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Visto el alborozo mediático creado por la llegada de Rodrigo Rato a la realidad económico-política española podemos concluir que España es un patio de vecindario. El regreso de RR dejando en la estacada al Fondo Monetario Internacional, cuyo cambio de estatutos no le ha gustado lo mas mínimo, ha acelerado la pituitaria y los colmillos de la prensa del hígado, de la rosa, que piensa en echarse al caletre un bocado sabroso en caso de que hubiera casorio.

Su gozo en un pozo porque no se podrá buscar algo multitudinario ni mucho menos al estilo de la hija de Aznar, aunque un hombre de semejantes relaciones o lo celebra en familia o necesitaría un palacio para el bodorrio. Pero eso no es lo más importante porque una boda se celebra en cualquier parte sin necesidad de alharacas.

La prensa económica se ha lanzado a un proceso de especulación en el que Rodrigo Rato aparece ya al frente de posibles conglomerados, de empresas privatizadas e incluso de compañías cuyos propietarios no mantienen precisamente buenas relaciones con el Partido Popular. Sería el antídoto perfecto para paliar cualquier atisbo de enojo por parte de los líderes peperos.

Algo así como el bálsamo de fierabrás. La tesis ya provoca repelus porque muestra que además de patio de vecindario la España económica y empresarial es también un patio de monipodio.

El caso es que RR, como cualquier otra persona, quiere abandonar la vida pública y dedicarse a la privada ganando dinero como Dios manda, o al menos como algunos de los hombres que él mismo colocó con su dedo de ministro de Economía al frente de empresas privatizadas. Pasar de los 600.000 euros a los 6 millones de euros se consigue con un salto del Atlántico.

RR es un hombre que podría optar a presidencias o a cualquier consejo de administración, incluso de los famosos y denostados fondos de capital riesgo europeos o americanos, en Europa. Ahí está Aznar con muchos menos méritos económicos.

RR debe estar impresionado por el revuelo montado en torno a su llegada en paracaídas a la vida económica española y sobre todo a la empresarial, donde las muestras de euforia contenida rozan el ridículo por no decir la histeria. En el ámbito empresarial- donde la memoria suele ser tan débil como en otros sectores- se le ve como la esperanza blanca de un partido en la oposición que, como todos los que opositan, sufre problemas de fragmentación. Igualito que en el ámbito político.

Cuando llegue a la sede de Génova le harán la ola y quién sabe si un pasillo para celebrar la buena nueva. Su próximo acto en Tres Cantos, donde José Folgado hará de maestro de ceremonias para celebrar la victoria del PP, amenaza con convertirse en un baño de multitudes al estilo de Pepe Isbert. Dijo Folgado ayer que espera que Rato se incorpore a la cúpula del PP y que su regreso no debe interpretarse como que se estén cortando las expectativas de nadie” en referencia a Alberto Ruiz Gallardón y a la presidencia regional, Esperanza Aguirre.

Se imaginan la foto de Rajoy rodeado de Gallardón y Rato en Tres Cantos, o prefieren pensar en Rajoy junto a Zaplana y Acebes. No se habla de otra cosa en el seno del PP.

Sin duda RR debe estar sorprendido por el impacto inesperado de su llegada. Tanto éxito, tanto bullicio aparentemente positivo es para acongojarse. Suerte RR.

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