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José Luis Olivas: el ocaso de un 'molt honorable' bajo sospecha
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José Luis Olivas: el ocaso de un 'molt honorable' bajo sospecha

Del todo, a ser detenido. El todopoderoso hijo de los dueños del cine de Motilla de Palancar que se convirtió en factótum de Valencia ha sido detenido por un millonario crédito supuestamente irregular

Foto: José Luis Olivas (i) junto a Rodrigo Rato, expresidente de Bankia. (EFE)
José Luis Olivas (i) junto a Rodrigo Rato, expresidente de Bankia. (EFE)

El domingo a las 11 de la mañana, cuando Ximo Puig se preparaba a tomar posesión como nuevo presidente de la Generalitat Valenciana, en la tribuna de invitados de Les Corts había una ausencia destacada. De los cinco presidentes autonómicos que le han precedido faltaba uno. Estaban Joan Lerma, Eduardo Zaplana, Francisco Camps y Alberto Fabra, este último en su escaño. El que no estaba era José Luis Olivas.

Menos de 24 horas después de ese acto en el que un socialista tomaba el relevo en el Palau de la Generalitat tras 20 años de gobierno del PP,Olivas era detenido por la Guardia Civil. No se sabe por qué Olivas no acudió al acto. No comunicó a Les Corts ni que iba a asistir ni lo contrario.

La última vez que acudió a un acto público en calidad de expresidente de la Generalitat fue el pasado 9 de octubre, día de la Comunitat Valenciana. Pero entonces aún no había sido procesado por un negocio que hizo con Vicente Cotino por el que, supuestamente, no pagó a Hacienda. Se enfrenta a tres años de cárcel en un juicio que está por celebrarse.

Trató de pasar desapercibido

Pero aquella fue una aparición fugaz. Desde que tuvo que dimitir como vicepresidente de Bankia (y paralelamente de Bancaja y poco antes de Banco de Valencia) por la crisis que acabaría en la intervención y nacionalización de estas entidades financieras, Olivas ha tratado de pasar lo más desapercibido posible. Incluso llegó a instalarse en Madrid. Una cara más en la multitud.

Así, Olivas pasó de ser el hombre con más poder en la Comunitat Valenciana a una sombra. De controlar el mayor aparato financiero que nunca soñó una ciudad como Valencia a ser señalado por la calle como responsable de la pérdida de la caja de ahorros y el histórico banco de la burguesía valenciana.

Desde que tuvo que dimitir como vicepresidente de Bankia, Olivas pasó de ser el hombre más poderoso de la Comunidad Valenciana a una simple sombra

José Luis Olivas llegó a Valencia con 25 años. Recién licenciado en Derecho, este joven natural de Motilla del Palancar (Cuenca), donde la familia regentaba el cine del pueblo, empezó a trabajar en el bufete de Emilio Attard y, con él, impulsó el nacimiento de la UCD en la capital. Con el partido de Suárez y ya después en el PP fue concejal en el Ayuntamiento de Valencia.

Su ascenso en el PP fue paralelo al de Eduardo Zaplana. Fue elegido secretario general autonómico y dos años después, en 1995, saltó a la Generalitat como primer conseller de Hacienda del PP. Fue en esos inicios del mandato popular en la Comunitat Valenciana cuando Zaplana toma al asalto las cajas de ahorros con una reforma de la ley que le otorga el poder en los consejos al gobierno autonómico. Esta nueva legislación acabaría siendo decisiva en el futuro de Olivas. Pensada para poder controlar las cajas y usarlas como brazo financiero de la Generalitat y sus proyectos (algunos más fantasiosos que otros) la norma llevó a numerosos políticos al consejo de la caja.

Presidente interino

Cuando Zaplana se marcha a Madrid como ministro de Trabajo, Olivas, ya entonces vicepresidente, asume de forma interina la presidencia de la Generalitat. Ocupa el puesto menos de un año (entre julio de 2002 y mayo de 2003), época en la que precisamente se aprueba la ley que regula el estatus de los expresidentes de la Generalitat: tratamiento de molt honorable de por vida y opción a un puesto en el Consell Jurídic Consultiu con sueldo, coche oficial, chófer y secretaria.

Con Francisco Camps ya ungido por Zaplana, Olivas se retira de la vida política tras las elecciones. Pero todo tiene trampa. Hay un pacto por el que el ya expresidente acabará dando el salto a Bancaja. En enero de 2004 es nombrado presidente del Grupo Bancaja tras una operación que envió a su predecesor, Julio de Miguel, al consejo de Iberdrola.

A partir de ahí empieza el empoderamiento de José Luis Olivas. Instalado en su despacho en la quinta planta de la sede de la caja en Pintor Sorolla, empieza a mover los hilos en la entidad. Pese a que su puesto no lo es, se convierte en el primer ejecutivo. Los directores generales o caen (Fernando García Checa) o se pasan a su bando (Aurelio Izquierdo y Domingo Parra, también detenidos este lunes).

A lomos del ladrillo

A lomos del ladrillo, Bancaja crece de forma exponencial. Olivas se convierte en el señor del dinero. Nadie tiene tanto poder como él en la Comunitat Valenciana. Su influencia sobre los empresarios es infinita. Y la devoción por él se corresponde con la generosidad con los créditos que concedía, ya fuera desde Bancaja o desde Banco de Valencia. Eran vasos comunicantes.

Olivas cabalgó sobre la ola durante siete años sin que nadie pusiese en duda ni la política de inversiones de la entidad ni su crecimiento imparable tanto en oficinas como en participaciones empresariales. Hasta menos de una semana antes de verse abocado a la fusión con Caja Madrid, Olivas insistía en que Bancaja estaba en condiciones de liderar un grupo financiero.

Lo que vino a partir de entonces fue la evidencia de una gestión catastrófica. Buena parte del agujero de Bankia está vinculado al negocio de Bancaja y Banco de Valencia. Los agujeros que fueron aflorando acabaron forzando su salida de BFA-Bankia antes de que lo hiciera Rodrigo Rato.

Pero la detención este lunes de la cúpula de la entidad en los años de gloria pone de manifiesto que hay indicios de que hubo algo más que errores. Al menos unadecena de operaciones estándenunciadas en la Audiencia Nacional por créditos concedidos irregularmente. El de Grand Coral es uno de los casos. El resto caerán en cascada.

Olivas es actualmente un presunto molt honorable. El título no lo perderá (mientras no se cambie la ley actual, algo que el nuevo Consell estudia), pero el hombre que dominó el mundo del dinero en la Comunitat Valenciana es sólo una sombra. Su despacho en la quinta planta de la sede de Pintor Sorollla, escenario de tantas intrigas y negocios bajo sospecha, permanece en penumbra desde su marcha. Nadie ha vuelto a usarlo.

El domingo a las 11 de la mañana, cuando Ximo Puig se preparaba a tomar posesión como nuevo presidente de la Generalitat Valenciana, en la tribuna de invitados de Les Corts había una ausencia destacada. De los cinco presidentes autonómicos que le han precedido faltaba uno. Estaban Joan Lerma, Eduardo Zaplana, Francisco Camps y Alberto Fabra, este último en su escaño. El que no estaba era José Luis Olivas.

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