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Rajoy desoye al empresariado catalán y hace de Soraya su paraguas ante el separatismo
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El Gobierno cambia de interlocutor pero mantiene su receta ante el independentismo

Rajoy desoye al empresariado catalán y hace de Soraya su paraguas ante el separatismo

En los meses de interinidad Rajoy recibió la sugerencia por parte de medios empresariales catalanes de nombrar a un ministro catalán con peso político y que hiciera de hombre bueno

Foto: La vicepresidenta del Gobierno y nueva ministra de Administraciones Territoriales, Soraya Sáenz de Santamaría, a su llegada al Palacio de la Moncloa. (EFE)
La vicepresidenta del Gobierno y nueva ministra de Administraciones Territoriales, Soraya Sáenz de Santamaría, a su llegada al Palacio de la Moncloa. (EFE)

Cambio de médico, misma receta: al indiferente la legislación vigente. Eso es lo que puede esperar el independentismo catalán con el nuevo Gobierno que nombró esta semana Mariano Rajoy. Se añade a la interlocución a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, que integra en su cartera ministerial Administraciones Públicas. Por tanto, ahora cuestiones como la nueva financiación autonómica pasarán por la mesa de la vicepresidenta. Sin embargo, este cambio de interlocución no supondrá un giro político. Al contrario, habrá continuidad respondiendo con la abogacía del Estado a los retos secesionistas, en contra de lo que le habían pedido al propio Rajoy grupos y ‘lobbies’ empresariales catalanes.

Fuentes políticas y empresariales han confirmado que en los meses de interinidad Rajoy recibió la sugerencia por parte de medios empresariales catalanes de nombrar a un ministro catalán con peso político que hiciera de “hombre bueno” y “mediador” en la cuestión de la independencia catalana. Esta propuesta apuntaba a ministerios vacantes como Fomento o Industria. Se estaba solicitando, en resumen, una operación Piqué bis.

placeholder Dolors Montserrat jura su cargo como ministra. (Reuters)
Dolors Montserrat jura su cargo como ministra. (Reuters)

La respuesta de Rajoy ha ido por otros derroteros: la ministra catalana ha sido Dolors Montserrat, con una cartera de nula relevancia en la relación entre Cataluña y España, como es la de Sanidad. Un nombramiento más en clave política interna, ya que podría apuntar a una maniobra de la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, que podría estar dando visibilidad a Montserrat con este cargo, para prepararla como candidata a las autonómicas catalanas en lugar de Xavier García Albiol. No era lo que esperaban los empresarios catalanes ni las fuerzas que abogaban por una nueva fase de diálogo entre Cataluña y España.

Este distanciamiento de Rajoy de los empresarios catalanes no es casual. En Moncloa se percibe que los notables catalanes ya no influencian en la Generalitat como antaño y se les considera tibios en su apoyo a la unidad de España. Por tanto, no sirven ya ni para apoyar las posiciones de Madrid ni para tender puentes con las fuerzas independentistas.

Junqueras gana visibilidad

El pasado jueves, el vicepresidente de ERC, Oriol Junqueras, ya felicitó vía telefónica tanto a Soraya Sáenz de Santamaría como a Cristóbal Montoro (Hacienda) y a Luis de Guindos (Economía), según explican fuentes cercanas a la Generalitat. Junqueras identifica a estos tres ministros como sus interlocutores para lo que queda de legislatura.

Soraya encabezará la negociación con Cataluña en la que también participará, como hasta ahora, el área económica, con Cristóbal Montoro y Luis de Guindos

El nuevo Ejecutivo de Rajoy hace que Junqueras gane visibilidad. Al contrario que el presidente Carles Puigdemont, que ni siquiera conoce a la vicepresidenta, Junqueras ya se ha reunido con ella en dos ocasiones, una vez en presencia de Montoro. De hecho, de las tres leyes de desconexión, sobre la que pivota todo el proceso independentista es la de Hacienda. Estas tres leyes, el referéndum o referéndum y la reforma de la financiación autonómica serán las tres patatas calientes con las que tendrá que lidiar Soraya Sáenz de Santamaría.

En términos políticos, su interlocutora, la vicepresidenta española, no ha hecho buen negocio. Ha perdido el escaparate de la portavocía y se ha de hacer cargo de evitar el choque de trenes catalán. Para los empresarios catalanes que aspiraban a un nuevo clima de diálogo: el gozo en un pozo.


Tensión creciente

Con este escenario, la tensión entre la Generalitat y el Gobierno español será creciente, como ha mostrado la detención de la alcaldesa de Berga. Puigdemont no acudirá a la cumbre de presidentes autonómicos que ha anunciado Rajoy. Y no se prevé que la reforma del sistema de financiación sea una prioridad del nuevo Ejecutivo. Al contrario, es posible que se acaben avanzando las elecciones en Cataluña durante 2017, según apuntan diversas fuentes políticas, sin que el nuevo sistema se haya acordado. En todo caso, esta tensión no afectará a Rajoy, que ahora tiene a Soraya para encajar los golpes.

Con el nuevo Gobierno, Rajoy entierra cualquier reedición de la operación Piqué, para la que sonaban candidatos como el presidente de Círculo de Economía, Antón Costas; o el de Fomento de Trabajo, Joaquim Gay de Montellá. Por tanto, ni una concesión al pactismo en Cataluña.

Pero sí que ha habido gestos hacia un catalán. Hacia Albert Rivera, el líder de C’s. Al haber nombrado ministra a Dolors Montserrat, que estuvo negociando con el partido naranja el pacto con el PP, se produce un guiño claro de Rajoy a su principal socio parlamentario. Al menos Cataluña ha servido para eso.

Cambio de médico, misma receta: al indiferente la legislación vigente. Eso es lo que puede esperar el independentismo catalán con el nuevo Gobierno que nombró esta semana Mariano Rajoy. Se añade a la interlocución a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, que integra en su cartera ministerial Administraciones Públicas. Por tanto, ahora cuestiones como la nueva financiación autonómica pasarán por la mesa de la vicepresidenta. Sin embargo, este cambio de interlocución no supondrá un giro político. Al contrario, habrá continuidad respondiendo con la abogacía del Estado a los retos secesionistas, en contra de lo que le habían pedido al propio Rajoy grupos y ‘lobbies’ empresariales catalanes.

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