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Artur Mas ya es pasado: los nombres nuevos encabezados por Puigdemont piden paso
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LA MILITANCIA ve AMORTIZADO AL ‘EXPRESIDENT’

Artur Mas ya es pasado: los nombres nuevos encabezados por Puigdemont piden paso

Al 'expresident' de la Generalitat le ha mirado un tuerto: su nuevo partido nace gafado desde el nombre, y a él la militancia le da por amortizado y quiere regeneración

Foto: Carles Puigdemont y Artur Mas, durante el XVIII Congreso de Refundación de CDC. (EFE)
Carles Puigdemont y Artur Mas, durante el XVIII Congreso de Refundación de CDC. (EFE)

Artur Mas está a punto de pasar a ser historia. A punto de ser solo rescoldo del pasado. Los nombres de futuro piden paso para encabezar la nueva Convergència, llámese Partit Demòcrata Català (PDC) o como sea, ya que el Ministerio del Interior no admite ese nombre, al considerar que puede incitar a confusión. El PDC (o como se llame el nuevo partido) ha nacido gafado. Hubo ridículo desde el primer momento, porque los militantes que asistieron a su congreso fundacional rechazaron de plano los dos nombres que había pergeñado el equipo de Artur Mas en la rebotica. Fue la primera sonora bofetada a lo que califican de “cúpula soberbia”. A partir de ahí, un sinfín de palos dejó entrever a Mas que los viejos vicios de CDC no convencían ni a sus propios correligionarios.

El pasado fin de semana, Mas vagaba por los aledaños de las concentraciones de militantes con semblante serio. No era para menos. Le tumbaron órganos internos que creía tener en su mano para el mejor control de la organización. Le obligaron a que haya limitación de mandatos para los cargos del partido y le impusieron una semi-rígida incompatibilidad para ejercer cargos simultáneos en el partido y en la Administración.

De ahí que resultase muy relevante una estampa histórica: en los recesos del congreso, el actual presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, era el más requerido por la militancia. Todos querían hablar con él, acercarse al ‘president’, hacerse selfis… Puigdemont, atento a todas las solicitudes, no daba abasto. Era cansado lo que hacía, pero gratificante. Su popularidad quedaba fuera de toda duda: atrae a los suyos. Conecta.

Foto: Artur Mas y el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont (i), al término del congreso fundacional de la nueva Convergència. (EFE) Opinión
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A pocos metros, Artur Mas parecía vivir en otro mundo, ajeno al bullicio que envolvía al ‘president’. “Mas se equivocó y aplicó al nuevo proyecto las viejas formas de hacer. Ello crea un partido muy alejado de la ciudadanía”, critica un veterano militante de Convergència. Y no solo eso: “Mas llegó al congreso fundacional del PDC con los mismos corsés mentales que tenía antes: diseñó un acto pensando en las familias de CDC y quiso equilibrar los poderes dentro del partido pensando en las familias convergentes. ¡Y no se daba cuenta de que el 85% de los militantes que asistimos al congreso fundacional no pertenecemos a ninguna de esas familias!”.

Un desgaste inusual

Esa desconexión de la cúpula de Convergència con la militancia ha causado un desgaste inusual en Artur Mas, que desde que perdió la presidencia de la Generalitat ve también cómo ha perdido liderazgo social y ascendencia sobre el mundo económico. Se vio en las jornadas que el Círculo de Economía organizó en Sitges a finales del mes de mayo (la cita anual económica más importante de España); se vio en el palco del Barça; se ve en los actos de gran calado político-empresarial… y ahora se ve en el distanciamiento de la militancia (de su militancia, más bien). El ‘expresident’ tiene cada vez menos gente ‘importante’ que le llama.

“El futuro del nuevo partido ya no será Artur Mas. Estamos de acuerdo en que es un activo que tenemos, pero está muy bien de presidente no ejecutivo. Ahora, necesitamos caras nuevas y nuevos modos de hacer para encarar el futuro. De ahí la batalla que la militancia le planteó en el congreso fundacional”, señala otro veterano militante.

Nadie duda de que Carles Puigdemont es un valor en alza. No pertenece a ninguna familia convergente, es joven y hasta ahora ha sido coherente, a pesar de que sus tesis no convenzan a todos. De hecho, la deriva independentista de la vieja CDC y del nuevo PDC ya ha dejado víctimas por el camino, como el exconsejero Antoni Fernández Teixidó, el hombre que más consejerías aglutinó bajo su brazo en tiempos de Jordi Pujol: tras 23 años de militancia en CDC, tiró la toalla y se fue a su casa, descontento con la hoja de ruta rupturista.

Los nuevos nombres

Pero hay dirigentes de relevo que tienen por delante un futuro diáfano y que representan la regeneración de los viejos mandatarios. Dejando al margen el tándem Marta Pascal y David Bonvehí, que opta a controlar la ejecutiva, en las últimas semanas han cobrado peso los nombres de Mercè Conesa y Carles Campuzano. La primera es alcaldesa de Sant Cugat y presidenta de la Diputación. El segundo es diputado en el Congreso. “Son nombres para no perder de vista, porque están muy bien considerados”, afirman fuentes del partido.

En esta misma escala está Santi Vila, actual consejero de Cultura, cuyo nombre suena para ser el relevo de Xavier Trias como alcaldable por Barcelona (ya fue alcalde de Figueres, antes de pasar en 2012 a ser consejero de Territorio y Sostenibilidad). Junto a ellos, un puñado de alcaldes, entre los que despuntan Albert Batalla (de La Seu d’Urgell), Marc Castells (de Igualada) y Albert Batet (de Valls).

“Que Artur Mas no piense que todo se ha acabado en el congreso. La revolución continuará. Los militantes estamos decididos a cambiar las formas de hacer, y a él le llega el relevo. Le admiramos por lo que ha hecho y es un símbolo. Pero no nos dejaremos avasallar como en la vieja Convergència. Es la hora del relevo y que gente más joven y con más empuje coja las riendas”, advierten desde la base del PDC. En otras palabras, que Artur Mas es un valor amortizado. 'Alea jacta est'.

Artur Mas está a punto de pasar a ser historia. A punto de ser solo rescoldo del pasado. Los nombres de futuro piden paso para encabezar la nueva Convergència, llámese Partit Demòcrata Català (PDC) o como sea, ya que el Ministerio del Interior no admite ese nombre, al considerar que puede incitar a confusión. El PDC (o como se llame el nuevo partido) ha nacido gafado. Hubo ridículo desde el primer momento, porque los militantes que asistieron a su congreso fundacional rechazaron de plano los dos nombres que había pergeñado el equipo de Artur Mas en la rebotica. Fue la primera sonora bofetada a lo que califican de “cúpula soberbia”. A partir de ahí, un sinfín de palos dejó entrever a Mas que los viejos vicios de CDC no convencían ni a sus propios correligionarios.

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