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Ignacio González, el fontanero de Aguirre que nunca medirá sus fuerzas en las urnas
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EL PRESIDENTE DE LA COMUNIDAD, DESCARTADO

Ignacio González, el fontanero de Aguirre que nunca medirá sus fuerzas en las urnas

Eterno segundón de la candidata a la Alcaldía, la presidenta del PP le premió su fidelidad dejándole el sillón presidencial. Mariano Rajoy trunca sus aspiraciones de revalidar su puesto

Foto: El todavía presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González. (Efe).
El todavía presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González. (Efe).

Ignacio González se cae de la carrera electoral. Nadie sabe aún si Mariano Rajoy tomó la decisión antes de que estallase otra vez el caso de su ático marbellí. Pero su opción no ha sido la que más ha gustado al presidente. El eterno número dos de Esperanza Aguirre, a quien la propia presidenta elevó hasta el sillón presidencia para agradecerle tantos años de trabajo codo con codo, se queda con las ganas de medir sus fuerzas ante las urnas.

La sombra de las dudas del ático de González ha sido el detonante que ha frenado en seco las aspiraciones del todavía presidente, el único que lleva diciendo abiertamente desde hace meses que quería ser el candidato popular a la Presidencia de la Comunidad. La marcha obligada de su rival en la Asamblea de Madrid, Tomás Gómez, forzado por su secretario general, saltó las alarmas entre sus compañeros de filas, que veían al exlíder del PSM como el mejor rival para que nadie moviese a González su silla.

Desde que heredó la presidencia de manos de su mentora ha recibido cinco varapalos que dejaron en un año su figura política resquebrajada

Desde que heredó la presidencia de la Comunidad de Madrid de manos de su mentora ha recibido cinco varapalos que dejaron en un año su figura política totalmente resquebrajada y sin ningún proyecto político para convencer a los madrileños. Privatizar la gestión de seis hospitales públicos se convirtió en uno de sus caballos de batalla. Fue González y no Aguirre quien tuvo que cuadrar como pudo unos durísimos presupuestos para 2013 en los que, aseguraban, no se podía sostener el sistema de salud público. Las calles de Madrid se convirtieron en el campo de batalla de la marea blanca, el fenómeno antiprivatización que surgió para paralizar precisamente el proceso que tuvo que abortar definitivamente el todavía presidente. La estrategia pasó por sacrificar al consejero de Sanidad, anular el proceso privatizador que tantas ampollas había levantado con la sociedad y empezar de cero, cruzando los dedos para encontrar pronto un nuevo puntal sobre el que salvar la legislatura.

González heredó otra promesa de Esperanza Aguirre. Un estadounidense, Sheldon Adelson, iba a invertir en Madrid 17.000 millones de euros con los que se crearían 200.000 empleos. Una lluvia de millones y de trabajo en plena sequía con la que Ignacio González se convertiría en el barón que más empleo iba a crear en la legislatura con los datos del paro más desorbitados. La alegría se volvió amarga cuando el magnate del juego y el ocio rompió las negociaciones con el Gobierno de Rajoy al exigir unas condiciones inviables para cualquier Administración.

Su enfrentamiento con Montoro

El Ejecutivo madrileño en la era González tampoco ha contado con el apoyo del Gobierno central. Especialmente tensas han sido las relaciones con el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, a cuenta de la financiación autonómica. De hecho, cuando el presidente de la Comunidad vio reducida la partida presupuestaria para 2014 en 1.300 millones, criticó duramente que “Madrid no puede seguir con un presupuesto de 17.000 millones frente a otras comunidades como Cataluña, que tiene más de 30.000”. Montoro le llegó a afear en público que estuviera labrando su candidatura para las elecciones autonómicas a costa de hacer oposición a Rajoy. González tampoco se calló y atribuyó las críticas del ministro a las polémicas que ha protagonizado en la Agencia Tributaria.

El asunto más espinoso que ha ensombrecido la figura de Ignacio González ha sido la adquisición del ático que posee en Estepona. Aguirre y los suyos querían prevenir por todos los medios que el frente judicial no derivara en una imputación del presidente. No ha hecho falta que llegase la acusación de un juez. Ni la gestión del ébola en la región ha hecho tanto daño a sus aspiraciones políticas como las últimas informaciones publicadas en los medios de comunicación en las que se volvía a poner en cuestión la forma en la que adquirió su ático marbellí.

Ignacio González se cae de la carrera electoral. Nadie sabe aún si Mariano Rajoy tomó la decisión antes de que estallase otra vez el caso de su ático marbellí. Pero su opción no ha sido la que más ha gustado al presidente. El eterno número dos de Esperanza Aguirre, a quien la propia presidenta elevó hasta el sillón presidencia para agradecerle tantos años de trabajo codo con codo, se queda con las ganas de medir sus fuerzas ante las urnas.

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