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El pequeño comercio que 'sufre' el Orgullo: "Echo el cierre antes. Esto es puro botellón"
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la otra cara de los 'beneficios' en chueca

El pequeño comercio que 'sufre' el Orgullo: "Echo el cierre antes. Esto es puro botellón"

Los organizadores estiman un impacto económico de 300 millones de euros. Pero las tiendas del barrio afirman que en esos días ni venden ni ganan más. "Solo gana el ocio nocturno"

Foto: Rafa regenta la librería 'Nakama' de la calle Pelayo. Lamenta que la actividad cultural del Orgullo haya quedado relegada. (P.E.)
Rafa regenta la librería 'Nakama' de la calle Pelayo. Lamenta que la actividad cultural del Orgullo haya quedado relegada. (P.E.)

Las cifras son apabullantes. El World Pride —fiestas del Orgullo Gay, este año convertido en sede mundial— dará su pistoletazo de salida este viernes en Madrid y se prolongará hasta el siguiente fin de semana. El Ayuntamiento y los organizadores estiman que en los diez días del evento la ciudad podría acoger a un total de dos millones de visitantes y la Confederación de Comercio de Madrid (COCEM) asegura que los negocios de la Comunidad podrían ingresar 300 millones de euros. Números que dejan pasmados a los pequeños empresarios del barrio de Chueca, decepcionados con la deriva que, a su juicio, ha tomado una fiesta cuyo espíritu original reivindicaba los derechos del colectivo LGTB. "Esto ya no es lo que era. Ahora es un macrobotellón más, pero a lo bestia", reconocen varios titulares de locales colindantes a la Plaza de Chueca.

Si los vecinos de la zona se lamentaban por la misma cuestión, reconociendo que la gran mayoría abandona incluso su casa durante la semana del arcoíris, los empresarios que siguen impulsando el comercio de barrio afirman que los beneficios "solo son para algunos" y que sus ventas y el consumo en sus tiendas no se incrementa especialmente gracias a la actividad del Orgullo, como en teoría debería ocurrir. Sus demandas van dirigidas a organizadores y administraciones públicas: "Deben velar por una programación más cultural y diversa" que incentive otros gastos más allá de los gintonics.

Rafa regenta junto a Miren la librería 'Nakama' en la calle Pelayo. El resumen de la situación le sale del alma: "Aquí los que hacen el agosto son los de siempre. Los que venden alcohol y los que alquilan habitación", afirma en el interior de su local. Aunque reconoce que el World Pride "supone un escaparate" para la ciudad "inmenso", también afirma que los negocios como el suyo, dirigidos a un público que no es exclusivo del Orgullo, se ven excluidos. "La gente viene por el ocio nocturno y la fiesta, que es lo que ahora ofrece el evento".

placeholder Una persona se prepara para la carrera de tacones en la pasada edición. (EFE)
Una persona se prepara para la carrera de tacones en la pasada edición. (EFE)

La programación más cultural y artística ha quedado ciertamente relegada. Su librería organizará la próxima semana una actividad al aire libre para promocionar los recitales de poesía, pero no podrá instaurarla en ninguna plaza de Chueca. "Los organizadores nos explicaron que estaban todas ocupadas con escenarios y otras cosas. Lo haremos en Lavapiés". La falta de iniciativas culturales en horario diurno y su sustitución por otras como la guerra de agua y la carrera de tacones impiden el acceso y el tránsito por toda la calle. "Esas actividades son muy divertidas y están bien, pero a lo tonto nos pasamos tres días dentro de la librería sin que nadie pueda entrar. Todo se colapsa".

Los datos son infalibles. Rafa echó cuentas en el Orgullo del año pasado y se encontró con que las ventas eran exactamente igual que otra semana de junio. Ni ganó, ni perdió. Algo parecido le ocurre a la Panadería de Chueca, en la calle San Gregorio. Nuria, al otro lado del mostrador, asegura que al final sale "lo comido por lo servido". Aunque en esos días la mayor afluencia de gente es innegable, su confitería no sirve más desayunos ni vende más pan que cualquier otro fin de semana. "El barrio se vacía. Todos los vecinos se marchan. Nuestros clientes habituales no vienen y aunque mucha gente venga a desayunar, los que vienen normalmente no lo hacen".

El horario es de nueve a tres y por la tarde abren hasta las nueve de la noche. Si las escenas de los últimos cuatro años se repiten, Nuria echará el cierre incluso antes. "La gente se pone en mitad de la puerta a beber. Compran el botellón en el chino y hale. Quieren usar el servicio sin consumir… Y yo, después de todo el día trabajando, lo que voy a hacer es discutir", zanja.

Aún recuerda con nostalgia cuando hace años ocurría justamente lo contrario: alargaban el horario aprovechando el buen ambiente y el consumo hasta bien entrada la medianoche. "Ahora ya han quitado las actividades más sanas, de conciertos y teatro. Solo dejan la parte nocturna, que no tiene consumo para muchos, solo para los empresarios del alcohol. Nosotras realmente perdemos al irse la gente del barrio".

A Mariana y Amaya les ocurre algo similar. Su tienda de ropa —101 Maison d'Esprits Créatifs—, también en la calle Pelayo, no vende más necesariamente los días del Orgullo. Al menos así ha sido en ediciones anteriores. "No entendemos por qué el Pride se tiene que quedar en que sea una fiesta sin más y siempre ganen los mismos", se lamentan. Precisamente, desde la COCEM aseguran que el comercio textil estará entre los sectores más beneficiados. Las empresarias son optimistas en cuanto al número de visitantes. "Sí creemos que se puede fidelizar y que viene un público para el que hay hueco. Nosotras apostamos por el 'made in Spain' que gusta mucho a un perfil de hombre gay".

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Marianna y Amaya han impulsado una iniciativa para el Orgullo Gay en su tienda de ropa. (P. E.)

Aún así, se sienten abandonadas por la organización —como el resto de sus colegas en el barrio—y echan en falta iniciativas que beneficien de forma más equitativa. "Escribimos a la organización para proponerles que haríamos unas camisetas con nuestro logo y la bandera arcoíris". Para contribuir con la reivindicacióndel evento, el 10% de los beneficios que obtengan los destinarán a la Fundación Daniela, relacionada con temas educativos y transexualidad. Aún siguen esperando una respuesta. Tampoco ampliarán su horario. "¿Para qué? Todo lo contrario. Seguramente cerraremos antes".

Los años anteriores no fueron positivos en términos económicos para el pequeño comercio. En esta ocasión, siguen a la expectativa ante la esperanza de que ser la sede mundial del Orgullo Gay pueda cambiar un poco las cosas. "Incertidumbre es la palabra", repite Rafa una y otra vez. Nuria no consigue ser optimista: "Será puro botellón como lo ha sido hasta ahora. O incluso más. Lo extraño sería otra cosa".

Las cifras son apabullantes. El World Pride —fiestas del Orgullo Gay, este año convertido en sede mundial— dará su pistoletazo de salida este viernes en Madrid y se prolongará hasta el siguiente fin de semana. El Ayuntamiento y los organizadores estiman que en los diez días del evento la ciudad podría acoger a un total de dos millones de visitantes y la Confederación de Comercio de Madrid (COCEM) asegura que los negocios de la Comunidad podrían ingresar 300 millones de euros. Números que dejan pasmados a los pequeños empresarios del barrio de Chueca, decepcionados con la deriva que, a su juicio, ha tomado una fiesta cuyo espíritu original reivindicaba los derechos del colectivo LGTB. "Esto ya no es lo que era. Ahora es un macrobotellón más, pero a lo bestia", reconocen varios titulares de locales colindantes a la Plaza de Chueca.

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