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Convergència da un ultimátum a Duran para que se decida a apoyar el proceso de Mas
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CUMBRE DE CDC Y UDC

Convergència da un ultimátum a Duran para que se decida a apoyar el proceso de Mas

Los convergentes han dado de plazo hasta este sábado a los democristianos para que se definan y digan si van a acompañarlos en el periplo independentista de Artur Mas

Foto: El presidente de UDC, Josep Antoni Duran Lleida (d), y el secretario general, Ramón Espadaler (i). (EFE)
El presidente de UDC, Josep Antoni Duran Lleida (d), y el secretario general, Ramón Espadaler (i). (EFE)

Los nacionalistas catalanes se han dado de plazo hasta el próximo sábado para saber si rompen la coalición entre Convergència Democràtica (CDC) y Unió Democràtica (UDC), tras el referéndum interno de esta última que rechazó la hoja de ruta independentista de Artur Mas. Tras ese serio revés (que, de rebote, significó una victoria del líder democristiano, Josep Antoni Duran Lleida), los dos partidos se reunieron ayer por la tarde para examinar la situación.

Por parte de los convergentes, estaban presentes el coordinador general, Josep Rull, y el vicesecretario de Coordinación Institucional, Lluís Corominas. Por parte de Unió, su secretario general, Ramón Espadaler, y el vicesecretario general, Toni Font. La reunión fue correcta, pero los frutos escasos. Los convergentes llegaron con un solo planteamiento: la hoja de ruta de Artur Mas es inamovible e innegociable. O lo toman o lo dejan: el 27 de septiembre habrá “elecciones plebiscitarias” y, dependiendo de los resultados, no descartan una “declaración unilateral de independencia”.

Para UDC, eso sería forzar la legalidad y romper las reglas del juego. De ahí que su dirección haya rebatido esos planteamientos y apostase por proponer una hoja de ruta que quepa dentro de la legalidad vigente. Ganó por casi 5 puntos, pero ganó, por lo que Duran y su cúpula tienen las manos libres para dar calabazas a Convergència.

Los convergentes han dado de plazo hasta este sábado a los democristianos para que se definan y digan si van a acompañarlos en el periplo independentista de Artur Mas. En caso de que no secunden esa hoja de ruta, UDC y CDC deberán presentarse por separado a las elecciones del 27 de septiembre. “Estamos a la espera de la respuesta que nos dé Unió. Nuestra posición del carácter plebiscitario del 27-S es inamovible, clara, diáfana y explícita”, subrayó el coordinador general convergente. En otras palabras: o Duran se suma o que se quede en la cuneta.

Los convergentes se sienten fuertes al lanzar el ultimátum: el resultado del referéndum interno de Unió fue tan ajustado que lo tienen fácil para presionar. Saben que Duran tiene a Unió partida casi por la mitad y que, además, los del sector críticos no van a ser leales al presidente de Unió, sino que van a negociar por su cuenta con los partidarios de la independencia su incorporación al proceso. Por eso se pueden permitir, de momento, cualquier aviso drástico.

El sector crítico de UDC se ha sentido ninguneado por Duran Lleida, que considera que, como ha ganado el referéndum, tiene las manos libres para hacer lo que quiera. Ayer por la mañana, se reunió el comité de gobierno de Unió pero la brecha, lejos de comenzar a cerrarse, se abrió más. Los críticos no quieren renunciar a plantear la independencia, pero los oficialistas creen que eso, ahora, “no toca”. Incluso se negó la posibilidad de afrontar una posible hoja de ruta cuya meta fuese la secesión. Ante ese posicionamiento, el ala rebelde de Unió se ha enconado aún más y los convergentes se frotan las manos previendo los problemas que se les echan encima a sus socios si se apean del proceso que lidera Artur Mas. El cabeza visible de los independentistas democristianos, Antoni Castellà, llegó a hablar de “empate técnico” en el referéndumy de que Duran no puede dar la espalda a la mitad de su militancia. He ahí un argumento que también se utiliza desde las filas convergentes para criticar al líder de Unió.

¿Un paso atrás de Mas?

Esta postura de fuerza contrasta con el anuncio de Mas de retirarse de la política si no gana las elecciones del 27-S. Lo dijo ayer por la tarde en una charla con Iñaki Gabilondo. Es una táctica del president para camuflar los esperados malos resultados. CiU tenía 62 diputados en 2010. Reclamó la mayoría absoluta en las elecciones de 2012 y los electores le castigaron haciéndole perder 12 escaños, por lo que quedó en 50. Ahora, se espera un bajón enorme. Hace unos meses, la cúpula estaba dispuesta a admitir que, por encima de los 40 escaños, Mas no podría ser cuestionado, aunque perdiese una decena de diputados. Luego, en algunos círculos de la cúpula comenzó a hablarse del listón de los 35. Ahora, ni eso, porque pueden ser menos. Lo importante es sacar un voto más o un diputado más que la siguiente fuerza. Como si no llega a 30 escaños. Pero ello camuflaría la brutal debacle del partido nacionalista en los últimos años, aunque permitiría a Mas perpetuarse como el timonel del proceso.

Para desviar la atención del bajón de Convergència, Artur Mas quiere concurrir con una lista transversal donde no figure el nombre de su partido. De ese modo, también quiere evitar el paralelismo con los resultados de anteriores comicios. Ya lo dijo el president ante Gabilondo: “Si paso por las urnas y la gente me dice ‘oiga, no le toca a usted’, haré como los líderes británicos: darlo por bueno, dar un paso atrás y dejar paso a quienes, a criterio de la gente, estén mejor preparados”.

Los nacionalistas catalanes se han dado de plazo hasta el próximo sábado para saber si rompen la coalición entre Convergència Democràtica (CDC) y Unió Democràtica (UDC), tras el referéndum interno de esta última que rechazó la hoja de ruta independentista de Artur Mas. Tras ese serio revés (que, de rebote, significó una victoria del líder democristiano, Josep Antoni Duran Lleida), los dos partidos se reunieron ayer por la tarde para examinar la situación.

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