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El sur de la M-30 es la auténtica 'zona cero' de la contaminación "y nadie hace nada"
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CONCENTRA TRES DE LOS PUNTOS MÁS TÓXICOS

El sur de la M-30 es la auténtica 'zona cero' de la contaminación "y nadie hace nada"

Los medidores de la periferia de la capital registran niveles muy elevados de NO2 sin que se activen protocolos. A la concentración de automóviles, se añaden los tóxicos de las fábricas

Foto: La boina de polución sobe el cielo de Madrid, vista el pasado 28 de diciembre. (Reuters)
La boina de polución sobe el cielo de Madrid, vista el pasado 28 de diciembre. (Reuters)

A sus 77 años, Carmen Díaz ha desarrollado un sistema casi infalible para saber si ese día tendrá un ataque de asma. Nada más levantarse, mira por la ventana del salón y si no ve la sierra de Madrid, es que la cosa pinta mal. Y últimamente, la cosa pinta mal con mucha frecuencia. "En seguida siento cuando hay contaminación. Se nota el aire espeso y me cuesta más respirar. He tenido que comprar un aparato que me recomendó mi neumólogo para controlar el asma. Si soplo y el indicador no pasa del rojo, voy corriendo a por oxígeno", explica la mujer antes de hacer una demostración. Su capacidad pulmonar alcanza hoy el color verde. No hay peligro. Afuera, el aire se siente fresco gracias a las últimas lluvias.

Carmen vive sobre la autovía de Madrid a Toledo (A-42), cerca de la estación de medición de dióxido de nitrógeno (NO2) que más veces superó en 2016 el límite máximo recomendado. Se trata de la estación de la plaza Fernández Ladreda (plaza Elíptica), que registró tasas de NO2 superiores a 200 µg/m³ (microgramos por metro cúbico) en 46 ocasiones. El problema para Carmen y el resto de vecinos es que a nadie parece importarle lo que marque esa estación. Sus lecturas no activan protocolos para restringir el tráfico ni generan indignación en redes sociales. El motivo es simple: al encontrarse fuera de la M-30, concretamente al sur de la ciudad, ese medidor queda excluido del Protocolo para Episodios de Alta Contaminación. Y así, muchos días en los que la almendra central de Madrid registra niveles seguros, el extrarradio refleja tasas insalubres sin que salten las alarmas.

El recién anunciado Plan A contra la contaminación del Ayuntamiento de Madrid incluye puntos interesantes para el extrarradio, como la limitación de la velocidad en los accesos a la capital o la ampliación de la flota de autobuses y BiciMad, pero casi toda la batería de medidas está diseñada para el interior de la M-30. "Es habitual que a los vecinos del sur de Madrid nos discriminen en cuestiones de inversión y servicios, y esto de la contaminación es otro agravio comparativo. Cuando en Madrid saltan los sensores, se toman medidas, pero cuando saltan en el extrarradio no. Muchos días en que el centro supera máximos durante dos horas seguidas, nosotros llevamos ya tres horas. ¿Es que nuestros pulmones son de menos categoría que los de la gente que pasea por Gran Vía?", clama Javier Cuenca, presidente de la Asociación Vecinal La Incolora, de Villaverde Alto.

Un ejemplo fue el pasado 29 de diciembre. El Ayuntamiento de Madrid decretó, por primera vez en la historia, el escenario 3 del Protocolo para Episodios de Alta Contaminación, que se toma cuando dos estaciones de medición superan los 200 µg/m³ de NO2 durante dos horas consecutivas. Ese día, la estación de Villaverde rebasó esa cantidad durante tres horas consecutivas en la más absoluta indiferencia.

"Muchos días somos el lugar más contaminado de España, y sin embargo no disponemos de ningún protocolo", denuncia la AAVV de Villaverde

En lo que va de año, Villaverde ha registrado las tasas medias más elevadas, y es uno de los nueve lugares de Madrid que en 2016 rebasaron el valor medio anual que establece la legislación europea para la protección de la salud humana (40 µg/m³). De esos nueve puntos, cuatro se ubican fuera de la M-30. Se trata de la citada estación de Villaverde, la de plaza Elíptica, Puente de Vallecas y Urbanización Embajadas (Barajas). Menos esta última, las otras cuatro se extienden a lo ancho de la ladera sur del río Manzanares.

"Villaverde y los barrios de alrededor son especialmente proclives a acumular bolsas de polución. Por eso, las distintas asociaciones vecinales nos hemos puesto en pie de guerra para reclamar medidas", prosigue Cuenca. Y lo explica: "Esta zona se ubica en un valle que provoca que el aire se estanque durante más tiempo. La contaminación de Madrid emigra con los vientos de norte a sur, y eso hace que la polución se mantenga aquí días después de que se haya despejado en el centro. Muchos días somos el lugar más contaminado de España, y sin embargo no disponemos de ningún protocolo".

En efecto, si hay que ubicar la ‘zona cero’ de la contaminación atmosférica en España, esa sería la zona sur de la capital. No solo tiene que lidiar con el dióxido de nitrógeno que llega del centro, sino con sus muy concurridas autovías y con los humos tóxicos de las industrias circundantes, en especial cementeras y la incineradora de Valdemingómez, el vertedero de Madrid. "Las cifras están ahí: en 2016 respiramos aire de calidad deficiente entre un 10% y un 15% de los días. Es muy preocupante. Los centros de salud cada vez atienden a más gente con problemas respiratorios. No se puede tolerar que vivir al norte o al sur de Madrid determine la salud de una persona", denuncia Francisco Rodríguez, presidente de la Asociación de Vecinos del Barrio Zofio, a cuyo territorio pertenece el medidor de la plaza Elíptica.

"Se ha puesto el foco en el centro de la ciudad, pero en muchas ocasiones son lugares de la periferia los que soportan el aire más contaminado. Y esto sucede sin que se adopten medidas específicas para paliar las consecuencias sobre la salud de las personas que en ellos residen", considera la Federación de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM).

Tanto la estación de la plaza Elíptica como la de Villaverde se sitúan en parques arbolados, lo que reduce sensiblemente el volumen de partículas contaminantes que captan. "En su día, las estaciones se colocaron en base a informes técnicos en los lugares más transitados. Durante unos años se midió la contaminación real de estos barrios, pero para no crear alarma, el ayuntamiento decidió reubicar nuestra estación en un parque donde no pasa ni un coche", explica Cuenca.

Muertes prematuras

Las crisis respiratorias se han convertido en una constante en los ambulatorios del sur de Madrid. Lo sabe Javier Medel, médico del centro de salud Potes (Villaverde): "La posibilidad de padecer enfermedades respiratorias, hormonales o cáncer de pulmón, aumentan bastante en función de dónde vivas. Como se suele decir, el código postal pesa más que el código genético en tu esperanza de vida. Se podrían evitar miles de muertes si se tomaran las medidas adecuadas". Medel no ha visto una relación directa entre días de alta contaminación y crisis respiratorias en su consulta, pero asegura que los "efectos a largo plazo" son devastadores. "Hablamos de que una persona puede perder años de vida por culpa de la contaminación". Según la Agencia Europea del Medio Ambiente, los gases contaminantes causan unas 30.000 muertes prematuras al año en España (datos de 2013). La Escuela Nacional de Sanidad estima una cifra algo menos alarmante: 26.830 fallecidos en la última década.

La FRAVM también se ha puesto en pie de guerra ante este agravio comparativo. Pide al ayuntamiento que "diseñe y aplique medidas urgentes en aquellas zonas que, situadas fuera de la almendra central, sufren a diario niveles elevados de contaminación atmosférica". La federación propone ampliar el perímetro de restricción de tráfico rodado, siguiendo los pasos de otras capitales europeas, y "acometer la renovación completa de la flota de la EMT, la ampliación de la red de carriles bici y la extensión de BiciMad a los barrios de la periferia, el aumento de las calles peatonales, la conversión en vías urbanas de autovías que penetran en la ciudad, como la A-5, un mayor impulso al uso del transporte público, la puesta en marcha de un nuevo plan de movilidad sostenible o el cierre de la planta incineradora del complejo de tratamiento de residuos urbanos de Valdemingómez". El Plan A contra la contaminación incluye varios de estos puntos, aunque falta conocer si alcanzará a los barrios periféricos.

Como reconoce Carmen, apostada en el marco de su ventana: "Nos podemos acostumbrar al ruido de los coches todo el día, pero no a esto. Lo peor es el verano, no podemos ni abrir las ventanas. Si estoy dos o tres días sin limpiarlas y paso un papel de cocina, sale negro. El marco de la ventaja, si te fijas, ya no es blanco, tiene un baño oscuro de la polución". "Estamos hablando de un tema de salud", insiste Cuenca, de la AAVV La Incolora. "Esto nos está restando a mí y a mis convecinos años de vida y nadie hace nada. Nos gustaría que con los aires del norte no solo viniera la polución, sino también la inversión. Que pensáramos en el sur de Madrid como un lugar de desarrollo. Tenemos mucho suelo industrial, pero no queremos empresas contaminantes que no cumplen las regulaciones medioambientales, sino empresas modernas que revitalicen la economía de estos barrios".

A sus 77 años, Carmen Díaz ha desarrollado un sistema casi infalible para saber si ese día tendrá un ataque de asma. Nada más levantarse, mira por la ventana del salón y si no ve la sierra de Madrid, es que la cosa pinta mal. Y últimamente, la cosa pinta mal con mucha frecuencia. "En seguida siento cuando hay contaminación. Se nota el aire espeso y me cuesta más respirar. He tenido que comprar un aparato que me recomendó mi neumólogo para controlar el asma. Si soplo y el indicador no pasa del rojo, voy corriendo a por oxígeno", explica la mujer antes de hacer una demostración. Su capacidad pulmonar alcanza hoy el color verde. No hay peligro. Afuera, el aire se siente fresco gracias a las últimas lluvias.

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