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Vueltas de campana, hemorroides o perder atunes en el mar: así 'estafaron' al seguro
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Las estafas al seguro costaron 550 millones al año

Vueltas de campana, hemorroides o perder atunes en el mar: así 'estafaron' al seguro

Las aseguradoras dicen que en 2015 se produjeron 306.000 intentos de fraude para cobrar el seguro. Más de la mitad provienen del tráfico, pero hay casos de lo más estrambótico

Foto: Barco atuneron en el mar. (EFE)
Barco atuneron en el mar. (EFE)

Reconózcalo. Admita que en alguna ocasión se le ha pasado por la cabeza buscar una manera para cobrar el seguro y dejar su coche nuevo. O denunciar que le han robado el móvil cuando en realidad se le perdió o se le cayó en un charco. Sobre todo, puede que lo haya pensado tras ver el extracto en su cuenta correspondiente al cobro anual de la póliza de su seguro. Ahora bien, pasado el calentón mental, otra cosa es atreverse a dar el paso.

Y la realidad dice que la gran mayoría de españoles son honrados. Pero la gran mayoría no son todos. En concreto, las compañías aseguradoras detectaron en 2015 306.000 intentos de defraudar al seguro, según destaca Unespa. Estos son los pillados, hay que tener en cuenta que a muchos les habrá salido bien la jugada y habrán conseguido hacer sus trampas. La propia patronal de las compañías aseguradoras sostiene que las estafas al seguro cuesta a las firmas 550 millones. Y teniendo en cuenta que las empresas de seguros no son precisamente compañías con problemas económicos, la consecuencia lógica es que todos los pagos por estafas que se les cuelan supone, en último lugar, un coste añadido en la prima del honrado asegurado de a pie que ve cómo se puede encarecer su póliza.

¿En qué se defrauda?

Dentro de los intentos de fraude, ganan con diferencia aquellos que tienen que ver con accidentes de tráfico. En concreto, estos engaños suponen más del 50% del total. Existe además un tipo de cobertura en el que se intenta defraudar muy por encima del resto: el 35% reclaman la cobertura del auto de responsabilidad civil de daños corporales. Suponen un total de 193.512.062 euros. Desde Unespa, la patronal del seguro de los automóviles, muestran un gráfico en el que se ve que a partir de 2010, los intentos de fraude al seguro cambiaron de tipo. Antes la mayoría eran por importe de menos de 500 euros (alrededor del 65%). Pero a partir de 2010, ya con la crisis en marcha, los fraudes pasaron a ser en su mayoría (en torno al 70%) por valor de más de 500 euros.

Que la mayor parte de fraudes sean comunes no significa que no existan casos de lo más estrambóticos. No hay que obviar que España, para muchos, hunde sus raíces en la picaresca que describía 'El Lazarillo de Tormes' en el siglo XVI. ICEA, la Investigación Cooperativa de Entidades Aseguradoras, reune cada año algunos de los fraudes más curiosos. Y cada año aparecen historias dignas de un guión de Berlanga.

Hiperventilando tras salvar la vida

En una ocasión, un conductor iba a tomar una curva por la noche en Asturias, cuando el vehículo se salió de la vía, cayó a un terraplén y dio varias vueltas de campana. El hombre que llevaba el vehículo, llamó hiperventilando y a punto de infartar al servicio de asistencia. El coche, que había adquirido sólo 19 días antes, era un amasijo de hierros.

Sin embargo, la compañía no acababa de ver claro el siniestro cuando el hombre no tenía ni un rasguño y el pretensor del cinturón de seguridad no se había activado, por lo que intentó esclarecer qué había sucedido. En la investigación se pudo ver que la víctima del accidente había sufrido otro accidente similar meses antes y ofrecía explicaciones contradictorias. Finalmente, la aseguradora pudo demostrar que la factura de compra del coche, por valor de 21.000 euros era falsa y que en realidad le había costado 2.400. Este "chollo" se debía a que lo compró ya hecho un amasijo de hierros y lo lanzó por un barranco para simular el siniestro.

El atunero que perdió su botín

No sólo con coches hay fraude. Una compañía de cría de pescado contrató una póliza para cubrir el traslado de unos atunes vivos en jaulas de un barco hacia unas granjas de engorde en el mar Mediterráneo. En el seguro se establecía que debía informar de cada traslado. Así, la empresa declaró un siniestro por pérdida de los atunes. En su navegación, el buque rompió su timón y quedó sin gobierno, por lo que tuvo que ser asistido y trasladado a tierra. En su retorno al mar para continuar la travesía, el cargamento de atunes había desaparecido. Las jaulas habían quedado dañadas en el incidente y los atunes, cual presos en Alcatraz, habían aprovechado para recuperar su libertad.

El seguro, ante tal historia, decidió investigar. Vio que las coordenadas del barco no coincidían, que el timón no tenía ningún daño, que los atunes se vendieron a un tercero que confirmó la transacción y que los servicios públicos de salvamento marítimo no habían intervenido. Además, el defraudador contrató los servicios de un buzo para que rompiera las jaulas de los atunes que simulaban el agravio. La broma acabó con la apertura de diligencias penales para el defraudador.

Las sufridoras de hemorroides

Si con esto creían que lo habían visto todo, se equivocan. A una aseguradora le llamó la atención que había reintegros de pólizas derivados de operaciones de hemorroides y fisuras anales. Lo curioso es que el pago del seguro correspondían al mismo centro médico de Madrid y al mismo cirujano en todos los casos. El perfil del fraude cometido en los últimos cuatro años varias veces siempre era el mismo: mujeres jóvenes aquejadas de problemas de hemorroides que después de haber sido sometidas a un tratamiento sin mejoría habían terminado con posterior intervención quirúrgica. Esta anomalía llevó a que varios detectives solicitaran información a este cirujano sobre una intervención de nariz. Además, preguntaron si una rinoplastia la podía sufragar el seguro. El médico explicó a estos detectives qué "triquiñuela" debían hacer para cobrar. El engaño consistía en declarar una operación de cirugía general ya que el seguro no cubre la estética. Las pesquisas llevaron finalmente a demostrar que este cirujano sólo realizaba cirugía estética. Y aquellas mujeres aquejadas de hemorroides, en realidad, lucían en las redes sociales del doctor con operaciones de nariz.

P.D. Éstas y otras historias han sido presentadas por Unespa, la patronal de las compañías aseguradoras, como los defraudadores cazados con historias más inverosímiles pero reales durante 2015.

Reconózcalo. Admita que en alguna ocasión se le ha pasado por la cabeza buscar una manera para cobrar el seguro y dejar su coche nuevo. O denunciar que le han robado el móvil cuando en realidad se le perdió o se le cayó en un charco. Sobre todo, puede que lo haya pensado tras ver el extracto en su cuenta correspondiente al cobro anual de la póliza de su seguro. Ahora bien, pasado el calentón mental, otra cosa es atreverse a dar el paso.

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