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El pagano accionista de Santander: se diluye, lo dejan fuera y le bajan el dividendo
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el minoritario, la gran víctima

El pagano accionista de Santander: se diluye, lo dejan fuera y le bajan el dividendo

El pequeño ahorrador vuelve a ser el gran damnificado, sobre todo, ese 80% de accionistas que ha elegido cobrar el dividendo en acciones en los últimos cinco años

Foto: Imagen de la última Junta General de Accionistas de Santander
Imagen de la última Junta General de Accionistas de Santander

Ha vuelto a ocurrir. El pequeño accionista es el gran damnificado de las decisiones de una gran compañía. En esta ocasión, el protagonista es Banco Santander, y la víctima, los millones de pequeños ahorradores que tienen confiada una parte de sus ahorros a la acción de la entidad. De un plumazo, han visto diluirse su participación en un 10%, con la decisión del consejo presidido por Ana Botín de ampliar capital en 7.500 millones de euros, y cercenarse el dividendo en un 66,6%, al pasar de 0,60 a 0,20 euros por acción.

De hecho, hoy las acciones de la entidad volvían al parqué madrileño tras ser suspendidas de cotización el jueves con caídas del 10% que llevaban el precio hasta los 6,15 euros (ver cotización). No en vano, el precio de la ampliación supone un descuento del 9,7% respecto al cierre del día anterior.

Pero sus males no terminan ahí. Los minoritarios que en los últimos cinco ejercicios se dejaron seducir por los cantos de sirena que defendían cobrar el dividendo en acciones, en vez de hacerlo en efectivo, ahora ven como su apuesta por el valor ha sido mermada por la decisión del banco de reforzar su capital sin darles opción a participar en esta nueva ampliación. Los números hablan por sí solos.

Desde un ya lejano 2 de noviembre de 2009 en que Santander amplió capital en 72,96 millones de títulos, en el marco de su por entonces recién estrenado programa Dividendo Elección, el título ha perdido un 37,7% de su valor en bolsa, al haber pasado de los 11 euros en que se movía entonces, a los 6,85 euros en que fue suspendido ayer.

En estos años, en total, el banco ha emitido 2.695,5 millones de acciones para remunerar a sus accionistas, que en su inmensa mayoría han apostado por cobrar en títulos, como demuestra el hecho de que el 80% de ellos, de media, haya elegido esta opción en los últimos cinco años. Un grueso en el que no se encontraba la familia Botín, que en general ha preferido recibir siempre el dinero en efectivo, una elección que el tiempo se ha terminado demostrando acertada.

Los pequeños ahorradores que optaron por cobrar en acciones lograron así esquivar la dilución que supusieron todas estas ampliaciones, que representan un 20% del total de valores emitidos actualmente por la entidad. Pero, al habérseles cerrado la opción de acudir a la nueva colocación conocida ayer, que elevará en otro 10% el número de títulos del banco, su esfuerzo de los últimos años quedará seriamente mermado.

Además, en estos años que la entidad lleva ofreciendo el Dividendo Elección, también ha realizado otras ampliaciones para hacer frente a conversiones de obligaciones, canjes de preferentes o los famosos Valores Santander. En total, otros 2.000 millones de títulos que terminan por dejar prácticamente en nada los esfuerzos de los ahorradores que optaron por renunciar al dinero para no diluirse.

Suma y sigue, porque el último consuelo que podía quedar a los inversores que optaron por atesorar acciones a costa de renunciar al efectivo era que, en cualquier momento, en el futuro, podían cambiar de opinión y compensar este esfuerzo con el cobro de un jugoso dividendo. El problema es que esta vía también se les ha cortado, al rebajar a 0,20 euros la remuneración por título.

Al menos, todavía tienen dos oportunidades de recoger algún fruto de esta apuesta, ya que tanto ahora, en este mismo mes de enero, como en abril, la entidad remunerará a sus accionistas con cargo a los resultados de 2014, lo que les permitirá todavía cobrar 0,30 euros por acción en total (0,15 euros en cada reparto). Se trata del último gran dividendo de la entidad (al menos a corto plazo), que también irá a parar a los bolsillos de los inversores institucionales que suscriban la ampliación de 7.500 millones.

El otro anzuelo que se ofrece en esta operación para convencer a los institucionales es el descuento de casi un 10% con que ha terminado cerrándose la ampliación, al haberse fijado en 6,18 euros por título el tipo de emisión de las nuevas acciones, lo que también golpeará a los intereses de los pequeños ahorradores, que sufrirán el impacto negativo que tendrá en la cotización del valor.

No será hasta verano cuando entre en funcionamiento la nueva política anunciada por la entidad de retribuir a los inversores con tres pagos en efectivo y sólo uno en acciones. Además, para tratar de compensar un poco el duro golpe a la remuneración de los accionistas, el banco ha anunciado su intención de elevar hasta el 30%-40% su pay out (porcentaje del beneficio operativo que destina al pago de dividendos), frente al 20% actual, con la vista puesta en poder mejorar el beneficio por acción a partir de 2016.

Ha vuelto a ocurrir. El pequeño accionista es el gran damnificado de las decisiones de una gran compañía. En esta ocasión, el protagonista es Banco Santander, y la víctima, los millones de pequeños ahorradores que tienen confiada una parte de sus ahorros a la acción de la entidad. De un plumazo, han visto diluirse su participación en un 10%, con la decisión del consejo presidido por Ana Botín de ampliar capital en 7.500 millones de euros, y cercenarse el dividendo en un 66,6%, al pasar de 0,60 a 0,20 euros por acción.

Santander Ana Patricia Botín
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