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El nacionalismo 'histórico' se suma al sudoku de Podemos en Galicia
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beiras irrumpe para pedir "responsabilidad"

El nacionalismo 'histórico' se suma al sudoku de Podemos en Galicia

El BNG se aproxima a los escindidos de Beiras y a fuerzas de ámbito estatal con su decisión de explorar la Marea para las próximas generales

Foto: El líder de Podemos, Pablo Iglesias, y el portavoz nacional de Anova, Xosé Manuel Beiras, tras la reunión mantenida en A Coruña el pasado mes de julio. (EFE)
El líder de Podemos, Pablo Iglesias, y el portavoz nacional de Anova, Xosé Manuel Beiras, tras la reunión mantenida en A Coruña el pasado mes de julio. (EFE)

Hubo un tiempo no tan lejano en que en Galicia todo lo que no fuera PP ni PSOE lo cazaba el BNG por el flanco izquierdo. Tanto fue así que, incluso después de un retroceso electoral, en 2005, y tras pactar con los socialistas, consumó su asalto a la Xunta con la vicepresidencia y varias consellerías. Pero la posterior pérdida del Gobierno gallego y la deserción de su cabeza más visible, Xosé Manuel Beiras, artífice de sus mayores triunfos, lo condenaron al ostracismo. El desastre de las últimas elecciones municipales está cerca no solo de favorecer el reencuentro con los escindidos de Beiras, sino de propiciar otro acontecimiento aún más trascendente: el acercamiento del Bloque Nacionalista Galego a fuerzas estatales como la de Pablo Iglesias o Izquierda Unida.

El giro se produjo de forma discreta en el Consello Nacional del BNG del 5 de septiembre. En él se aceptó la invitación a participar este sábado en la asamblea del Encontro Cidadán por unha Marea Galega, una plataforma protagonizada por Anova, el nuevo partido de Beiras, para trasladar a las elecciones generales el exitoso experimento de las Mareas municipales. Al interés que despierta la foto de cualquier dirigente del Bloque junto a su viejo cartel electoral –pero jamás líder, ya que la tutela del BNG la ejerce la comunista UPG– se une el de la superación de un tabú para el nacionalismo histórico: la de siquiera explorar una alianza con fuerzas de ámbito estatal, auténtico anatema en un frente de inspiración independentista como el BNG.

El reencuentro del nacionalismo tuvo un primer capítulo el pasado 25 de julio con la celebración unitaria del Día da Patria Galega, la primera que no convoca el BNG desde 1982. Ahora da un paso mayor, al acercarse a un movimiento, el de las Mareas, inspirado por el partido de Beiras y del que el Bloque se autoexcluyó en las municipales. El objetivo consiste en forjar una “lista de unidad”, con la mente puesta en las que en mayo consumaron el logro histórico de las alcaldías de Santiago, A Coruña y Ferrol. “Desde el BNG vamos a contribuir a que sea lo más amplia y lo más profunda posible esa integración y esa confluencia de diferentes iniciativas, plataformas y fuerzas políticas”, defiende el portavoz nacional del Bloque, Xavier Vence.

"Ninguna fuerza, sea Podemos, IU o Anova, debe capitalizar este proceso porque a lo que aspiramos es a tomar el poder", ha advertido el alcalde de Ferrol

Los partidos no gallegos están incluidos en esa confluencia. Como afirma su portavoz parlamentario, Francisco Jorquera, de la UPG, el BNG está “abierto a la participación de todo tipo de colectivos, sin exclusiones”, también a los que “tienen el centro de decisión en Madrid”. Eso sí, “siempre y cuando acepten unas condiciones mínimas”. Y esas condiciones son la clave de que el Encontro sea fructífero, ya que a ninguno de los implicados se le escapa que la participación del BNG ensancha la base de la Marea de Galicia en la misma medida en que la hace más compleja.

Para empezar está la marca. Podemos reclama que la nueva Marea concurra bajo su paraguas, y la gira que Pablo Iglesias realizó por Galicia a principios de julio no despejó ese camino. “Ninguna fuerza, sea Podemos, Izquierda Unida o Anova, debe capitalizar este proceso porque a lo que aspiramos es a tomar el poder", le advirtió el alcalde de Ferrol, Jorge Suárez, en nombre de la mayoría. El BNG no será un socio dócil de Podemos en la negociación sobre la formalización nominal de la candidatura.

Otro escollo es la pretensión de los aliados gallegos de Podemos de formar un grupo parlamentario propio vinculado exclusivamente a Galicia, posibilidad admitida inicialmente por el propio Iglesias, siempre que se mantenga un "protocolo estable de relaciones" con el que sería el grupo estatal del resto de la formación. Y está por último la asignación de puestos en la candidatura, más delicada cuantos más aspirantes entren en el reparto. El hecho de que Podemos ya haya celebrado sus primarias dificulta el acuerdo. Y que además lo hiciera con una lista plancha de circunscripción única no gusta ni a los partidos nacionalistas ni a los propios críticos de Podemos Galicia, que amenazaron con un abandono en bloque.

Complejidad organizativa

Precisamente por esa mayor complejidad organizativa que conlleva, la incorporación del BNG al proceso de confluencia es recibida desde el partido de Iglesias con escaso entusiasmo. “Estamos abiertos a hablar con todo el mundo, pero a nadie se le escapa que nuestra referencia fundamental y el espacio mínimo que queremos reproducir es el de los actores políticos y sociales que construyeron el cambio el 24-M”, advirtió este lunes Antón Gómez Reino, de la ejecutiva gallega de Podemos.

Beiras ha irrumpido para pedir "responsabilidad" a organizaciones como Podemos, BNG, Esquerda Unida o las propias mareas municipales de Galicia

Este contexto de difícil encaje está dominado por la reaparición de Xosé Manuel Beiras, un peso pesado del que se esperaba su progresiva desaparición del tablero político tras sufrir “un aviso importante de salud” en el verano de 2014. Pero la configuración de una candidatura unitaria lo ha sacado de nuevo de su casa para trazar el perfil de la lista unitaria. Su última reaparición fue el pasado fin de semana, cuando irrumpió para pedir “responsabilidad” a organizaciones como Podemos, BNG, Esquerda Unida o las propias mareas municipales, para saltar “los marcos de su finca” y articular “un sujeto político gallego”. Fue un aviso en muchas direcciones, incluida la interna.

Artífice según sus seguidores de los años dorados del BNG, cuando pactaba con la UPG para ejercer de antagonista de Manuel Fraga, Beiras desafió al partido hegemónico del Bloque en 2012 en una histórica asamblea que perdió por la mínima. Así que cumplió su amenaza y provocó una escisión para crear Anova, desde la que se vengaría de sus excompañeros al superarlos en las siguientes autonómicas en alianza con Esquerda Unida y bajo el paraguas de Alternativa Galega de Esquerdas (AGE). Aquella campaña contó con un testigo de excepción: un todavía desconocido Pablo Iglesias, que ejercía de asesor de la coalición encabezada por Beiras. La sintonía entre ambos es el mejor aliado contra las dificultades organizativas de una candidatura plural que se cocina a fuego lento.

Hubo un tiempo no tan lejano en que en Galicia todo lo que no fuera PP ni PSOE lo cazaba el BNG por el flanco izquierdo. Tanto fue así que, incluso después de un retroceso electoral, en 2005, y tras pactar con los socialistas, consumó su asalto a la Xunta con la vicepresidencia y varias consellerías. Pero la posterior pérdida del Gobierno gallego y la deserción de su cabeza más visible, Xosé Manuel Beiras, artífice de sus mayores triunfos, lo condenaron al ostracismo. El desastre de las últimas elecciones municipales está cerca no solo de favorecer el reencuentro con los escindidos de Beiras, sino de propiciar otro acontecimiento aún más trascendente: el acercamiento del Bloque Nacionalista Galego a fuerzas estatales como la de Pablo Iglesias o Izquierda Unida.

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