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El ala más dura de la CUP rechaza aceptar el pacto para investir a Mas y exige elecciones
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así lo someterán a votación el día 27

El ala más dura de la CUP rechaza aceptar el pacto para investir a Mas y exige elecciones

Los radicales dentro de los radicales no quieren saber nada del pacto al que han llegado sus dirigentes con Junts Pel Sí para investir a Mas a cambio de un plan de choque social de 280 millones

Foto: Caricatura de Antonio Baños y Artur Mas. (Raúl Arias)
Caricatura de Antonio Baños y Artur Mas. (Raúl Arias)

El sector más duro de la Coordinadora d’Unitat Popular (CUP) está dispuesto a plantar cara a los dirigentes que prefieren investir a Artur Mas como presidente de la Generalitat de Cataluña antes de permitir que se hayan de convocar nuevas elecciones “con resultados inciertos”. Fuentes de la formación independentista admitieron a El Confidencial que el sector moderado “es partidario de facilitar la investidura de Mas”, aunque el núcleo duro articulado en torno a los dirigentes Benet Salellas, Josep Manel Busqueta y Anna Gabriel prefiere mantener el espíritu libre e inmaculado de la formación, aun a riesgo de que se tengan que convocar nuevas elecciones autonómicas (las cuartas en cinco años) en el primer trimestre de 2016.

Por un lado, los radicales consideran que el ‘president’ ha dado muestras evidentes de que puede negociar “cualquier condición”. Prueba de ello es que se puede aplicar en un altísimo porcentaje el plan de choque social propuesto por los radicales, del que no hace muchos días el propio consejero de Economía, Andreu Mas-Colell, decía que no era viable por su montante económico. También está dispuesto a asumir recortes en su papel de ‘president’ a cambio de que le vuelvan a investir.

Pero los ‘duros’ son partidarios de ir a nuevas elecciones antes que claudicar con Artur Mas, ya que, afirman, perderían credibilidad si aceptan la investidura, puesto que el nombre del ‘president’ está vinculado a procesos de corrupción de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC). “De momento, su nombre no ha aparecido vinculado directamente a ningún caso, pero no hay que obviar que él es el presidente de Convergència desde hace bastante más de una década, por lo que es el responsable máximo de lo que ocurre en el partido, que estructuralmente está inmerso en varias investigaciones judiciales por corrupción”, advierten las fuentes consultadas. En la asamblea que la CUP celebrará el domingo 27, una de las opciones que se pondrán a debate y votación será precisamente la no investidura de un ‘president’ que haya tenido algo que ver con escándalos, ya sea Artur Mas u otro.

Las excusas de los moderados

En el otro lado de la balanza, se sitúan las excusas del sector moderado, que insisten en que “la actual coyuntura es inmejorable para un proceso de independencia. Si vamos a nuevas elecciones, nadie puede predecir qué pasará”. De ahí que el exdiputado 'cupero' David Fernández haya pedido en los últimos días prestar dos votos a Mas para que pueda liderar el Ejecutivo autonómico. De hecho, además de prestar dos votos, los demás diputados tendrían que abstenerse también, por lo que toda la CUP se vería involucrada en la investidura. “¿Y qué vamos a decir después a la gente que nos ha votado precisamente por nuestra trayectoria intachable en cuanto a corrupción? ¿Cómo justificar que hemos permitido la investidura de un ‘president’ que pertenece a un partido investigado judicialmente? ¿Cómo justificaría la CUP su luz verde a alguien salpicado por la corrupción?”.

Por si fuera poco, unas nuevas elecciones abren un periodo incierto en la política catalana. Primero, porque sería difícil reproducir de nuevo la plataforma de Junts Pel Sí (JxS), donde Esquerra Republicana (ERC) y CDC se aliaron para concurrir juntos a unas elecciones por primera vez. Y luego, porque está por ver si la CUP se vería o no castigada en las urnas. De hecho, una parte de su electorado reclama no permitir la investidura de Mas y agradecería la firmeza del sector duro. Pero también es verdad que una parte del electorado la podría castigar llevando su voto a otras opciones políticas.

El debate político catalán ha llegado a su última etapa. Los escollos que había para un gran pacto entre JxS y la CUP están prácticamente superados. Hace pocas semanas, todos se excusaban diciendo que “lo que importa es el qué, el cómo y el cuándo”. Pero ahora ha llegado el principal escollo: el quién. CDC y ERC mantienen el blindaje de Artur Mas aduciendo que antes de las elecciones se advirtió de que, aunque no iba de cabeza de lista, él sería el candidato a ‘president’. Por tanto, consideran que el mandato democrático de la ciudadanía es que él sea el próximo ‘president’.

Desde la CUP, ese mandato no se ve tan claro: si lo fuese, ya sería ‘president’. “Resulta que los ciudadanos no le quisieron dar patente de corso y por eso no puede ser investido ‘president’. Nuestros votos, por ejemplo, no provienen precisamente de ciudadanos que querían hacer presidente a Artur Mas. Es más, nuestro mandato popular es que no sea él el ‘president’. Y este mandato es tan legítimo como el suyo, puesto que también salió de las urnas. Si quiere reclamar votos para su persona, que reclame también los de otras fuerzas políticas, no solo los nuestros”, arguyen desde la CUP.

El sector más duro de la Coordinadora d’Unitat Popular (CUP) está dispuesto a plantar cara a los dirigentes que prefieren investir a Artur Mas como presidente de la Generalitat de Cataluña antes de permitir que se hayan de convocar nuevas elecciones “con resultados inciertos”. Fuentes de la formación independentista admitieron a El Confidencial que el sector moderado “es partidario de facilitar la investidura de Mas”, aunque el núcleo duro articulado en torno a los dirigentes Benet Salellas, Josep Manel Busqueta y Anna Gabriel prefiere mantener el espíritu libre e inmaculado de la formación, aun a riesgo de que se tengan que convocar nuevas elecciones autonómicas (las cuartas en cinco años) en el primer trimestre de 2016.

Generalitat de Cataluña Artur Mas
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