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Cómo aprovechar las fases de la crisis de los mercados

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Cómo aprovechar las fases de la crisis de los mercados

@E. Segovia - 24/11/2007

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¿Es posible saber cómo va a evolucionar la actual crisis de los mercados? Mejor todavía: ¿Es posible aprovecharse de ello para ganar dinero? Sí, lo es. Existen una fases bien definidas en las crisis, que se han repetido siempre y que, en la actual, también se están produciendo.

Los seres humanos tenemos un comportamiento bien estudiado cuando sufrimos una crisis personal: cuando nos abandona nuestra pareja, cuando nos despiden del trabajo o simplemente cuando perdemos la cartera. Este patrón fue definido por la doctora suiza Elizabeth Kübler-Ross a partir de su trabajo con enfermos terminales, puesto que su reacción es extrapolable a todos estos casos.

Pues bien, los mercados no dejan de estar formados por millones de seres humanos que reaccionan individualmente de esta forma. Por eso, el patrón también se aplica a las crisis financieras, desde la burbuja de los Mares del Sur hasta el actual hundimiento de los activos estructurados de crédito. El columnista del Financial Times John Kay enumera estas fases:

1. Shock y negación: "¡No puedes abandonarme!", solemos decir al amante que nos deja pensando que se va a dar la vuelta, a pesar de que su marcha es inevitable. "Seguimos bailando", dijo Chuck Prince, el destituido presidente de Citigroup, ignorando que era su último vals. Igual de memorable aquella frase de otro presidente de Citigroup, Walter Wriston: "Los países no pueden quebrar".

2. Enfado: Las víctimas buscan a alguien a quien echar la culpa de sus males. La rabia del amante despechado o del empleado despedido tiene un objetivo claro, pero a los enfermos no les queda otra que pagarlo con el mundo. La comunidad financiera puede señalar con el dedo a los bancos centrales o a los reguladores: la idea es que la función del Estado es tener el sentido común del que carecemos los inversores o los recursos para salvarnos de nuestros propios errores. Siempre son útiles las cabezas de turco, como el citado Prince o el ya expresidente de Merrill Lynch, Stan O'Neal. Y lo peor está por llegar: las burbujas siempre terminan con el paso de algunos hombres de la sala del consejo a la cárcel. De hecho, hay quien cree que el estallido de la burbuja tecnológica no se debió a una década de excesos corporativos, sino a unos cuantos corruptos y sinvergüenzas.

En la crisis actual, la mayor parte del mercado se encuentra en todavía en estas dos primeras fases de negación y enfado. Se niegan a admitir que la demanda de productos estructurados generó una oferta irresponsable de crédito en todos los sectores de la economía mundial, y siguen atribuyendo los problemas a la ausencia de control de riesgo en el mercado de hipotecas subprime en EEUU. Es decir, la teoría de la manzana podrida que contamina al resto, agravada por el fracaso de los reguladores.

3. Negociación: La víctima trata de regatear para salvar todo lo que pueda: "Podemos seguir siendo amigos", "Tal vez pueda recolocarme en otro departamento", etc. El superfondo propuesto por varios bancos de inversión para rescatar los activos de crédito que se han hundido es el primer elemento del proceso de negociación en la crisis actual. Y no necesariamente es inútil: los daños suelen disminuir a través de la negociación.

4. Depresión: A pesar de que la negociación puede salvar algunos muebles, no suele ser suficiente para evitar que el individuo o el mercado se hunda en la desesperación. En las personas, la depresión se traduce en apatía: inactividad sin ningún objeto. Pero en las empresas se asocia más con actividad sin objeto: por ejemplo, recriminaciones, reestructuraciones y despidos. Es de esperar que en los próximos meses asistamos a grandes reorganizaciones y despidos en la banca de inversión norteamericana y en el sector inmobiliario español. Incluso hay quien apuesta por fusiones cuya lógica más allá de la crisis sería disparatada.

5. Aceptación: La gente construye una nueva vida, encuentra una nueva pareja, otro trabajo, etc. La atávica ingenuidad de los mercados financieros encontrará nuevos productos para vender a una nueva generación de jugadores que no estén escaldados por la crisis actual.

A veces, estas fases se suceden a gran velocidad. Un ejemplo es Northern Rock, que ha pasado de la negación, pasando por el enfado, a la actual fase de negociación para vender el banco. Si encuentra un comprador, acabará la crisis; si no, pasará rápidamente a las fases cuatro y cinco. En el otro extremo tenemos el estallido de la burbuja japonesa, con una depresión que duró una década. La última gran crisis, la de la burbuja tecnológica, pasó rápidamente del enfado a la aceptación, probablemente por el carácter norteamericano, muy diferente del japonés para estas cosas.

La mayoría de los asesores opina que hay que dejar que el mercado vaya pasando de forma natural por las distintas fases. Cada individuo encuentra la aceptación a su propio ritmo, y lo mismo ocurre con los mercados. Así, los asesores más prudentes se limitan a observar y a decir y hacer lo menos posible. Por el contrario, el error más común en estas crisis es responder a la rabia o a la negociación, pues normalmente sólo conduce a más pérdidas.

Pero los inversores tienen muchas dificultades para aceptar que no hacer nada es la mejor acción. Sobre todo, cuando las pérdidas se acumulan en las carteras. Por eso, Kay sugiere que la estrategia más lógica que se desprende del análisis de Kübler-Ross es vender en la fase de negación y comprar en la de depresión.El problema es que para lo primero es demasiado tarde, en especial en aquellos sectores que están sufriendo el grueso de la crisis, como el financiero en EEUU o el inmobiliario en España. Ahora bien, todavía hay sectores y mercados que se encuentran en la fase de negación, donde es posible salvarse de la quema.

Respecto a comprar en la depresión, lo difícil es anticipar hasta dónde puede llegar, es decir, dónde van a hacer suelo los mercados. En la tendencia bajista de las bolsas entre 2000 y 2003 hubo muchos que perdieron hasta la camisa tratando de identificar suelos que eran sistemáticamente violados. Ahora podemos tener el mismo problema, pero, a la luz de la fase en que nos encontramos, parece que todavía queda bastante depresión por delante.

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