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Recogida privada de basura, vigilantes... el callejón Puigcerdà busca la paz vecinal
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REGLAS DE CONVIVENCIA EN LOS RESTAURANTES DE PUIGCERDÀ

Recogida privada de basura, vigilantes... el callejón Puigcerdà busca la paz vecinal

Los hosteleros del callejón vip de Madrid preparan unas 'reglas de convivencia' para acabar con la guerra iniciada por los vecinos en el barrio de Salamanca, que logró el cierre provisional de locales

Foto: Callejón de Puigcerdá. (Enrique Villarino)
Callejón de Puigcerdá. (Enrique Villarino)

La guerra iniciada el pasado diciembre entre los propietarios de los restaurantes de moda de la calle Puigcerdà de Madrid y los vecinos de los portales colindantes podría acabar en un proceso de paz. Al menos, esa es la intención que tienen los hosteleros, que este martes presentarán en una reunión vecinal una batería de medidas para paliar los daños denunciados por los residentes, especialmente sobre los olores y ruidos que la milla de oro gastronómica genera a las puertas de sus viviendas.

Entre las iniciativas pactadas por los restaurantes, se encuentran un servicio extra de recogida de basuras contratado con una empresa privada, al entender que la prestación municipal es insuficiente, y un vigilante permanente para salvaguardar el descanso de los vecinos evitando la acumulación de gente a las puertas de los restaurantes y disuadiendo el ruido exterior. "No es que sea necesario y, de hecho, en la mayor parte del tiempo no lo es. Pero queremos que esté si es necesario poner orden", explica la secretaria general de la Asociación de Comerciantes de la zona de Jorge Juan, Cristina Lanzarote. Además, los restaurantes han iniciado contactos con todos sus proveedores para que el servicio de carga y descarga finalice todos los días a las 11 de la mañana, lo que frenaría otra de las quejas capitales del vecindario: la presencia constante de camiones y coches en doble fila por culpa de los locales de Puigcerdà.

Tras el susto que se llevaron hace unas semanas, cuando la Policía Municipal aterrizó con una orden de cese de actividad precintando tres de los locales —primero La Máquina y un día después Babelia y Los Gallos, estos dos últimos del mismo dueño—, los hosteleros han decidido actuar y mostrar su intención de llegar a "una situación de paz y tranquilidad" a través de estas 'reglas de convivencia' que este martes los vecinos deberán valorar. Algunos de los puntos ya están cerrados y otros serán presentados hoy con la esperanza de conseguir el beneplácito vecinal. El entorno de los restaurantes reconoce la fuerza demostrada por los vecinos, que además cuentan con el apoyo del ayuntamiento, y de ahí su rápida actuación: "Queremos que se note que estamos dispuestos a cambiar cosas y a contribuir por que la situación sea mejor para todos", afirman.

De hecho, la intención de los hosteleros —si prospera el diálogo con los vecinos— es presentar el plan de convivencia al concejal de Desarrollo Urbano Sostenible, José Manuel Calvo, para mantener informado al consistorio y que se implique en las conversaciones. El equipo de gobierno municipal dirigido por Manuela Carmena se ha mostrado tajante en el caso de Puigcerdà. Como la institución ya informó a este diario, "desde hace meses" viene advirtiendo a los empresarios de las irregularidades en sus respectivos negocios, "en aforo, seguridad y ocupación pública", instándoles a regularizar cuanto antes la situación para no llegar al punto de diciembre. "Les dimos unos plazos más que razonables y no cumplieron", afirman desde Urbanismo.

El cierre provisional de los restaurantes Babelia y Los Gallos, de apenas dos días y medio, supuso la cancelación de 400 reservas, según los datos de la Asociación de Comerciantes de la zona de Jorge Juan, y el de La Máquina podría haber alcanzado las 300, ya que en su caso el cese se prolongó algún día más. En efecto, la orden de la Policía Municipal de clausurar provisionalmente los locales llegó prácticamente la víspera de Nochebuena en plena estación de cenas navideñas y de empresa, desatando la ira de los empresarios y de los 270 empleados, que temieron por sus puestos de trabajo.

Además de las quejas de los vecinos, fundamentadas en un "empeoramiento general" de la situación de su barrio tras convertirse los restaurantes de Puigcerdà en el furor del ocio madrileño, las verdaderas irregularidades que permitieron actuar al consistorio se referían a los cerramientos de las terrazas, que invaden parte del espacio público y deberán someterse a modificaciones. "Los locales tienen tomada la calle y esto parece Cortylandia", afirmaba una vecina a este diario. La principal obsesión del ayuntamiento en lo que respecta a licencias es ser "completamente rigurosos" en temas de seguridad. Los vecinos del barrio de Salamanca valoran la postura de la Administración municipal, que no está dispuesta a claudicar y hará cumplir la normativa a todos los restaurantes.

Aunque los vecinos han mantenido varias reuniones en los últimos meses con los propietarios de los establecimientos y con la asociación de comerciantes, las posturas hasta el momento eran irreconciliables. Los residentes insisten en la imposibilidad de conciliar el sueño por las noches a causa del vocerío y el tráfico generado por los coches. El único acuerdo al que llegaron ambas partes fue el referido a la contratación de un servicio de basuras adicional para evitar la acumulación de cajas y residuos en la calle, sin gran éxito. La voluntad de los hosteleros ha cambiado después del sobresalto navideño... y está por ver si los vecinos se conforman o continúan dando la batalla.

La guerra iniciada el pasado diciembre entre los propietarios de los restaurantes de moda de la calle Puigcerdà de Madrid y los vecinos de los portales colindantes podría acabar en un proceso de paz. Al menos, esa es la intención que tienen los hosteleros, que este martes presentarán en una reunión vecinal una batería de medidas para paliar los daños denunciados por los residentes, especialmente sobre los olores y ruidos que la milla de oro gastronómica genera a las puertas de sus viviendas.

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