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Ni Uber, ni Airbnb: Ada Colau contra las añagazas de la 'economía colaborativa'
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Los gigantes digitales, con problemas para operar en BARCELONA

Ni Uber, ni Airbnb: Ada Colau contra las añagazas de la 'economía colaborativa'

El pulso contra los emporios digitales está ejemplificados en expedientes municipales contra empresas como Airbnb y Homeaway por 30.000 euros. Y se anuncian nuevas sanciones

Foto: La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. (EFE)
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. (EFE)

Ada Colau está en contra de la economía colaborativa” es el nuevo mantra de determinadas empresas y 'lobbies' con intereses legítimos que están encontrando dificultades para operar en la capital catalana. Pero el pulso entre la alcaldesa de BCNenComú y los nuevos gigantes digitales, ejemplificados en expedientes contra empresas como Airbnb y Homeaway por 30.000 euros cada uno, es sólo un detalle más de una pugna mucho más compleja y en la que Barcelona sólo es un escenario, privilegiado pero uno más al fin y la cabo, en el que las grandes empresas de Palo Alto quieren cambiar el mundo tal y como lo hemos conocido.

Para empezar hay que negar la mayor: Ada Colau no está en contra de la economía colaborativa, está en contra del capital, que no es lo mismo. Nadie le dará a Ada Colau gato por liebre por cambiarle el nombre a la cosa. A menudo la economía del acceso típica de la Costa Oeste californiana se quiere vestir con los trapos de la economía colaborativa. Pero Uber se valora en 70.000 millones de dólares. Airbnb, sólo en 25.000 millones de dólares. Una firma como Blablacar, en más 1.700 millones, esta vez en euros. Si esto no es capitalismo puro y duro en un mundo en el incluso que Facebook está amenazando a los otrora todopoderosos bancos que baje Dios y lo vea. No, la alcaldesa de Barcelona tiene el morro fino para el lucro. Si hasta los gigantes de las telecos pasaron las de Caín para renovar el Mobile World Congress, Barcelona no va a ser un campo libre para los geniecillos post Napster. Si Uber es economía colaborativa, Google es una ONG.

Además, la alcaldesa tiene un programa y unas formas. El programa con el que llegó a la alcaldía tenía como punto destacado luchar contra la saturación turística. En especial en el barrio de la Barcelona y en el Gótico. La alcaldesa ha fracasado. Pero la sobreactuación es uno de sus puntos fuertes. Si las multas hasta ahora han sido bajas, se amenaza a Aribnb y a Homeaaway con sanciones de hasta 600.000 euros. Y se publicita a bombo y platillo que se van a cerrar 256 pisos turísticos ilegales. En 2015 se cerraron 500. Estas medidas son populares en los barrios antes comentados o en zonas como la Sagrada Familia o Poblenou, donde los barceloneses ya no reconocen su ciudad, que en los últimos cinco años, como un efecto colateral de los vuelos 'low-cost' y el boom del aeropuerto de El Prat, se está convirtiendo en otra cosa.

Denuncie a su vecino

Estas medidas de Colau cuentan con apoyo en la ciudad. En especial en aquellos bloques de vecinos en los que uno o dos pisos turísticos –legales o no– han arrasado con la tranquilidad, la limpieza e incluso con la wif-fi de los demás residentes. De nuevo a Colau le pierden la formas, que no el fondo, en el que tiene razón y cuenta con el apoyo de sus conciudadanos. Pero cuando envía cartas pidiendo que se denuncie a su vecino… el tufillo estalinista la delata.

El envío de la carta en pleno mes de agosto delata impotencia. ¿Qué puede hacer un ayuntamiento contra las tendencias del mercado, de la globalización y de internet? En realidad es como palear en el desierto. Pero, claro, eso no se les dice a los votantes.

Las guerras del taxi

Si Airbnb es la cara, Uber es la cruz. Pero aquí Colau no tiene ni votos ni programa. Desde antes Porcioles, ningún alcalde de Barcelona ha tenido el apoyo de los taxista. Odiar al alcalde viene en el ADN de cualquier taxista barcelonés que se precie. Sin embargo se da la circunstancia de que los intereses de unos y otros se han alineado. La Guardia Urbana está estudiando incluso crear un cuerpo sólo especializado en perseguir servicios ilegales. Como muchas políticas de Colau, han sido sólo un anuncio. Pero denota el espíritu del nuevo gobierno municipal, contra los Uber, Cabify y otros.

En todo caso, a los taxistas no les bastan los gestos. Han creado una base de datos que incluye 2.000 vehículos que en el área de Barcelona que operan de manera ilegal. Incluso han organizado patrullas para perseguirlos ellos mismos, en un buen ejemplo de lo que sí podría considerarse economía colaborativa. Los taxistas piden mano dura policial pero, claro, Colau no está por la labor.

Los taxistas de Barcelona han autoorganizado patrullas para perseguir a los cerca de 2.000 vehículos que operan como taxis ilegales en la capital catalana

El camino al final será el pacto. Si los grandes del sector pactan, como hicieron los gigantes de las telecomunicaciones en el Mobile World Congress, Colau y BCNenComú, pactarán, no tanto porque estén de acuerdo como porque su tendencia a la inacción les lleva a aceptar soluciones dialogados en las que se la solución les llegue ya precocinada. Pero si desde Palo Alto creen que podrán imponer sus condiciones, el equipo municipal se revolverá como gato panza arriba. Y tendrá a buena parte de la ciudadanía de su lado.

Tras estos pulsos hay un debate de identidad de las ciudades que no deja de ser paradójico. Esta semana en el Gamper había tal cantidad de turistas viendo el partido que la tradicional puesta de largo de la pretemporada del Barça quedó un tanto desdibujada. Y no sólo pasa con el FC Barcelona, pasa con todo. De tal manera que los barceloneses, que siempre han presumido de cosmopolitismo están empezando a experimentar en sus propia carnes la paradoja de lo mucho que nos gusta el turismo cuando los que viajamos somos nosotros y lo poco que nos agrada cuando los que vienen a nuestra casa son los demás.

Ada Colau está en contra de la economía colaborativa” es el nuevo mantra de determinadas empresas y 'lobbies' con intereses legítimos que están encontrando dificultades para operar en la capital catalana. Pero el pulso entre la alcaldesa de BCNenComú y los nuevos gigantes digitales, ejemplificados en expedientes contra empresas como Airbnb y Homeaway por 30.000 euros cada uno, es sólo un detalle más de una pugna mucho más compleja y en la que Barcelona sólo es un escenario, privilegiado pero uno más al fin y la cabo, en el que las grandes empresas de Palo Alto quieren cambiar el mundo tal y como lo hemos conocido.

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