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El clan Pujol, Gaspart, las grandes fortunas: así es la pelea por ser cónsul en Barcelona
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una investigación pone el foco en este fenómeno

El clan Pujol, Gaspart, las grandes fortunas: así es la pelea por ser cónsul en Barcelona

Es la tercera ciudad del mundo no capital con más delegaciones diplomáticas, de las cuales un 60% están ocupadas por conocidos nombres de la aristocracia empresarial catalana

Foto: El presidente Carles Puigdemont ofrece una recepción a los cónsules de Cataluña, el pasado mes de febrero. (EFE/Quique García)
El presidente Carles Puigdemont ofrece una recepción a los cónsules de Cataluña, el pasado mes de febrero. (EFE/Quique García)

Barcelona es la tercera ciudad no capital del mundo con más consulados. Solo la superan Nueva York y Hong Kong. Son 96 delegaciones repartidas en palacetes, casas modernistas y exclusivas oficinas en la parte alta de la ciudad. Pero lo más sorprendente no es eso, sino que del total de consulados, un 60% son honorarios. Es decir, están ocupados no por diplomáticos extranjeros sino por empresarios y abogados locales, la mayoría nombres prominentes de la élite financiera y política catalana, que encuentran en estos cargos una fantástica herramienta para afianzar sus relaciones con el poder, ganar privilegio y engrasar sus negocios en el país al que representan. A veces, incluso logran inmunidad diplomática.

"Barcelona es una feria de vanidades, hay una proliferación incomprensible de consulados de países irrelevantes. Es la tercera ciudad con más consulados, pero no creo que sea la tercera ciudad más importante del mundo", razona el eurodiputado Javier Nart. Y señala: "Al gobierno catalán le encanta ver banderitas de países colgando de los balcones, pero la mayoría son de propios catalanes sin ninguna trascendencia política". En el último encuentro de Carles Puigdemont con el cuerpo consular en Cataluña, el 'president' les advirtió de que "van a tener mucho trabajo en los próximos meses (cuando Barcelona) se convierta en la capital de un Estado", ya que "este es un país que camina hacia la independencia". El 'president' lanzó esa arenga ante un puñado de cónsules extranjeros, pero sobre todo ante muchos amigos y conocidos de los círculos de poder barcelonés que acudieron representando a países como Kazajistán, Madagascar o Togo.

"A la Generalitat, presentarse ante un complejo grupo de cónsules le hace pensar que tiene una representación diplomática similar a la de una capital de Estado, pero es una ficción. Recuerdo que el día que más cónsules se han reunido en Barcelona fue cuando Sandro Rosell nos invitó a un partido del Barça. Fueron todos", resume Nart. Su opinión es relevante porque él ha sido, paradójicamente, uno de esos cónsules honorarios de países irrelevantes. Desde 1979 ha representado a Chad, cargo al que renunció temporalmente para convertirse en diputado europeo por Ciudadanos en 2014. Nart asegura que, en su caso, no hay intereses turbios. "He estado involucrado en ese país desde hace décadas, participé en las guerrillas de liberación nacional y he sido asesor del gobierno. Mi vínculo es claro y no he tenido ningún privilegio diplomático por ello", subraya.

El día que más cónsules se han reunido en Barcelona fue cuando Sandro Rosell nos invitó a un partido del Barça. Fueron todos

El periodista e historiador Rafa Burgos (Santa Coloma de Gramenet, 1972) ha puesto el dedo sobre esta llaga en su último libro 'La orgía diplomática. Embajadores y cónsules al descubierto' (Pollen Edicions, disponible en catalán). Burgos ha pasado dos años investigando los intereses de la aristocracia catalana en el mundo de la diplomacia. El resultado: 250 páginas y 1.480 referencias biográficas que guían al lector por un submundo que sorprende e indigna a partes iguales. De los 53 cónsules honorarios que hay en Barcelona (por 34 de carrera y otros varios no especificados) los hay muy mediáticos, como el presidente de HUSA hoteles y ex presidente del FC Barcelona, Joan Gaspart, que es cónsul de las islas Seychelles, y los hay menos conocidos pero mucho más poderosos como Sol Daurella, presidenta de Coca-Cola Europan Partners y cónsul de Islandia, José Manuel Basáñez, ex consejero de Economía de la Generalitat, ex presidente de compañías como Acesa o Caprabo y cónsul de Singapur, o Andrés Carasso, delegado de Iberdrola en Cataluña y cónsul de Costa de Marfil.

Sobre el papel, un cónsul honorario ejerce de enlace administrativo y cultural entre el país al que representa y el suyo propio, y fomenta desinteresadamente el intercambio empresarial. Es una figura muy utilizada por países en desarrollo, que carecen del presupuesto para abrir un consulado oficial fuera de una capital, y por países que apenas tienen vínculos económicos. "Que un gran empresario o un abogado de prestigio disponga de tiempo para una labor no remunerada, como es ser cónsul honorario, es lo que me hizo sospechar y me lanzó a esta investigación", explica Burgos. "Y uno de los primeros descubrimientos fue ver que muchos son cónsules de dictaduras africanas y paraísos fiscales, con los que además tienen negocios. Gaspart, que es uno de los principales deudores a la Hacienda española, representa a un paraíso fiscal como las islas Seychelles. O personas que aparecen en la lista Falciani como el fallecido en 2016 Juan de Dios Dexeus, cónsul de Luxemburgo, o Ramón Palou, cónsul de Guinea Bissau. Cuando investigas casos de corrupción, casi siempre te acabas encontrando con un cónsul o un embajador”, prosigue el autor.

Cuando investigas casos de corrupción, casi siempre te acabas encontrando con un cónsul o un embajador

“En un consulado honorario hay muchos intereses económicos, de contactos a nivel político y financiero. Se genera una especie de protección y de estatus que es lo que muchos buscan con estos cargos”, señala Miguel Eulate, director del Máster en Liderazgo, Diplomacia e Inteligencia del FESEI. "Hay muchos ejemplos. Uno de los más sonados es el de Mario Conde en los noventa, cuando quiso negociar, porque estas cosas se negocian, ser cónsul de Guinea Ecuatorial, un país con importantes reservas de petróleo, pensando ya en una posición estratégica a medio y largo plazo cuando perdió el Banesto".

De todas, la relación más turbia es seguramente la del clan Pujol con Gabón. Jordi Pujol Ferrusola trató de comprar el consulado honorario de ese país africano por 100.000 euros, pero no lo consiguió. Lo que sí pudo es sacar su dinero de España mediante un funcionario gabonés, que utilizó su inmunidad diplomática para trasegar con los fajos de billetes del hijo del ex 'president' cuando la Fiscalía Anticorrupción le pisaba ya los talones. Gabón fue, además, uno de los países donde Pujol Ferrusola hizo más negocios en representación de Isolux. Hubo tan buena sintonía que Pujol Jr llegó a prestar su mansión de seis millones de euros a diplomáticos gaboneses. Hasta el punto de que el ex dictador de ese país, Omar Bongo, se trató en el hospital Quirón de Barcelona el cáncer que terminó con su vida en 2009, presuntamente gracias a su excelente relación con el clan Pujol. En sus últimas semanas, Bongo se hospedó en dicha mansión ubicada en el exclusivo barrio de Pedralbes.

Viajar sin pasar aduanas

Al no ser cónsul, Pujol Ferrusola no pudo utilizar la valija diplomática (el servicio de correo inviolable del que gozan los cuerpos diplomáticos) y tuvo que emplear a terceros para sacar su fortuna. Pero muchos cónsules honorarios de Barcelona, sin ser cargos oficiales, sí gozan de ese privilegio. Un cónsul de carrera tiene ese derecho 'per se', amparado por la Convención de Viena de 1961, pero uno honorario debe solicitarlo expresamente al país al que representa, y luego su país, en este caso España, debe ratificar esa concesión.

"El uso de la valija diplomática puede servir para tramitar asuntos turbios por parte de esos cónsules, es cierto, pero todo el mundo sabe que como te pillen tienes un problema muy gordo. Dudo que un cónsul honorario lo sea para aprovecharse de ese privilegio" considera Alberto Rubio, editor del diario digital especializado The Diplomat in Spain. Y prosigue: "Que Barcelona sea la tercera ciudad del mundo puede sonar extraño, pero es una ciudad líder en turismo, con mucho volumen comercial y ocupa una posición geoestratégica como puente entre Europa y el norte de África".

Muchos consulados honorarios se otorgan en régimen de alquiler según los intereses de un país con un empresario en determinado momento

Tradicionalmente, los consulados honorarios han sido una especie de distinción de un país a una persona por su fuerte vínculo empresarial, cultural y hasta emocional. Pero en los últimos años, ese simbolismo ha dejado paso a un mercadeo feroz. Conocedores del mundo consular confirman que en Barcelona (y en otras ciudades) existe una especie de "alquiler de plazas", que son tomadas por empresarios, inversores y abogados en función de los intereses del país y del cónsul en ese determinado momento. El caso del consulado de Israel es paradigmático. Lluis Bassat (influyente publicista), David Madí (lugarteniente de Artur Mas) y Carles Vilarrubí (marido de Sol Daurella, imputado en la trama del 3% y vicepresidente de la banca Rothschild) aspiraron a representar al país hebreo en 2015. Finalmente, fue el abogado José Antonio Sánchez Molina quien se llevó el premio en diciembre de 2016.

"Los cónsules de carrera, cuando hablas con ellos off the record, te reconocen que habría que levantar alfombras en los consulados honorarios porque ya comienza a ser escandaloso. Muchos tienen la sede consular en la misma oficina donde radican sus empresas, y como no son representantes entre gobiernos, su labor queda un poco fuera del radar", confirma Burgos.

Es lo que ocurrió cuando la Policía Nacional registró en octubre de 2015 la oficina de Jordi Sumarroca, ex presidente de la constructora Teyco y vinculado a la trama del 3% de financiación de Convergencia Democrática. Los agentes descubrieron, con mucha sorpresa, que la empresa albergaba también un consulado: el de Lituania. Otro caso curioso es el de Xavier Vinyals, dirigente de la Plataforma ProSelecciones Catalanas, a quien el ex ministro José Manuel García-Margallo retiró la acreditación (una medida muy infrecuente) de cónsul honorario en septiembre de 2016 por colgar una estelada del balcón de su consulado de Letonia. Vinyals argumentó, sin éxito, que la bandera no colgaba del consulado, sino de su oficina profesional un piso por encima.

García-Margallo retiró la acreditación a Xavier Vinyals, reconocido empresario independentista, por colgar una 'estelada' en el consulado de Letonia

El Cuerpo Consular de Barcelona se defiende de todas las suspicacias y ensalza la labor "desinteresada" de sus integrantes: "Quien habla mal de ellos debería ser valiente y denunciar cada caso si tiene información, pero no se pueden lanzar sospechas sin dar datos". Javier Nart, pese a la bofetada que suelta a los paracaidistas catalanes de la diplomacia, opina en el mismo sentido: "Los cónsules honorarios que conozco se desviven por ayudar a esos países, son buena gente y solo guardo buenos recuerdos de ellos. Lo que hace el resto, lo desconozco".

Medallas y almuerzos influyentes

Lejos de estancarse, la representación consular de Barcelona va en aumento. Hay dos consulados a punto de abrir (uno de ellos Catar) y en pocas semanas el total podría ascender a 98. Una excelente noticia para el Govern, que ve en estos representantes catalanes un activo en el proceso independentista. Aunque como puntualiza Burgos, "no hay que ver a los cónsules como emisarios del independentismo en el mundo, porque no lo son. La mayoría de estos grandes empresarios se han mostrado en contra de la independencia porque va en contra de sus intereses".

En 2009, el Govern liderado entonces por el socialista José Montilla, otorgó la Cruz de Sant Jordi al Cuerpo Consular con el argumento de que "sus miembros han contribuido con eficacia a la proyección de Barcelona y a los intercambios internacionales de la economía, la cultura, la ciencia y la sociedad catalanas". Y, para agasajarles, les cedió un local en la Casa de los Canónigos, junto al palacio de la Generalitat, donde su comité ejecutivo se reúne una vez al mes en torno a un almuerzo de gala. "Esos encuentros son importantes para ellos. Les permiten relacionarse, hablar de negocios, tener acceso a personas cercanas al poder, traer invitados de honor para obtener información privilegiada…", resume el autor de 'La orgía diplomática', cuya investigación ha levantado ampollas en los círculos de poder catalanes. La mejor muestra es la reseña de su libro publicada en la versión digital de La Vanguardia. A las pocas horas despareció sin dejar rastro. El diario lo atribuyó a problemas técnicos y dijo que iba a ser imposible recuperar el artículo.

"Hay que defender la carrera diplomática profesionalizada, personas preparadas que defiendan los intereses de España o del país al que pertenecen en lugar de defender los intereses particulares, que es lo que ocurre muchas veces con estos cónsules honorarios", sentencia el director del Master en Diplomacia del FESEI. A lo que el periodista Rafa Burgos agrega, a modo de vaticinio: "Es un mundo al que le cuesta reaccionar, todo va muy poco a poco, pero yo creo que en los próximos meses veremos cambios en los consulados. Igual que reventó la burbuja inmobiliaria, quizá pronto veremos reventar también la burbuja diplomática".

Barcelona es la tercera ciudad no capital del mundo con más consulados. Solo la superan Nueva York y Hong Kong. Son 96 delegaciones repartidas en palacetes, casas modernistas y exclusivas oficinas en la parte alta de la ciudad. Pero lo más sorprendente no es eso, sino que del total de consulados, un 60% son honorarios. Es decir, están ocupados no por diplomáticos extranjeros sino por empresarios y abogados locales, la mayoría nombres prominentes de la élite financiera y política catalana, que encuentran en estos cargos una fantástica herramienta para afianzar sus relaciones con el poder, ganar privilegio y engrasar sus negocios en el país al que representan. A veces, incluso logran inmunidad diplomática.

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