 2015. ¿Por qué es tan importante? Porque, presionado por unos precios que en diciembre ya se han situado en la Eurozona en negativo por primera vez desde 2009, Draghi ha telegrafiado -incluso por carta- que aprovechará esta cita para lanzar un programa de expansión cuantitativa (QE) que incluya la compra de deuda pública.

Si el BCE da finalmente este paso, será una medida histórica. Lo demuestra precisamente el OMT: si siendo más light este programa ya ha levantado ampollas, el QE, que incrementa los euros en circulación porque no esteriliza las compras de bonos -el OMT sí incluía esta opción-, situaría al BCE al límite de su mandato... y a ojos de Alemania, principalmente, incluso más allá.

Que Draghi esté dispuesto a exponerse a este riesgo revela la gravedad de la situación. Teme que la desinflación actual -enfriamiento en la subida de los precios o leve caída- actual degenere directamente en deflación -caída continuada y general de los precios-. Le asusta llegar demasiado tarde, por eso quiere usar el balance del BCE -engordándolo hasta los 3 billones de euros- para imprimir más euros con los que intentar revitalizar el crédito, la inversión y el consumo.

Por eso será tan determinante lo que decida el BCE sobre el futuro del euro. Porque, si en efecto pone en marcha ese QE, reforzará su condición de prestamista de último recurso como jamás antes lo ha hecho... aun a expensas de abrir una crisis interna en la institución por la fractura que puede suponer con el Bundesbank. ¿Y si no lo hace? En ese supuesto, se extenderá la idea de que el "hacer lo que sea necesario" de 2012 sigue siendo más una quimera que una realidad. La solución, el 22 de enero desde las 14.30 horas.

Con la decisión del BCE aún caliente, Europa se enfrentará a la cita más incierta y, precisamente, caliente de las tres. Son las elecciones de Grecia, que tendrán lugar el 25 de enero.

Desde 2010 todo lo que viene de Grecia es sinónimo de tensión en la Eurozona. Y cinco años después la manida alusión a la tragedia griega sigue acumulando episodios. En este caso, el riesgo pasa por una victoria de Syriza que complique las relaciones entre Atenas y las autoridades europeas. Y puede complicarlas tanto que Alemania ya ha dejado en la última semana que una salida de Grecia del euro, bien sea temporal o permanente, ahora sería "manejable".

Pero esa afirmación también contiente una considerable dosis de complacencia. "Es osado negar la posibilidad de contagio o plantear como algo seguro que la salida de Grecia del euro sería controlable, pues estamos ante algo desconocido", avisan desde Intermoney. Ningún país ha abandonado nunca del euro, con lo que sería un experimento cuyas con consecuencias imprevisibles. EEUU también creía tenerlo todo controlado en 2008 con Lehman Brothers, pero su quiebra obligó a las autoridades norteamericanas a rectificar en directo por el descalabro financiero que siguió a la caída del banco. Ese precedente sobrevuela la Eurozona con el caso griego en estos momentos.

Y además hay otro detalle nada menor. La opinión de Alemania descansa en la premisa de que la Eurozona está mejor equipada en estos momentos para soportar que Grecia abandone la moneda única. Curiosamente, ese mejor equipamiento descansa fundamentalmente en los efectos del OMT y en lo que pueda seguir haciendo el BCE, como el lanzamiento del QE. O lo que es lo mismo, a lo que se opone en gran medida el Bundesbank.

Pero el asunto de Grecia trasciende al BCE. "Para completar la unión monetaria, tendremos que seguir profundizando en nuestra unión política: para establecer sus derechos y obligaciones en un marco institucional renovado", ha reclamado esta semana el propio Draghi. Sin profundizar en la unión política y en la fiscal, el euro siempre estará expuesto a crisis de credibilidad. Y la verdadera voluntad de progresar en esos terrenos empezará a ponerse en juego muy seriamente en Grecia. Por eso es clave para el futuro de la moneda única.

Como avisan desde Royal Bank of Scotland, "2015 es un año para construir o romper Europa". La historia la integración europea se ha escrito a golpe de crisis y desafíos. Y la del euro no iba a ser menos. Ahora vuelve a jugarse su futuro en puñado de días.

Es como en el fútbol. Que cada pocos meses se celebra el partido del siglo. El euro se ha acostumbrado a una parafernalia similar. Cada poco tiempo se ve sometido a unos eventos que comprometen su futuro. Son sus periódicos y particulares partidos del siglo. Y ahora se encuentra en la antesala no solo de uno de ellos, sino de tres partidos en uno, porque en apenas 12 días, los que transcurrirán entre el 14 y el 25 de enero, se jugará su porvenir en tres citas distintas.

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