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Livinio, el okupa de cinco estrellas, no se va: "Vivo aquí desde hace 71 años"
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VIVE EN LA MADRILEÑA FÁBRICA DE TAPICES

Livinio, el okupa de cinco estrellas, no se va: "Vivo aquí desde hace 71 años"

Livinio Stuyck se mantiene firme. "No voy a dar las llaves", sostiene ante las puertas de la Real Fábrica de Tapices, donde vive sin permiso desde 1996. El Gobierno quiere desalojarlo

Foto: Livinio Stuyck, el okupa cinco estrellas de la Real Fábrica de Tapices. (FOTO: Rafa Méndez)
Livinio Stuyck, el okupa cinco estrellas de la Real Fábrica de Tapices. (FOTO: Rafa Méndez)

"Esta es mi casa. Nací aquí". Livinio Stuyck, porte patricio acorde con su nombre, no se inmuta. Pese a la orden para desalojarlo del dúplex de 700 metros que ocupa sobre la Real Fábrica de Tapices, él se mantiene firme. "No voy a dar las llaves", sostiene ante las puertas de la fábrica, un edificio con más de 200 años de historia. Livinio no se mueve.

El pasado jueves eldiario.es desvelaba la insólita situación de la madrileña Real Fábrica de Tapices. Propiedad de la familia Stuyck, de origen flamenco, desde hace 300 años fue rescatada en 1996. Debía entonces 237 millones de pesetas a la Seguridad Social y a Hacienda, según explica el administrador de la Fundación, Alejandro Klecker. Entonces, el Estado se hizo cargo con un pago de 566 millones de pesetas y pasó a gestionarlo una fundación en la que están el Gobierno, la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de la capital.

placeholder Entrada de la Real Fábrica de Tapices. (Foto: Rafa Méndez)
Entrada de la Real Fábrica de Tapices. (Foto: Rafa Méndez)

Livinio Stuyck, que había gestionado la empresa privada hasta la quiebra, siguió al frente ahora que era pública. Hasta que fue despedido en 2002. Los trabajadores más veteranos recuerdan el encierro que le hicieron porque no pagaba las nóminas. Pese a que pasó a ser pública, hubo algo que nunca cambió en este tiempo: Livinio siguió viviendo con su esposa en la fábrica. Ocupa un dúplex de 700 metros cuadrados, con siete ventanas y balcones a la calle. "No he contado los metros, pero más o menos tendrá eso", sonríe Livinio ante la puerta. Parece tranquilo. Con una colorida bufanda se cuida del frío primaveral.

Klecker explica que el Gobierno lleva seis meses intentando llegar a un acuerdo con él. "Nadie puede vivir en un bien público. Este edificio es, además, Bien de Interés Cultural". Klecker recorre la historia en la Real Fábrica de Tapices, donde los pies se hunden en alfombras mullidas desde que la corona encargó su construcción en 1880: "En 1889 se cede el uso a la fábrica de tapices, pero el edificio siempre ha sido público. Llegó a depender directamente del Gabinete del presidente Azaña".

Encima de la sala en la que habla está Livinio. Son vecinos y mantienen relaciones cordiales. Estamos entre gente educada. Desde 1996, Livinio no ha pagado un euro de alquiler. Tampoco abona las facturas de luz y agua. Tiene seguridad 24 horas y está muy cerca del Retiro. Avisa a seguridad y entra por la puerta principal. Eso sí, el edificio no parece estar en muy buen estado en la primera planta, donde él vive. La situación fue manteniéndose durante años hasta que en 2015, cuando la fundación hizo un inventario para intentar ordenar las cuentas, cayó en que Stuyck no tiene ningún título para vivir allí. Pese a buscar en los archivos, no ha aparecido nada que le autorice.

El martes a las 12 está previsto que el ministerio entregue la orden de desalojo, pero Livinio no se inmuta. "Que vengan, no voy a dar las llaves". Él se aferra a los derechos adquiridos. "Mi familia lleva aquí 300 años. Yo nací aquí. No llevo aquí 20 años sino 71. Es mi casa". El proceso será largo. Hay Livinio para rato.

"Esta es mi casa. Nací aquí". Livinio Stuyck, porte patricio acorde con su nombre, no se inmuta. Pese a la orden para desalojarlo del dúplex de 700 metros que ocupa sobre la Real Fábrica de Tapices, él se mantiene firme. "No voy a dar las llaves", sostiene ante las puertas de la fábrica, un edificio con más de 200 años de historia. Livinio no se mueve.

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