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Operación Forcadell, la desesperada jugada de Mas ante las terceras elecciones
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Plan para que la presidenta del Parlament encabece la lista de las generales

Operación Forcadell, la desesperada jugada de Mas ante las terceras elecciones

El presidente de ERC, Oriol Junqueras, se resiste con uñas y dientes a la operación Forcadell, puesto que quiere evitar ver subsumido su partido dentro del actual magma convergente

Foto: La presidenta del Parlamento catalán, Carme Forcadell. (EFE)
La presidenta del Parlamento catalán, Carme Forcadell. (EFE)

Igual que en algunos pueblos sacan a la Virgen de procesión esperando el milagro de la lluvia, Artur Mas usa a la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, cada vez que pintan bastos electorales para la antigua CDC. La nueva amenaza es la repetición de las generales a final de año. Y para ello, el exsecretario general de CDC propone una confluencia independentista con ERC, que encabezaría Carme Forcadell. Una operación Forcadell a la que se resiste con uñas y dientes el presidente de ERC, Oriol Junqueras, que no quiere ver subsumido a su partido en el magma convergente justo cuando mejores perspectivas políticas tiene su formación.

Lo excepcional es la nueva normalidad en la política catalana. Ahora que todos los ojos están puestos en la convocatoria de unas nuevas autonómicas en 2017, en la dirección de la antigua CDC saben que antes podría haber otro pulso electoral: el de las elecciones generales. Otro embate en las urnas que solo puede acabar de una manera, sean cuales sean las siglas bajo las que se presente el partido de Artur Mas: una nueva derrota.

Para enmascararlo se plantea la operación Forcadell, un plan para que la presidenta del Parlament, Carme Forcadell deje su puesto y encabece otra lista conjunta independentista, pero esta vez para el Congreso. Fuentes de CDC califican este plan como “última carta a la desesperada” y le dan escasas posibilidades de acabar en buen puerto.

Según explican fuentes políticas cercanas a la antigua CDC, para los estrategas que asesoran a Artur Mas, este nuevo plan tiene múltiples ventajas: para empezar, seguir explotando la figura de la expresidenta de la Assemblea Nacional de Catalunya (ANC). Carme Forcadell ya encabezó la lista de Junts Pel Sí y fue la artífice de lo que se denominó “mayoría independentista en el Parlament”, una mayoría que no es tal porque depende intrínsecamente de la CUP pero que, por el momento, es la que ha permitido mantener vivo el 'procés'. Evidentemente, esta 'operación' solo es la última carta por si al final España va a unas terceras elecciones generales.

Foto: La presidenta de la Asamblea Catalana, Carme Forcadell, en una manifestación en Barcelona. (Reuters)

También permite a la extinta CDC esquivar el principal problema que le amenaza en Madrid: la marginalidad, que se ha hecho más evidente al perder el grupo parlamentario. Las encuestas que maneja el partido le dan la mitad: pasaría de ocho escaños a cuatro. Un drama.

Además, de paso se amortiza la figura de Francesc Homs, que ha cosechado unos resultados penosos en la última convocatoria. Y, sobre todo, se rompería la tendencia electoral al alza de ERC y la influencia que, en el entorno del poder económico y político tanto en Madrid como en Barcelona, ya está ejerciendo Oriol Junqueras.

Desactivar la inhabilitación

Otra ventaja es que esta maniobra podría desactivar la bomba política que pesa sobre Forcadell: la amenaza de inhabilitación desde el Tribunal Constitucional (TC). Apartando a Forcadell del Parlament, se evitaría el choque de trenes con Madrid, se mantendría a la activista aforada, esta vez en el Congreso, además de mantener el carácter 'procesista' con que el aparato convergente se siente cómodo sin llegar al enfrentamiento abierto, el terreno en el que solo se mueve cómoda la CUP. Aunque 'de facto' se acataría al TC, apartando a Forcadell del Parlament, enviarla al Congreso sería una manera de salvar los muebles, solo viable si la maniobra se produce antes de que se pronuncie el alto tribunal.

Foto: El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, junto a la presidenta del Parlament, Carme Forcadell. (Efe)

Por último, Forcadell mantiene un indudable tirón electoral. Para los sectores más radicales del independentismo catalán, una Carme Forcadell liderando una confluencia independentista en Madrid desde un escaño del Congreso es algo que podría molestar aún más a los padres de la patria española que el dúo Joan Tardà-Gabriel Rufián.

ERC se resiste

Junqueras se resiste a este movimiento, y todas las fuentes consultadas aseguran que se acabará negando. De hecho, ya se intentó algo por el estilo en las últimas generales y el líder de ERC se plantó. Y acertó. Ahora ERC cuenta con grupo parlamentario propio, mientras que sus más directos rivales políticos en Cataluña vagan por el espacio sideral del Grupo Mixto. Los republicanos suman en este momento nueve diputados y las encuestas internas del partido los sitúan en 11 si se repitiesen las elecciones.

Oriol Junqueras se plantea las terceras elecciones en España como una primera ronda de las autonómicas que Carles Puigdemont convocará en 2017. Pero con este planteamiento convergente, el riesgo es aparecer ante la opinión pública como los culpables de dejar en la estacada a Forcadell ante la ofensiva del TC. Porque una cosa sería dejar de lado a los exconvergentes —Junts Pel Sí siempre se planteó como algo puntual, como “el voto de tu vida”— y otra muy diferente dejar tirada a la presidenta del Parlament que tramitó en la Cámara las leyes de desconexión desafiando a España. Para Junqueras, los tiempos de malabarismo con convergentes como fue Junts Pel Sí —en cuya lista Artur Mas fue de número cuatro para acabar luego sacrificado por la CUP— ya han pasado. Y toca recuperar cierta normalidad democrática.

Una vez más, ERC juega a contracorriente. Porque en la nueva sede de la calle Provença, los convergentes recaban apoyo en el entorno soberanista para la eventualidad de unas terceras elecciones españolas. La ANC y Omnium Cultural, organizadores de las manifestaciones del 11 de septiembre, estarían a favor de un movimiento de este tipo, para ellos un gesto de unidad de los partidos en favor de la independencia.

El precedente de Atutxa

La principal apuesta en clave independentista sería preservar el valor simbólico de Carme Forcadell. Se quiere evitar que acabe como el expresidente del Parlamento vasco Juan María Atutxa, que acabó su carrera política inhabilitado por el TC por no disolver el grupo parlamentario 'abertzale' Sozialista Abertzaleak (SA). Más allá de estos precedentes, para muchos esta maniobra de Mas es el último bandazo desesperado antes de que las urnas entierren a su partido.

Igual que en algunos pueblos sacan a la Virgen de procesión esperando el milagro de la lluvia, Artur Mas usa a la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, cada vez que pintan bastos electorales para la antigua CDC. La nueva amenaza es la repetición de las generales a final de año. Y para ello, el exsecretario general de CDC propone una confluencia independentista con ERC, que encabezaría Carme Forcadell. Una operación Forcadell a la que se resiste con uñas y dientes el presidente de ERC, Oriol Junqueras, que no quiere ver subsumido a su partido en el magma convergente justo cuando mejores perspectivas políticas tiene su formación.

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