La gestora se desmarca de la 'guerra de la lotería' abierta en Ferraz

El PSOE no se escapa de ninguna guerra interna. Hasta por la Lotería de Navidad, que le ha generado un nuevo lío y una nueva batalla de versiones. ¿Los cinco décimos del 66.513, el número premiado con el Gordo, eran comprados por algunos trabajadores de Ferraz o regalados? Pues no está claro. Pero la gestora prefiere poner pies en polvorosa de la pelea desatada entre sus propios subordinados, y no dar la razón ni a unos ni a otros. Se queda con que algunos empleados de la sede federal, "a título personal", fueron agraciados con la máxima recompensa del sorteo extraordinario del 22 de diciembre, porque el PSOE, como organización que es, "no administra, distribuye o gestiona" lotería y así lo rubrica en un comunicado hecho público esta tarde.

Al poco de salir el Gordo, el PSOE publicaba un mensaje en su cuenta de Twitter, donde anunciaba que "muchos trabajadores" de la casa habían sido agraciados con el máximo premio. "Un gran final para un año difícil", remataba el tuit. Pero ese júbilo inicial dio paso a un profundo malestar dentro del cuartel general de los socialistas.

Todos los años Ferraz juega a un número acabado en 4, el favorito del histórico Ramón Rubial, presidente del PSOE desde 1976 hasta su muerte, en 1999. Este 2016 era el 91.674, comprado en el punto de venta del paseo de la Esperanza de la capital. Quien se encargó de la reserva y gestión del número fue un trabajador del departamento de Administración y Compras de Ferraz, Juanmi Rojo, secretario de Organización de la agrupación de Entrevías.

El malestar llegó porque algunos trabajadores advirtieron de que esos cinco décimos del 66.513 fueron regalados y no se repartieron entre todos

Pero Rojo además compró —esa fue la primera versión— cinco décimos de otro número, el 66.513. Uno para su mujer, otro que cambió con el director financiero, Restituto Hernández, otro que al final acabó regalando al gerente, Goyo Martínez, y otros dos que quedaron solo para sus compañeros de área, pero no para toda la casa. El 66.513 era el bañado por la fortuna, a las 11.57 horas, cuando las niñas Lorena y Nicol cantaron el Gordo.

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Las piezas, sin embargo, no acababan de encajar. Algunos trabajadores empezaron a torcer el gesto y a protestar. No creían esa versión. Sostenían, y así lo manifestaron a este periódico, que el local del paseo de la Esperanza había regalado, que no vendido, esos cinco décimos al PSOE por haber adquirido muchos billetes del número 'oficial', el 91.674. Vamos, que era un "gesto de cortesía". Por tanto, entendían que esas cinco papeletas premiadas con el Gordo debería repartirse entre todos los trabajadores de Ferraz, y no entre la quincena que integran el departamento de Administración. La voz fue corriendo por la sede, y el malestar fue creciente. Y bien palpable. Porque este jueves se celebraba en el cuartel general el llamado 'vino obrero'. O sea, la copa de Navidad que organiza la sección sindical de UGT de la sede para los trabajadores de la casa, los de los grupos en el Ayuntamiento, la Asamblea, el Congreso y el Senado y los asistentes.

El lío se hizo mayúsculo. Por eso a las 19.10 horas la comisión gestora se sintió obligada a lanzar un comunicado "ante las informaciones aparecidas en distintos medios de comunicación en relación con el sorteo de la Lotería de Navidad de hoy".

De las cinco papeletas, una recayó en el gerente, Goyo Martínez, y otra en el director financiero, más dos que se quedaron en el área de Administración de Ferraz

En él, Ferraz recuerda que el PSOE, "como organización, no administra, distribuye o gestiona Lotería de Navidad", puesto que "son los propios trabajadores y trabajadoras los encargados de la administración, distribución y gestión del número jugado (91.674), que no ha resultado premiado en el sorteo". Ni tan siquiera le cayó la pedrea. Asimismo, la cúpula provisional reseña que "algunos trabajadores y trabajadoras de la sede federal del PSOE, a título personal, fueron agraciados con el Premio Gordo". Así, de forma aséptica, la gestora intentaba quitarse el muerto de encima para poner paz en el nuevo frente interno. Insólito, pero cierto.