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Cataluña afronta la Diada de la división disfrazada de un nuevo hito histórico
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fatiga social Tras un lustro de movilizaciones

Cataluña afronta la Diada de la división disfrazada de un nuevo hito histórico

Este 11 de septiembre oscila entre un cierto cansancio popular y una gran división larvada entre todos los sectores asistentes que nunca se había dado durante los últimos años

Foto: Manifestación de la Diada en la avenida Meridiana de Barcelona en el año 2015. (EFE)
Manifestación de la Diada en la avenida Meridiana de Barcelona en el año 2015. (EFE)

Mañana se cumple un lustro de movilizaciones independentistas en Cataluña. Cinco años de la gran manifestación independentista del 11 de septiembre de 2012. La Diada tradicionalmente había sido una fiesta de unidad de todos los catalanes. Pero tras estos años de 'procés', esta Diada vive la paradoja de que nunca había tenido tanto apoyo institucional –hasta el presidente catalán Carles Puigdemont acudirá a las movilizaciones– pero al mismo tiempo no solo se afronta con un cierto cansancio popular. También con una gran división larvada entre todos los sectores asistentes que nunca había se había dado hasta ahora.

Ya no se trata solo de discordia entre soberanistas y no soberanistas. Los catalanes contrarios a la independencia poco tienen que hacer en una fiesta que se ha convertido en una apología de la secesión. Es que para muchos de los independentistas, esta es la manifestación del referéndum unilateral de independencia, denominado RUI. La Assemblea Nacional de Catalunya (ANC) y la CUP abogan por esta consulta, que se quiere vinculante y por la que se inclina Puigdemont. Pero se acabó. La propia ERC juega a una calculada ambigüedad. Artur Mas, ya expresidente, acudirá por fin a la manifestación. Pero Mas recela del RUI. Para él y para la vieja guardia convergente sería una reedición del 9N, el cual quedaría reducido a anécdota pese a que él impulsó la consulta con pretensión de pasar a la historia. La confusión alrededor de esta cuestión que se quiere capital ha llegado al propio presidente de la ANC, Jordi Sánchez, ha abogado por un “referéndum vinculante” pero “no unilateral”.

El anuncio de Mas de acudir a la manifestación ha obligado a Puigdemont a acudir. Pero aprovechando la dispersión de la convocatoria de este año, Puigdemont lo hará en Salt y no en Barcelona, como Artur Mas. Cien kilómetros separarán a Mas de Puigdemont este 11 de septiembre, cien kilómetros de distancia física pero también ideológica. Es lo que tiene el nuevo referéndum unilateral que la CUP quiere colar en la hoja de ruta, que sirve para separar el grano independentista pata negra de la paja “procesista” postconvergente.

Con ella llegó el escándalo

Si ya las aguas bajaban turbulentas en el río “indepe” solo faltaba que se bañase en ellas la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. A río revuelto, ganancia de pescadores. Y Colau ha decidido pescar votos. Colau no huele a napalm por las mañanas. Pero su olfato político hiperdesarrollado sí ha detectado elecciones anticipadas en Cataluña. Por eso anunció antes que nadie que iría a la manifestación. No es independentista. Y los 'comunes' catalanes quieren un referéndum pactado con España, nada unilateral. Pero Colau disfrazó su asistencia de apoyo a la presidenta del Parlament Carme Forcadell. Solidaridad femenina como coartada política. Colau ha lanzado una 'opa hostil' a Podemos y quiere jugar su primera partida en unas autonómicas catalanas. Porque si Anna Gabriel envió a Artur Mas a la “papelera de la historia” ha de ser ella, otra mujer de la izquierda, la que lance lo que quede de CDC a las bancadas de la oposición para gobernar en un tripartito de izquierdas con ERC. Así que Puigdemont pugna con Mas por la derecha y con Colau por la izquierda. Al final, el 'president' no tenía otra que acudir a la manifestación.

Una vez más Ada Colau ha demostrado tener más instinto político que el resto de partidos catalanes y aprovecha el caos "indepe" en su beneficio

Colau se ha aliado con Xavier Doménech, la cabeza visible de EnComúPodem en el Congreso. Así, ha convocado dos actos en Sant Boi, donde se celebró la primera Diada en 1976. En los actos participará ERC y Oriol Junqueras pero se ha marginado a los antiguos convergentes. Lo dicho: vientos de tripartito, que no comparten todos. CatalunyaSiqueEsPot, la marca de los podemitas catalanes en el Parlament ya ha dicho que no acudirán a las manifestaciones porque creen, con razón, que solo buscan apoyar la hoja de ruta soberanista. Así que ni los propios 'comuns' tampoco están de acuerdo entre sí. Pero Ada Colau es experta en confluencias y no se sentiría incómoda en una Plaza de Sant Jaume donde ella mandase en el Ayuntamiento y Junqueras en la Generalitat.

Asistencia relativa

El malestar convergente también se extiende contra la ANC, que ha organizado cinco manifestaciones en cinco ciudades de Cataluña –Barcelona, Lleida, Tarragona, Salt y Berga– pero ninguna con alcalde del partido de Artur Mas. En clave territorial, poco jugo podrá sacar la derecha catalanista de esta Diada si los tambores de anticipadas aciertan el pronóstico.

Mañana se hablará mucho de asistencia. Llenar Berga es fácil. Barcelona será más complicado. Pero aunque en la capital catalana la manifestación fuese la mitad de grande que la del año anterior por el cansancio de la ciudadanía, sería otro gran éxito para el independentismo. Hay que recordar que se parte de niveles muy altos.

El problema es otro. El economista independentista Oriol Ges escribió esta semana en 'Regió7' que las celebraciones de la Diada corren el riesgo de convertirse en algo tan rutinario y tan intrascendente en lo político como la fiesta del 'Club Super3'. El lema de este año es “A punt”. La cuestión es para qué. Para la independencia, seguro que no. Pero a lo mejor es el lema más honesto de los últimos años. Todo señala a que Ada Colau lleva razón y que todo está “a punto”… para unas nuevas elecciones en Cataluña. En este sentido, el volumen de asistencia y las triquiñuelas que intente la ANC para enmascarar una cifra menor de manifestantes que otros años son lo de menos. La clave es que la Diada de mañana será por fuera como 'El lago azul' y por dentro como una película de Tarantino.

Mañana se cumple un lustro de movilizaciones independentistas en Cataluña. Cinco años de la gran manifestación independentista del 11 de septiembre de 2012. La Diada tradicionalmente había sido una fiesta de unidad de todos los catalanes. Pero tras estos años de 'procés', esta Diada vive la paradoja de que nunca había tenido tanto apoyo institucional –hasta el presidente catalán Carles Puigdemont acudirá a las movilizaciones– pero al mismo tiempo no solo se afronta con un cierto cansancio popular. También con una gran división larvada entre todos los sectores asistentes que nunca había se había dado hasta ahora.

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