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UDC se reinventa para articular un nuevo gran centro catalán... y catalanista
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UDC se reinventa para articular un nuevo gran centro catalán... y catalanista

En concurso de acreedores, pero convencido de que tiene su espacio en la Cataluña "arrasada por el Procés". Unió quiere volver a través de su fundación

Foto: La sombra del exlíder de Unió Josep Antoni Duran i Lleida. (EFE)
La sombra del exlíder de Unió Josep Antoni Duran i Lleida. (EFE)

El centro catalán tiene pretendientes. La pasada semana se presentó en Barcelona el movimiento Lliures, que aspira a convertirse en partido político a corto plazo y que pilota el exdirigente convergente Antoni Fernández Teixidó. Su intención es volver a controlar el centro sociológico, atraer a los antiguos votantes de Convergència i Unió (CiU) y dar voz “a aquellas personas que actualmente no se sienten representadas”. Pero no es el único movimiento que aspira a esto. Unió Democràtica de Catalunya (UDC) es otro de los partidos que ha sucumbido a las zarpas del ‘procés’. Es el primer partido que presentó concurso de acreedores a través de un juzgado mercantil (tiene 23 millones de pasivo frente a 6 millones de activo) y políticamente ya está casi finiquitada.

Sin embargo, su espectro político y social no puede haberse evaporado como la organización. “Nuestra voluntad es estar presentes en este espacio centrista del catalanismo. Posiblemente, podríamos hablar de extinción del partido en los términos en que lo hemos conocido. Pero tenemos 3.500 militantes y una expansión territorial importante. Y tenemos también el Instituto de Estudios Humanísticos Miquel Coll i Alentorn (Inehca), que es una Fundación con vida propia, con unas cuentas saneadas y con conexiones internacionales, como la Fundación Conrad Adenauer o la W. Maertens“, explican fuentes democristianas a El Confidencial.

La intención de los sucesores de Duran i Lleida, pues, es “dar continuidad a ideas en un formato de partido nuevo, utilizando al Inehca como receptáculo de ideas”. Y ahí entra la articulación de un discurso social en torno a cuatro grandes áreas: educación, sanidad, fiscalidad y gente mayor. La Fundación será el crisol para lanzar ideas programáticas”. Los democristianos tendrán un consejo nacional del partido el próximo sábado 5 de noviembre, en el que discutirán en profundidad el futuro de la organización y los mecanismos a través de los que pueden dar continuidad a las ideas de UDC. O renovarse a morir.

Desde las filas de UDC se insiste en que este partido “quiere estar presente” y de que “existe un espacio sociológico” para ellos aunque reconocen que ese espacio, hoy por hoy, “no está estructurado políticamente”. En otras palabras: se trata de dar continuidad a las ideas democristianas aunque sea a través de un formato nuevo.

Reconocen, sin embargo, que el lugar tradicional de CiU está actualmente arrasado. El ‘procés’ consiguió “arrastrar a los partidos al terreno del sí o no. Aquí eres unionista o eres independentista. Y UDC ha sido víctima de ese planteamiento maniqueísta. Pero nosotros defendemos el catalanismo y defendemos la consulta como la única alternativa viable, aunque también prestamos atención al modelo de sociedad. Se ha malogrado el partido, pero no nuestras ideas. Somos activos de futuro. Defendemos el matiz, el diálogo, las posiciones no extremas. Estamos en contra del inmovilismo del PP y del radicalismo de la CUP”. Por tanto, insisten, “la única capacidad de diálogo ha de venir desde el centro”. Reconocen también que “el planteamiento dicotómico blanco/negro hizo desaparecer los matices y ahora es preciso revertir la situación. Y eso es una labor de media maratón, no de los 100 metros lisos”.

La inevitable confluencia

Su filosofía parte de la base de que “la solución no va a venir de los extremos, sino de ese espacio de centralidad”. Y ahí es donde entran en juego otras variables: ese espacio sociopolítico es codiciado también por movimientos como Lliures, con planteamientos similares. Desde las filas democristianas reconocen que existe una pugna por recuperar el centro catalanista. “Habrá que concertar con otras fuerzas, aunque primero es preciso definir los ámbitos importantes y luego, sumar”.
El movimiento Lliures no difiere mucho en sus posicionamientos. El proyecto de partido que lidera Fernández Teixidó mantiene entre sus principios fundamentales el de “recuperar la cultura de pacto y de entendimiento cordial que permita una mayor estabilidad política en Cataluña”.

Un dirigente de Lliures reconoce a El Confidencial que “es posible que a corto plazo lo tengamos más difícil, pero a medio plazo, la situación revertirá y volverá a predominar el centro político”. La intención de Lliures, lo mismo que la de los militantes de UDC es volver a ser el ‘pal de paller’ (o el nudo gordiano) de la política de Cataluña. Desde la organización de Teixidó, se abomina también de la carrera hacia ninguna parte del Gobierno catalán. Roger Muntañola, exdirigente precisamente de UDC que ahora es la mano derecha de Teixidó, ya lo dijo en la presentación: “La situación de Cataluña es crítica e insostenible por la política de trincheras”.

Más movimientos a la greña

La conquista del centro catalán contrasta con los movimientos de centro izquierda, que tienen otros protagonistas. La irrupción de Podemos y su alianza con movimientos emergentes como Guanyem (de Ada Colau) e ICV provocó un terremoto en el mapa político. Y el partido hegemónico hasta entonces, el PSC, se vio relegado a tercera fuerza en las autonómicas y a cuarta fuerza en las generales (aunque en votos mantenía el tercer puesto).

Ahora, un antiguo militante socialista, de Ciutadans y de UPyD, Julio Villacorta, quiere relanzar la Federación Socialista Catalana, descontento con el catalanismo de la actual dirección. Claro que, hasta ahora, incluso el PSOE se ha mantenido cauto a la hora de activar una operación semejante para restar votos a su ‘partido hermano’ de Cataluña. Y un exdiputado autonómico de Ciutadans, Antonio Robles, es impulsor de otro proyecto, Centro Izquierda Nacional (CINC). Esta entidad, domiciliada en Madrid, se define como de centro y de izquierdas y en sus bases critica que “la izquierda no ha sabido defender una idea democrática de la nación española. Ha permitido poner en duda su legalidad y su legitimidad”. Y remata que “el secesionismo es incompatible con la defensa de la igualdad y la preocupación por mejorar la vida de todos los trabajadores; valores que están por encima de supuestos ‘derechos históricos’ predemocráticos y de los intereses de las burguesías territoriales codiciosas y a menudo corruptas, camufladas bajo una nueva clase transversal nacionalista de carácter retrógrado, étnico y actitudes prefascistas”.

Curiosamente, Villacorta y Robles militaron al unísono en Ciutadans y luego se pasaron a UPyD. Ahora siguen caminos distintos con sendos proyectos que tontean con el PSOE. O, al menos, con el ala más centralista del PSOE.

El centro catalán tiene pretendientes. La pasada semana se presentó en Barcelona el movimiento Lliures, que aspira a convertirse en partido político a corto plazo y que pilota el exdirigente convergente Antoni Fernández Teixidó. Su intención es volver a controlar el centro sociológico, atraer a los antiguos votantes de Convergència i Unió (CiU) y dar voz “a aquellas personas que actualmente no se sienten representadas”. Pero no es el único movimiento que aspira a esto. Unió Democràtica de Catalunya (UDC) es otro de los partidos que ha sucumbido a las zarpas del ‘procés’. Es el primer partido que presentó concurso de acreedores a través de un juzgado mercantil (tiene 23 millones de pasivo frente a 6 millones de activo) y políticamente ya está casi finiquitada.

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