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El infatigable 'timador chino del infarto' que ha estafado a todo Malasaña
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si LA ESTAFA no supera los 400€, es un delito leve

El infatigable 'timador chino del infarto' que ha estafado a todo Malasaña

Casas, negocios y hasta el Teatro Lara de la capital han sido objetivos del presunto estafador en los últimos dos años. Su enésimo golpe le ha llevado a pasar por comisaría

Foto: Imagen del presunto timador tomada por una víctima y publicada por 'Somos Malasaña'.
Imagen del presunto timador tomada por una víctima y publicada por 'Somos Malasaña'.

Suena el timbre. Es un ciudadano chino nervioso, casi desesperado, que cuenta que trabaja en la tienda de la esquina pero alguien de su familia ha sufrido un infarto y necesita 20 euros para ir al hospital. ¿Alguna víctima en la sala?

Es posible, porque siempre usa el mismo 'modus operandi' y a veces, las mismas víctimas. Este supuesto timador lleva más de dos años recorriendo Malasaña y los barrios madrileños adyacentes y en ocasiones repite, atrapado en el tiempo como si fuera el Día de la Marmota. Es entonces cuando entra en juego la colaboración ciudadana. Las calles de Malasaña se convirtieron a principios de junio en todo un escenario cinematográfico de la mano de Miguel, que tiene un negocio en la calle San Vicente Ferrer, y quien no dudó en perseguirlo y avisar a la Policía.

Su historia con el supuesto timador arranca hace dos años, cuando su socio fue víctima del engaño: “Le dijo que trabajaba en ‘el chino' de la calle de abajo, que su mujer se había desmayado y que necesitaba 20 euros para llevarla al hospital, así que se los dio. Después bajó a la tienda para ver qué había pasado y vio que no trabajaba allí”. Miguel no fue testigo de lo sucedido pero vio la grabación captada por la cámara del establecimiento y comenzó a hablar de ello con sus conocidos, hasta que averiguó que también había estafado a vecinos de otras zonas, como en la calle Ibiza.

Justo cuando la Policía estaba con ellos, pasó otro tipo y le dijo: ‘Tú eres al que le dejé 20 euros’. En un segundo se habían juntado dos víctimas del timador

Hace dos semanas otro amigo suyo que estaba al tanto le mandó un WhatsApp alertándole de que el timador estaba de nuevo en la zona pidiendo dinero.

Hace dos años que le busco porque me molestó mucho su mala fe, así que cogí la bici y salí a buscarlo por el barrio. Le encontré en la calle San Vicente Ferrer, me paré al otro lado de la acera para ver qué hacía. Se dirigía hacia la calle Fuencarral, con un chico que iba a sacar dinero en un cajero del Banco Santander. Le dije al amigo que me había avisado que se acercase para confirmar que era él. Cerró su negocio, vino y lo confirmó. Entonces paré a una patrulla municipal que pasaba por allí, aparcaron en medio de la calle y se acercaron para pedirles la documentación. Justo cuando la Policía estaba con ellos, pasó otra víctima del timador y le dijo: ‘Tú eres al que le dejé 20 euros’. Después de eso, el agente me dijo que no sabía qué había pasado, pero que en un segundo ya había dos víctimas del timador”. Posteriormente, tanto Miguel como su socio fueron a la comisaría de Leganitos a interponer sus denuncias.

Fuentes de la Policía Nacional confirman a El Confidencial que el susodicho, de nacionalidad china, llegó a Leganitos en un traslado "a efectos de identificación". Allí, según consta en las diligencias, se le tomó registro “durante el tiempo que dura este trámite”, sin que haya trascendido su nombre ni su edad. Aunque solo hay dos denuncias en su contra, en la Policía hay registros de numerosas llamadas sobre este presunto timador.

En principio, lo sucedido constituye un supuesto delito de estafa, pero como la cantidad suele ser inferior a 400 euros, se trataría de un delito leve que conlleva una pena de multa de uno a tres meses. Solo si superase los 400 euros, la condena implicaría prisión de seis meses a tres años, según explican desde el Colegio de Abogados de Madrid. Para iniciar el procedimiento solamente es necesaria una denuncia pero si hubiese varias relativas a hechos similares, podría agruparse su tramitación en un solo procedimiento y llegar a calificarse como un único delito continuado de estafa. En este caso, se sumarían las cantidades de cada denuncia y, si así se superasen los 400 euros, ya no sería un delito leve sino el castigado con pena de prisión.

"No le hagas caso, es un chino ladrón"

En la comunidad china en Madrid, es un garbanzo negro y está identificado. Cuenta un comerciante que se sabe que lleva muchos años en España y habla “mejor que vosotros”, mientras nos señala. Al parecer, ha fijado su residencia en La Latina y su oficina en Malasaña.

Del Dos de Mayo a la Plaza de la Luna, los vecinos están al tanto del paso por comisaría del presunto timador a través del boca a boca y del periódico 'Somos Malasaña', en un artículo que corrió como la pólvora.

“A los dos o tres días de enterarme de la noticia me lo encontré yo detrás de mi casa otra vez. O sea, que ha durado bien poco”, cuenta una víctima que lo tiene bien fichado. Es otra heroína anónima que ha contribuido a que nadie más en el barrio vuelva a caer presa del ‘timo del infarto’. Y es que después de que su marido, que es “muy espléndido”, le diera aquella mañana 40 euros “para ir y volver” en taxi, volvieron a encontrárselo por la calle. “Oye, tú, que nos has robado”, le increpó su esposo mientras el supuesto timador salía corriendo al grito de “¡Yo no, yo no!”. A la tercera fue la vencida y a pesar de la actitud violenta que mostró, reaccionaron a tiempo: dispararon tres fotos con el móvil “a discreción” y las compartieron por internet.

“Me comentó una amiga que estaba tomando café por el barrio y se acercó a pedirle dinero a una señora. Y como había visto las fotos le dijo: 'no le hagas caso, que es un chino ladrón'”.

"Es malo y daña la imagen de China"

Las víctimas lo describen como un hombre "joven y fuerte", al que es fácil ver siempre con un pantalón beige claro y una camiseta por dentro caminando Fuencarral arriba y Ballesta abajo. En tantos años de recorrido, aseguran algunos, ha cruzado la frontera invisible de la Gran Vía y ha 'operado' en los alrededores del metro Sevilla y hasta en la Plaza de Santa Ana.

Hace cuestión de dos meses estuvo de paseo por la Glorieta de Quevedo. Jorge, el portero de una comunidad afectada, cuenta que el susodicho “se coló” a primera hora de la mañana y llamó por lo menos a seis o siete casas mientras él limpiaba la escaleras. En este caso, se hacía pasar por el hermano de uno de los vecinos, que es chino y tiene una tienda junto al portal. Una de las vecinas escuchó en silencio la ‘performance’ desde el otro lado de la puerta y se esperó a que dieran las 9:30 para que abriera. Lo que se encontró confirmó sus sospechas. 'Pablo', como se hace llamar en la comunidad el vecino chino, estaba colocando las macetas como todas las mañanas.

El portero de una comunidad afectada cuenta que el susodicho "se coló" a primera hora de la mañana y llamó por lo menos a seis o siete casas

Es “malísimo, malísimo, muy malo” porque es una sola persona que “daña la imagen de China”. "Es mierda", dice simulando una pistola con los dedos. Y podría perfectamente trabajar “porque siempre hay trabajo”, dice señalando a tres personas que entran en su tienda, pero esta persona “prefiere la calle”. “Le gusta sacar dinero de la calle”. 'Pablo' hace esfuerzos por dejar claro que no le conoce, pero sabe perfectamente a qué se dedica desde hace por lo menos cinco años. Aunque no se sabe el nombre, dice que lleva “muchos años aquí” abusando de la gente.

El timo de la rueda pinchada

Tres de esas víctimas con buenas intenciones son compañeras de una oficina situada en la calle Marqués de Valdeiglesias. Hace poco más de un año, recibieron la primera visita del presunto timador y, al final, acabaron rascándose el bolsillo para ayudarle. “Llamó a la puerta y estaba temblando mucho y sudando. Parecía que no hablaba bien español y empezó a decir palabras sueltas: ‘Chino de abajo, cuñada, un infarto, hospital, no tengo dinero’. Dijo que luego nos lo devolvía porque trabajaba al lado”, explica Paula, una de las afectadas. “Cuando le preguntabas algo, no hablaba bien ni hacía frases coherentes”, relata Eugenia, otra estafada, quien reconoce que, a pesar de su actitud sospechosa, prefirieron confiar en él por si de verdad tenía un problema. Tras su marcha, la tercera compañera, Andrea, decidió asomarse al balcón para comprobar si su excusa era cierta: “Cuando salió del portal ya estaba tan normal”.

No contento con los casi 20 euros que se llevó de allí, hace un par de meses volvió a llamar a la misma puerta pero esta vez con la excusa de que era su mujer la que estaba en el hospital. Sin embargo, Paula avisó de la estafa al resto de sus compañeros. “Le dije: ‘Es la segunda vez que vienes aquí’”, así que no le quedó más remedio que darse la vuelta e irse con las manos vacías.

Lo de insistir una y otra vez en los mismos sitios parece que es frecuente, también le pasó con el Teatro Lara, desde el que confirman que han recibido sus visitas. La primera vez subió a la oficina, asegurando que era de una tienda de al lado. Como al personal del teatro le pareció extraño su relato fueron a preguntar al establecimiento y les confirmaron la mentira. Por ello, decidieron avisar a los compañeros de taquilla para que estuvieran prevenidos. Y así fue, porque cuando pasó por allí, no consiguió ni un céntimo.

Otra tienda en la Corredera Alta de San Pablo. (A.G.)También acudió dos veces a un establecimiento situado en la calle El Escorial y, en vista de que no conseguía su objetivo, decidió cambiar ligeramente el guion. La primera vez el propietario le propuso que le dejase el DNI para devolvérselo cuando le trajese de vuelta los 20 euros. “Me dijo que no tenía la cartera pero yo sí vi que la llevaba, por eso le dije que me dejase su iPhone y también me dijo que no, así que se fue”, relata P. P. “Meses después vino y me dijo directamente que me dejaba el móvil a cambio de 30 euros y le contesté que no, y se fue despotricando”. Hasta la iglesia de San Marcos ha sufrido su doble embiste: la primera vez, hace dos años, se llevó un buen botín, pero la segunda -cuenta el párroco- ya solo se llevó tres euros."No lo quería ayudar más porque eso es ya una mendicidad extraña", dice.

En definitiva, el supuesto timador de Malasaña es un hombre de recursos. De hecho, su compatriota 'Pablo' recuerda que el ‘timo del infarto’ estuvo precedido por el ‘timo de la rueda pinchada’. “Yo le vi por aquí hace cinco años pidiendo ayuda con el coche porque decía que se le había pinchado una rueda y necesitaba 50 euros”, cuenta totalmente indignado. “¡Cuando eso vale 15 o 20!”. Pero la gente, dice, “tiene buena voluntad”.

Suena el timbre. Es un ciudadano chino nervioso, casi desesperado, que cuenta que trabaja en la tienda de la esquina pero alguien de su familia ha sufrido un infarto y necesita 20 euros para ir al hospital. ¿Alguna víctima en la sala?

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