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La Comunidad Valenciana pierde peso económico tras años de corrupción política
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Balance de un cuarto de siglo

La Comunidad Valenciana pierde peso económico tras años de corrupción política

El IVIE señala los pecados capitales en los últimos 25 años: baja productividad, inversión mal orientada, infrafinanciación y déficit de equipamientos bajo la fachada de los grandes proyectos

Foto: El president de la Generalitat, Ximo Puig, preside el pleno extraordinario del Consell. (EFE)
El president de la Generalitat, Ximo Puig, preside el pleno extraordinario del Consell. (EFE)

La recuperación está siendo porcentualmente más rápida que en el resto de España y la actividad ha comenzado a recuperarse. Pero la Comunidad Valenciana ha perdido la oportunidad en el último cuarto de siglo de converger con el resto de territorios en términos económicos y sociales. Bajo la fachada de los grandes eventos y los proyectos faraónicos de la pasada década, se esconde un edificio con problemas estructurales al que la crisis ha dejado tambaleando. El proceso de convergencia con la media nacional se ha visto condicionado por los excesos en la concentración de capital en el sector del ladrillo, una infrafinanciación sistémica generadora de déficit y deuda y una clase política contaminada por los casos de corrupción incapaz de reorientar el modelo productivo durante los años de bonanza.

Esas son las conclusiones que se extraen de la radiografía del último cuarto de siglo de la economía de la Comunidad Valenciana, que ha realizado el prestigioso Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) con motivo de su también vigésimo quinto aniversario como 'think tank'. “Se ha pagado el retraso a la hora de abordar problemas que sabíamos que existían”, explica el catedrático de Análisis económico de la Universidad de Valencia y director del Instituto, Francisco Pérez, a la hora de explicar por qué la crisis impactó con tal fuerza en la economía regional. Los informes del IVIE son referencia para entidades académicas y empresariales de toda España. El organismo está respaldado por la Fundación BBVA, Bankia o Ford España.

Aunque el territorio valenciano crecerá este año más que el conjunto de España, lo cierto es que la riqueza por habitante está hoy 11 puntos por debajo de la media española. El PIBper cápita ha aumentado un 27% en los últimos años, frente al 38% del conjunto del país. “Esta preocupante divergencia se debe sobre todo al menor crecimiento en los años de expansión 2000-08, pero también el mayor impacto inicial de la crisis de 2012”, señala el documento.

Entre las razones de ese efecto pobreza, se cita también el fuerte crecimiento de la población, que hace que estadísticamente toque a menos recursos. La Comunidad Valenciana cuenta con un millón de habitantes más que hace un cuarto de siglo. El aumento (28%)supera en nueve puntos la media española (19%). Esto se explica por la atracción de mano de obra inmigrante durante el 'boom' de la construcción. La baja productividad de este tipo de empleos y el sector al que estaba ligado han incidido en la fuerte destrucción de empleo de los últimos ejercicios. “La tasa de paro valenciana es hoy 8,2 puntos superior a la de 1990 y 1,2 puntos superior a la media española”, dice el estudio del IVIE, que también desgranaron este martes el director adjunto y a su vez catedrático de la Universidad de Valencia, Joaquín Maudos, y la directora gerente,Pilar Chorén.

Problemas de productividad

La estructura productiva se ha ido alejando en el último cuarto de siglo de la industria (ocho puntos menos) para ligarse al sector servicios. La “terciarización”, que Maudos señaló como una evolución no necesariamente negativa, ha disparado su cuota al 72,7% del PIB, “aunque a partir de 2008 se ha producido una cierta reindustrialización”. Y aunque ha mejorado el capital humano (un 51% de estudiantes universitarios más que en 1990), los niveles de productividad del trabajo de la economía valenciana siguen necesitando tratamiento de cuidados intensivos. “En 25 años, la productividad se ha incrementado un 15% en la Comunidad Valenciana, frente al 20% de España. Su menor crecimiento explica que en la actualidad sea un 9% inferior”.

La elección de las inversiones también explica los problemas de salud en materia de competitividad regional.“La baja productividad del capital de la Comunidad Valenciana es debida a que se invierte en activos poco productivos y el esfuerzo inversor no se aprovecha bien por las características del tejido productivo. Existe capacidad ociosa que condiciona la recuperación de la inversión”, sostiene el IVIE. Ciertamente, la fuerte expansión inmobiliaria de los años previos a la crisis provocó que gran parte de los capitales se destinasen a una actividad que ahora se revela muy poco productiva. Ha habido mucha inversión en ladrillo que ahora apenas aporta nada a la actividad productiva, una sobrecapacidad de la que el instituto que dirigen Francisco Pérez y Joaquín Maudos ha advertido en varios estudios, y que afecta también al conjunto de España.

A esto hay que añadir que si bien el esfuerzo inversor en investigación y desarrollo se ha duplicado, es mucho menor la media española. La autonomía ha perdido además cuota de mercado en el conjunto de las exportaciones, si bien puede presumir de haber recuperado el superávit en su balanza comercial. El sector agroalimentario y la factoría Ford de Valencia (mássu industria auxiliar) tiran de un sector exterior que no ha dejado de crecer desde 2011, lo cual es un buen indicio de recuperación de una parte de las empresas y una prueba de que han hecho los deberes.

“La economía valenciana es más sensible a los ciclos. Cuando las cosas van mal es una debilidad, sin duda. La mejor receta para reducir esa sensibilidad es la diversificación económica y la inversión en actividades con recorrido de crecimiento”, opina Pérez.

Un sector público cada vez menos determinante

A los problemas del sector privado se suma la escasa capacidad del sector público autonómicovalenciano para tirar del carro. En contra del tópico, todos los indicadores niegan que la valenciana sea una autonomía en la que se ha gastado demasiado desde la Administración. Los empleados por habitante son un 20% menos que en España. Lo mismo ocurrecon las dotaciones de capital público habitante (infraestructuras y equipamientos sociales y culturales), que también son un 20% inferiores. Es decir, detrás de la fachada de la Ciudad de las Ciencias de Santiago Calatrava, Ciudad de la Luz, Circuitos de Fórmula 1 y demás, se oculta un déficit en infraestructuras de transporte, colegios u hospitales. “No obstante, esta brecha con la media nacional no debe enmascarar el hecho de que hoy el 'stock' de capital público por habitante es el doble del que había en 1990”.

Y esto tiene que ver, pese la fanfarría política degrandes eventos de los años previos al hundimiento económico, con una insuficiente financiación de la Generalitat. “Los ingresos son claramente inferiores a la media, y a pesar de gastar menos, ha incrementado su endeudamiento de forma acelerada desde el estallido de la crisis hasta alcanzar los 40.000 millones de euros en 2015”. En la actualidad, la Comunidad Valenciana es la más endeudada de España en relación con su PIB (40,3%). “Gran parte del endeudamiento total también se deriva de la insuficiencia financiera”, insiste el IVIE. Y casi el 50% de esa deuda es con el Estado, vía Fondo de Liquidez Autonómica. A la espera de que se abra el melón de la negociación de un nuevo sistema de reparto de recursos entre las autonomías, Pérez y Maudos no dudaron en aconsejar una relajación de la deuda acumulada con el Estado, bien mediante quita o mediante reestructuración reduciendo a cero el pago de intereses, como ya ha empezado a hacer el Ministerio de Hacienda de Cristóbal Montoro con parte del FLA.

La recuperación está siendo porcentualmente más rápida que en el resto de España y la actividad ha comenzado a recuperarse. Pero la Comunidad Valenciana ha perdido la oportunidad en el último cuarto de siglo de converger con el resto de territorios en términos económicos y sociales. Bajo la fachada de los grandes eventos y los proyectos faraónicos de la pasada década, se esconde un edificio con problemas estructurales al que la crisis ha dejado tambaleando. El proceso de convergencia con la media nacional se ha visto condicionado por los excesos en la concentración de capital en el sector del ladrillo, una infrafinanciación sistémica generadora de déficit y deuda y una clase política contaminada por los casos de corrupción incapaz de reorientar el modelo productivo durante los años de bonanza.

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