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Cómo Amancio Ortega acabó con el granero de votos urbanos de CiU
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LA tormenta perfecta DEL COMERCio catalán

Cómo Amancio Ortega acabó con el granero de votos urbanos de CiU

El modelo comercial catalán vive en estas rebajas su tormenta perfecta. Amancio Ortega y sus competidores han adelantado la fecha de inicio al 2 de enero

Foto: Tienda de Zara en Barcelona. (Reuters)
Tienda de Zara en Barcelona. (Reuters)

Está semana de rebajas se ha visualizado lo que en los cuarteles de CDC de la calle Còrsega se percibía desde hace cuatro años, según señalan fuentes políticas de esta formación: que un nicho de votos convergente en la ciudades, el de los pequeños comerciantes, los botiguers, estaba de capa caída. El granero de votos urbanos que suponía este colectivo social perdía su sentido y junto con él la clientelar política comercial de la Generalitat. La culpa, muy lejos de Cataluña: en concreto en Galicia, donde Amancio Ortega y sus competidores han cambiado el mapa del comercio español y catalán.

Este cambio ha quedado en evidencia con el caos en las rebajas. Los catalanes no han sabido este año si las rebajas comenzaban el 7 de enero, como siempre, o se avanzaban al 2 enero, como en Madrid. De hecho, grupos como Cortefiel, Mango y las grandes marcas internacionales han lanzado sus precios más bajos el 2 de enero, asumiendo que la legislación española prevalece sobre la catalana, recurrida ante el Tribunal Constitucional y en estado de suspensión cautelar.

Este enero, CiU ha visto como se cernía sobre el comercio catalán la tormenta perfecta: preeminencia de la ley española, final de los alquileres de renta antigua, lo que ha dado al traste con buena parte del comercio tradicional; y cambio del modelo de comercio urbano, con mayor protagonismo de las grandes cadenas de moda, tipo Zara, en detrimento del pequeño comercio, que era quien siempre había avalado la restrictiva política de horarios y aperturas de la administración catalana.

Los botiguers habían sido el histórico granero de voto de CiU en los entornos urbanos. Incluso la última ley de comercio catalana hablaba de “trama urbana consolidada”, un concepto que podría tener una traducción en franja electoral.

Este verano ya hubo rebelión a bordo de Inditex y compañía contra la política del alcalde convergente Xavier Trias de aperturas de los domingos. Este invierno abrió fuego Desigual, abriendo un domingo su megatienda en el centro de Barcelona. Es un tipo de comercio con intereses muy alejados de los que siempre había defendido el pujolismo.

Cambio de relato

El especialista en resultados electorales de la UPF, Carles Pont, explica que CiU no perderá voto urbano en las próximas elecciones por este factor. “CiU seguirá siendo muy fuerte en ciudades en los que por tradición ha tenido representación como Barcelona, Girona, Lleida o Manresa”.

Pont asegura que “la solución no es volcarse en el voto rural, puesto que los agricultores sólo suponen el 4% del censo” y considera que “lo que hará CiU es construir un relato más centrado en el soberanismo y menos en cuestiones clientelares, más focalizados en el eje nacional que en el eje social”.

Caos en las rebajas

El caos en las rebajas este año ha sido muy mal recibido por los comerciantes tradicionales. El secretario general del Confederación de Comercio de Cataluña, Miguel Ángel Fraile, ha destacado que grupos como El Corte Inglés han respetado el inicio de rebajas catalán el día 7 de enero. Por su parte, Antoni Furest, de la casa Furest, ha advertido de que tendrán que replantearse la rebajas de julio, amenazando con una guerra de avance de aperturas.

Este cambio social no es de ahora. Se ha gestado en los últimos años. Pero se ha hecho patente en las rebajas de esta temporada de rebajas. Justo cuando se especula con un avance electoral de Artur Mas convocando autonómicas esta primavera.

Está semana de rebajas se ha visualizado lo que en los cuarteles de CDC de la calle Còrsega se percibía desde hace cuatro años, según señalan fuentes políticas de esta formación: que un nicho de votos convergente en la ciudades, el de los pequeños comerciantes, los botiguers, estaba de capa caída. El granero de votos urbanos que suponía este colectivo social perdía su sentido y junto con él la clientelar política comercial de la Generalitat. La culpa, muy lejos de Cataluña: en concreto en Galicia, donde Amancio Ortega y sus competidores han cambiado el mapa del comercio español y catalán.

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