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La lamentable vida de las monjas indias en el convento de Santiago
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NO denunciarán a la madre superiora ni al Arzobispado

La lamentable vida de las monjas indias en el convento de Santiago

Las tres religiosas liberadas por la Policía de un cenobio gallego denuncian el “trabajo excesivo” y los “engaños” de las superioras para evitar que abandonaran la orden

Foto: Convento de las Mercedarias, situado en el centro histórico de Santiago de Compostela. (EFE)
Convento de las Mercedarias, situado en el centro histórico de Santiago de Compostela. (EFE)

Incluso para tres mujeres que vivieron hasta su adolescencia en un país como la India, las condiciones de vida del convento compostelano resultaban insoportables. Trabajos de la mañana a la noche, absoluto aislamiento del exterior, una influencia desmesurada de las superioras… Llegaron con apenas 16 años. Pasados otros tantos, quisieron decir basta, pero tuvo que ser una comitiva judicial la que se presentase en Las Mercedarias de Santiago para que pudieran al fin liberarse de un régimen de “casi esclavitud”.

La expresión es de la exmonja que destapó el caso con su denuncia, también india. El ambiente que detalla en su relato, completado con el de sus tres compatriotas, dista mucho del que trataba de reflejar la revista diocesana 'Barca de Santiago' hace apenas un año, cuando en un reportaje describía una plácida “vida en contemplación, sin salir del monasterio”. También considera que todo transcurre con normalidad intramuros el Arzobispado de Santiago, que lejos de investigar si las acusaciones son ciertas, ha defendido las condiciones de “entrega radical” de la clausura, un estilo de vida “peculiar por cuanto supone de renuncia”.

Cuando escaparon de la pobreza de su país, las liberadas desconocían que llegaban a un convento de clausura, donde la vida es muy distinta de la que llevan las monjas en su país. El trabajo era excesivo y la alimentación, escasa, lo que según la policía pudo afectar a su capacidad de pensar y tomar decisiones. Una de las liberadas denunció que estuvo “más de 11 años planchando”. También confeccionaban mantelerías y bordaban, y cuidaban de sol a sol del huerto de 4.000 metros cuadrados ubicado en la parte posterior del cenobio, ubicado frente a la única puerta que se conserva de la antigua muralla de Santiago.

Un informe de la Policía asegura que a las tres monjas se les había anulado su capacidad de pensar

Pero si las condiciones de vida eran duras, lo que agravó la situación y forzó la intervención judicial y policial fueron las trabas a su libertad, con técnicas que el informe de Extranjería describe como muy próximas al acoso psicológico. De acuerdo con la denuncia, las monjas solo podían comunicarse con sus familias dos veces al año, siempre bajo la supervisión de la madre superiora, y viajar a su país cada ocho. “Amenazas veladas de ser deportadas si abandonaban la congregación, imposibilidad material y circunstancial de escapar del convento, al ser privadas de su documentación personal, trabajos en el campo asimilados a la esclavitud”. Son palabras que figuran en el informe de la Unidad Central de Redes de Inmigración Ilegal y Falsedades Documentales (UCRIF), publicado por 'eldiario.es'.

Cuando las tres mujeres, ahora con edades comprendidas entre los 34 y los 38 años, quisieron recuperar su libertad y abandonar el convento, en el que convivían con otras seis monjas, la madre superiora contestó que solo lo harían para volver de inmediato a la India y les amenazó con retenerle la tarjeta de residencia. Es lo que la juez sospecha que pudo ocurrir con otras dos compañeras con permiso de residencia, que fueron devueltas a su país en 2011. La propia versión del Arzobispado no niega esas trabas, al apelar a la “concesión de un tiempo de reflexión” y a la tramitación de una dispensa papal que no acababa de llegar para explicar la situación.

Las declaraciones ante la Policía de las liberadas, recogidas por la 'Cadena Ser', fomenta la tesis del engaño. Todas ellas relataron, que cuando les ofrecieron ingresar en el convento, desconocían que era de clausura. Y que cuando una comenzó a hablar de abandonar el lugar, la superiora les contestó: “Por ahora no pienses en esas cosas”. Tampoco se les facilitó la tarjeta de residencia cuando la solicitaron, añaden.

Liberadas tres monjas de clausura indias que llevan encerradas más de 15 años en el convento

El relato más detallado es el que realizó la exmonja que denunció el caso, que escapó de las Mercedarias en una de las escasas visitas que le permitieron hacer a su país. Llevaba 13 años en el convento y “no aguantó más”. Le había hecho llegar a la superiora su intención de dejar los votos, pero esta la contestó que “nunca se marcharía de allí mientras siguiese viva”. Y que si intentaba seguir adelante con su plan, la metería en un avión y anularía sus tarjetas para que no pudiera quedarse en España. Asegura además que la intención de sus compañeras de seguir sus pasos no es reciente, como sostienen el Arzobispado, sino que viene de años atrás.

El alcalde de Santiago, Martiño Noriega, ha subrayado la contradicción entre las normas eclesiásticas y la jurisdicción civil. En este sentido, ha admitido que “los canales de funcionamiento de una institución” como un convento de clausura imponen una “dispensa” para abandonar los votos”. Pero ha añadido: “En ese ámbito la jurisdicción civil es clara, no se puede retener a nadie contra su voluntad; la guía tiene que ser la jurisdicción civil”.

Pese a la gravedad de los hechos relatados en sus declaraciones, ni la mujer que destapó el caso ni sus compañeras tienen intención de denunciar a la madre superiora ni al Arzobispado. Por eso cobra especial importancia lo que a partir de ahora haga la Fiscalía. De momento, espera a que el caso se adjudique a un juzgado de instrucción sin reclamar la declaración de ningún implicado y sin aclarar si se ejercerá la acusación popular.

Incluso para tres mujeres que vivieron hasta su adolescencia en un país como la India, las condiciones de vida del convento compostelano resultaban insoportables. Trabajos de la mañana a la noche, absoluto aislamiento del exterior, una influencia desmesurada de las superioras… Llegaron con apenas 16 años. Pasados otros tantos, quisieron decir basta, pero tuvo que ser una comitiva judicial la que se presentase en Las Mercedarias de Santiago para que pudieran al fin liberarse de un régimen de “casi esclavitud”.

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