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Tambores de guerra en el PP de Vigo, la mayor agrupación de los populares gallegos
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Tambores de guerra en el PP de Vigo, la mayor agrupación de los populares gallegos

Afrontan divididos y entre acusaciones de injerencias su congreso de la ciudad que permanece incontrolable para el partido de Feijóo

Foto: Ana Pastor, Alberto Núñez Feijóo, Mariano Rajoy y Elena Muñoz.
Ana Pastor, Alberto Núñez Feijóo, Mariano Rajoy y Elena Muñoz.

El PP de Galicia tiene muchos frentes que cerrar en la próxima cita electoral, la de las municipales de 2019. Algunos se abrieron en 2015, cuando el partido de Alberto Núñez Feijóo se desplomó y cedió a las mareas las alcaldías de A Coruña, Santiago y Ferrol. La ciudad de Vigo es, en cambio, un problema crónico para los populares, una ciudad tradicionalmente gobernada por la izquierda a la que Feijóo no acaba de encontrar la manera de echarle el lazo. Su último intento se llamó Elena Muñoz, una 'conselleira' sacrificada para luchar contra Abel Caballero que se estrelló de mala manera en las urnas ante el alcalde socialista. La situación se le ha descontrolado tanto que ni la balsámica mayoría absoluta de septiembre ha evitado que el PP de Vigo afronte su congreso de diciembre dividido y entre acusaciones de guerra sucia.

Muñoz ha tenido que pactar con una de las candidaturas competidoras para reducir a dos las opciones en el congreso local del que saldrá el más que probable candidato a la alcaldía. Acude como aspirante favorita de la cúpula de su partido frente a un 'exconselleiro', Javier Guerra, que no ha dudado en sembrar sospechas sobre el proceso. Tras las primeras escaramuzas, ha denunciado su preocupación por las “injerencias” y la falta de “limpieza y neutralidad” del congreso. “Los militantes se merecen un congreso abierto, limpio y en positivo”, resaltó, después de que distintos cargos de la Xunta apostaran por su rival.

placeholder Pastor, Guerra y Muñoz.
Pastor, Guerra y Muñoz.

La batalla por la presidencia local se desató con un trío de aspirantes en representación oficiosa de Feijóo, de Rajoy y de las bases. Muñoz, actual portavoz del partido en el Ayuntamiento de Vigo, es la preferida por la dirección del PP de Galicia. Su rival será Guerra, un 'exconselleiro' que acabó de mala manera su relación con el presidente de la Xunta. Inicialmente competía con ambos Lucía Molares, directora del Sepes (la Entidad Estatal del Suelo, del Ministerio de Fomento) y próxima a Mariano Rajoy a través de una gran amiga común: Ana Pastor. Pero Molares ha pactado su integración en la candidatura de Muñoz, por lo que el panorama se ha aclarado ligeramente.

La apuesta de Feijóo por Elena Muñoz, aunque velada, no ha gustado a buena parte de la dividida militancia de Vigo, que recuerda el batacazo electoral que le propinó Abel Caballero en las últimas municipales. En esa ocasión, el PP perdió la mitad de los votos que había logrado cuatro años antes y redujo su representación en la Corporación desde 13 concejales —a uno de la mayoría absoluta— hasta los siete que ahora tiene. La clásica operación de Feijóo de sacrificar a un 'conselleiro' para lanzarlo a una alcaldía se demostró un auténtico desastre. Era probablemente el miembro de aquel Ejecutivo gallego más desconocido para los ciudadanos, lo que motivó las chanzas de Caballero. “¿La candidata del PP de Vigo? ¿Quién es? No la conozco”, bromeaba con los periodistas cuando se confirmó como aspirante a la alcaldía.

Lucía Molares se dio a conocer en Vigo como concejala entre 2003 y 2009, muy próxima entonces a la que fuera alcaldesa de la ciudad hasta 2007, Corina Porro. Pero la amistad que realmente la ha avalado en su carrera política es la de Ana Pastor, que la eligió en 2012 para dirigir el Sepes. Y eso es tanto como decir que forma pare del círculo de Mariano Rajoy, porque no en vano, fue otro conocido miembro del clan de Pontevedra, el fallecido Francisco Villar, quien impulsó su trayectoria cuando la reclamó en 1996 como jefa de gabinete de la Secretaría de Estado para las Administraciones Públicas, y al hacer lo mismo cuatro años más tarde desde la Secretaría para el Deporte. Su integración en la lista de Muñoz la convierte en candidata a la vicepresidencia del partido.

Los problemas de Javier Guerra

Pese a presentarse como candidato de la militancia, el acaudalado Javier Guerra es el aspirante que ha pasado más problemas para reunir sus avales y probablemente el más alejado de los problemas cotidianos de los vigueses. Si este sábado logra los que necesita para consolidar su candidatura, será la gran oportunidad para hacerse con las riendas del PP de Vigo para esta especie de Donald Trump local, que desafía a las élites de su partido con métodos heterodoxos y exhibiendo los éxitos de sus empresas. Aunque no sean pocos sus compañeros de formación política que, no sin malicia, prefieren compararlo con Obama, debido a su notoria afición a los rayos uva.

Gane quien gane, el reto será mayúsculo para el futuro presidente de una agrupación que se ha caracterizado por una tremenda inestabilidad

Cuando fue nombrado 'conselleiro', en 2009, Guerra declaró un patrimonio de 16 millones de euros, seis veces más que el resto de sus compañeros de gabinete juntos. Venía de ocupar diversos cargos directivos en empresas como Tessile GFT Moda, Alfico, Nike o Skechers, pero en la que cosechó sus mayores éxitos fue El Secreto del Mar, de su propiedad, desde la que explotó una marca de gran éxito hace unos años. Se trata de El Niño, de inspiración surfera, que formaba parte del vestuario obligatorio de miles de adolescentes la pasada década. El Secreto del Mar quebró hace dos años, mientras Guerra busca levantar nuevos proyectos como el también textil Fun & Basics.

El paréntesis de los negocios de Javier Guerra se produjo entre 2009 y 2012, años en los que fue elegido por Feijóo para dirigir la 'consellería' de Economía e Industria. Tras proclamar a los cuatro vientos su desencanto de la política durante ese mandato, el 'conselleiro' sorprendió a todos cuando, en vísperas de las autonómicas de 2012, exigió al presidente del partido un puesto relevante en las listas del PP. Acabó de número tres, pero en el Gobierno que elaboró Feijóo tras las elecciones Javier Guerra fue la única baja. Probablemente el ahora candidato a presidente local del PP esperaba un premio mayor que el de diputado raso por haber dado la cara por su partido en el conflictivo concurso eólico de la Xunta. Esa herida no ha cicatrizado aún en Javier Guerra, en quien algunos de sus detractores detectan ánimo de revancha con su candidatura a presidente del PP de la mayor ciudad de Galicia.

Gane quien gane en el congreso del 17 de diciembre, el reto será mayúsculo para el futuro presidente de una agrupación que cuenta en sus filas con más de 5.000 afiliados, y que se ha caracterizado tradicionalmente por una tremenda inestabilidad. El clima en el que se viene desarrollando la campaña ha profundizado en la división surgida tras la abultada derrota electoral de las últimas municipales, lo que no pronostica una fácil solución. Prueba de ello es que, a los pocos días de que la junta local pusiese fecha al cónclave, un grupo de afiliados presentaba una solicitud de amparo ante el comité de derechos y garantías del PP de Galicia. Entienden esos militantes que se están vulnerando sus derechos y que el congreso se tenía que haber celebrado hace tres años. Pero sobre todo denuncian la “imparcialidad” de Feijóo con su “apoyo explícito” a Elena Muñoz, una apuesta que en 2015 no pudo salir peor.

El PP de Galicia tiene muchos frentes que cerrar en la próxima cita electoral, la de las municipales de 2019. Algunos se abrieron en 2015, cuando el partido de Alberto Núñez Feijóo se desplomó y cedió a las mareas las alcaldías de A Coruña, Santiago y Ferrol. La ciudad de Vigo es, en cambio, un problema crónico para los populares, una ciudad tradicionalmente gobernada por la izquierda a la que Feijóo no acaba de encontrar la manera de echarle el lazo. Su último intento se llamó Elena Muñoz, una 'conselleira' sacrificada para luchar contra Abel Caballero que se estrelló de mala manera en las urnas ante el alcalde socialista. La situación se le ha descontrolado tanto que ni la balsámica mayoría absoluta de septiembre ha evitado que el PP de Vigo afronte su congreso de diciembre dividido y entre acusaciones de guerra sucia.

Alberto Núñez Feijóo
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