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La banca, aliviada: los 'enjuagues contables' se prorrogan hasta la llegada de Trump
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basilea aplaza las nuevas normas

La banca, aliviada: los 'enjuagues contables' se prorrogan hasta la llegada de Trump

La banca ha recibido una buena noticia para empezar el año: se aplaza la entrada en vigor de las normas de solvencia que van a reducir su capacidad para hacer 'enjuagues'

Foto: El presidente electo de EEUU, Donald Trump. (Reuters)
El presidente electo de EEUU, Donald Trump. (Reuters)

En este nefasto cambio de año para la banca en el frente judicial —cláusulas suelo, gastos hipotecarios...—, el sector ha recibido una buena noticia en el frente de la solvencia: las nuevas normas del Comité de Basilea, más duras que las actuales, no entrarán en vigor de inmediato, como estaba previsto, sino que se aplazan al menos tres meses. Y ese plazo tiene el añadido de que la reunión crucial para su aprobación, prevista inicialmente para este fin de semana, se celebrará cuando Donald Trump ya sea presidente. Lo que significa que puede dar al traste con el acuerdo internacional si se decanta por una mayor desregulación del sector, como ha insinuado en varias ocasiones.

El planteamiento inicial consistía en que las normas de Basilea III pondrían coto definitivamente a las prácticas contables (conocidas como 'enjuagues' y que algunos académicos definen directamente como 'trampas') que utilizan los bancos para elevar su solvencia de forma artificial. Estas maniobras, que el propio gobernador del Banco de España, Luis María Linde, ha calificado de "cajas negras", son los llamados "modelos internos que utilizan las entidades para calcular sus riesgos" y que iban a tener unos mínimos obligatorios iguales para todos, según las normas ahora aplazadas.

De hecho, el motivo de este retraso es precisamente el desacuerdo sobre el establecimientos de estos mínimos que eviten que los bancos hagan lo que quieran. Para entenderlo, hay que partir de cómo se calcula el capital de la banca: dividiendo los fondos propios entre los activos ponderados por riesgo (APR) de cada entidad. Este concepto es inferior al activo total, porque solo ponderan por el 100% de su valor los elementos con más riesgo (como el crédito promotor, la inversión en bolsa o los créditos al consumo), mientras que otros ponderan muy poco o nada, como la deuda pública o los créditos a grandes empresas.

Esto es lo que se conoce como 'consumo de capital'. Para hacer subir el capital, se puede incrementar el numerador —es decir, captar más capital con ampliaciones que son muy caras y diluyen a los accionistas— o reducir el denominador. Y eso es en lo que consisten estos 'enjuagues': en disminuir los APR para calcular unos riesgos inferiores a los reales y así requerir menos capital.

Suelos a los modelos internos para evitar abusos

Para ello, se inventó una cosa que se llama 'modelos internos', que ponderan el riesgo de cada activo de forma individualizada para cada banco, en vez del modelo estándar, en el que cada crédito o inversión pesa lo mismo en todas las entidades. Estos modelos deben ser aprobados por el supervisor nacional, pero este ha dado siempre su visto bueno sin demasiadas pegas y ha permitido que cada entidad reduzca sus APR "a medida"; lo que los bancos denominan eufemísticamente "optimización de balances".

Pero el tiempo ha demostrado que este sistema se ha utilizado de forma abusiva. Esto se demuestra por la diferencia entre los activos de verdad y los ponderados por riesgo: un estudio del Comité de Basilea en 2013 encontró que un 25% de esta diferencia en los bancos internacionales con modelos internos no puede explicarse por factores de riesgo o metodológicos aceptados por el supervisor. Es decir, se deben a 'enjuagues'. Y las nuevas normas pretenden poner coto a estos excesos con la imposición de suelos por debajo de los cuales no pueden situarse las ponderaciones.

Francia y Alemania se oponen... ¿Y Trump?

Pero los desacuerdos sobre este tema entre los miembros del Comité de Basilea han impedido su aprobación este fin de semana, con lo que la situación actual se prorroga. Al menos hasta marzo, ya que los propios miembros de este organismo consideran que no podrá celebrarse una cumbre de los 35 miembros del Comité hasta entonces. La cuestión es que para esa fecha Trump ya habrá sido investido presidente de EEUU y eso puede enterrar definitivamente estas reglas.

La actitud del republicano hacia la regulación bancaria no está clara, pero algunas declaraciones y, sobre todo, el perfil de su equipo económico —procedente de la banca de inversión y de los 'hedge funds'— hacen pensar que se opondrá a un nuevo endurecimiento de la regulación bancaria después del tsunami que ha vivido el sector tras la crisis financiera de 2008. Se da la circunstancia de que Francia y Alemania se oponen a establecer suelos, porque sus bancos son los que más abusan de los modelos internos. Si EEUU se pone ahora de su parte, las normas se convertirán en papel mojado.

En este nefasto cambio de año para la banca en el frente judicial —cláusulas suelo, gastos hipotecarios...—, el sector ha recibido una buena noticia en el frente de la solvencia: las nuevas normas del Comité de Basilea, más duras que las actuales, no entrarán en vigor de inmediato, como estaba previsto, sino que se aplazan al menos tres meses. Y ese plazo tiene el añadido de que la reunión crucial para su aprobación, prevista inicialmente para este fin de semana, se celebrará cuando Donald Trump ya sea presidente. Lo que significa que puede dar al traste con el acuerdo internacional si se decanta por una mayor desregulación del sector, como ha insinuado en varias ocasiones.

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