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Chinches, celdas sin baño e intentos de fuga: el CIE de Valencia es otro polvorín
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Chinches, celdas sin baño e intentos de fuga: el CIE de Valencia es otro polvorín

El centro de internamiento de Zapadores reabrirá en breve tras una sesión de fumigación por plaga de insectos. Una vida similar a la de una prisión marca la rutina de los inmigrantes

Foto: Protesta frente al CIE de Valencia en 2011. (EFE)
Protesta frente al CIE de Valencia en 2011. (EFE)

“Una puerta azul / nunca hay que abrirla / las pesadillas son muy largas. Una puerta azul /no hay que ni tocarla/ piensa que es mejor dejarla”

'La puerta azul' no es solamente una canción de Maná. Es también el título de un documental estrenado el año pasado que narra, dentro de las posibilidades de sus productores, la vida en el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Zapadores en Valencia. Dentro de sus posibilidades porque ni siquiera los abogados de los internos pueden acceder a la zona de celdas en las que duermen, sin poder salir de ellas por la noches para acudir al aseo. “Hacen sus necesidades en un bote”, explica una abogada que asesora gratuitamente a los ocupantes del que puede que sea el edificio más desgastado del Ministerio del Interior en la capital de la Comunidad Valenciana.

Foto: Centro de Internamiento de Aluche, en Madrid. (Foto: EFE)

En la Europa civilizada, la de la superioridad moral como sociedad avanzada, todavía hay personas que pueden pasar hasta 60 días privadas de libertad, esperando que el departamento de Jorge Fernández Díaz programe su forzoso vuelo de regreso, por haberse atrevido a entrar en España sin permiso. “Les aconsejamos que pidan el asilo. Muchas veces no se lo dan, pero así superan el plazo de estancia durante los trámites y pueden salir a la calle”, confiesa esta abogada.

Tráiler de 'La puerta azul', el documental sobre el CIE de Zapadores de Valencia

El motín de esta semana en el CIE de Aluche podría haber ocurrido perfectamente en Valencia. De hecho, estuvo a punto de producirse hace pocas semanas, pero uno de los internos se chivó buscando algún tipo de favor y la Policía Nacional lo abortó. En cambio, hace poco más de un año, 60 extranjeros se amotinaron y trataron de fugarse del centro de forma organizada, y los agentes acabaron sacando sus armas y pegando tiros al aire para evitarlo. Dos de los policías fueron agredidos y los antidisturbios se emplearon a fondo con los rebeldes. No era una tercermundista cárcel sudamericana de las que saca Jalis de la Serna en La Sexta. Era el CIE de Zapadores, en el corazón de la tercera ciudad del país, la de la arquitectura de Santiago Calatrava.

Desde hace algunos días, el CIE está cerrado porque oficialmente se están realizando tareas de “mantenimiento, limpieza y cambiando algunos muebles”. En realidad, se está fumigando el centro por la última plaga de chinches que ha aparecido. También suelen merodear por allí garrapatas y otros insectos. Es una incógnita adónde han ido a parar todos los internos en este ínterin higiénico. Algunos de ellos estaban este martes en Aluche de forma temporal hasta que el centro de Valencia se reabra en pocos días.

Foto: Una manifestación en 2011 frente a la puerta azul del CIE de Zapadores. (EFE)

En Zapadores, las celdas de hombres y mujeres están separadas, pero no así el pequeño patio exterior que comparten por turnos y en el que pasan muchas horas. “Salen en horarios distintos. Les dejan usar el móvil, pero se lo requisan por las noches. Se supone que el ingreso en el CIE es una medida extraordinaria para asegurar que una persona que ha entrado de forma irregular sea devuelta a su país. Pero en la mayoría de casos agotan el plazo. Faltan datos o no tienen pasaporte y se tiene que tramitar. A la mayoría no se les expulsa. Se vuelven a quedar en situación irregular y no se soluciona nada”, explica uno de los letrados que los tratan.

Polizones, protagonistas de hacinamientos en pateras o inmigrantes irregulares detenidos en la calle por tener antecedentes penales. Llegan desde Algeciras o el Puerto de Denia, de los callejones oscuros de la ciudad o de otro centro. Para muchos de ellos, el paraíso europeo es una celda de seis metros. Por un plazo máximo de 60 días.

“Una puerta azul / nunca hay que abrirla / las pesadillas son muy largas. Una puerta azul /no hay que ni tocarla/ piensa que es mejor dejarla”

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