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El bloque independentista catalán revienta entre los reproches de todos sus miembros
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ICV CARGA CONTRA CIU Y ERC POR SU ‘MERCADEO’

El bloque independentista catalán revienta entre los reproches de todos sus miembros

La pugna entre CiU y ERC sobre cuál debe ser la hoja de ruta del proceso en los próximos meses ha cansado (y enfadado) a sus compañeros de viaje, ICV y la CUP

Foto: El presidente de la Generalitat, Artur Mas, conversa con el lehendakari, Iñigo Urkullu. (EFE)
El presidente de la Generalitat, Artur Mas, conversa con el lehendakari, Iñigo Urkullu. (EFE)

El bloque independentista catalán está ya más que roto. Está reventado completamente. La pugna entre Convergència i Unió (CiU) y Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) sobre cuál debe ser la hoja de ruta del proceso en los próximos meses ha cansado (y enfadado) definitivamente a sus compañeros de viaje, ICV y la CUP. Este fin de semana, el presidente catalán, Artur Mas, se reunió con el líder republicano, Oriol Junqueras, además de con la presidenta de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), Carme Forcadell, con la presidenta de Òmnium Cultural, Muriel Casals, y con el presidente de la Asociación de Municipios por la Independencia (AMI), Josep Maria Vila d’Abadal.

Dos días después de estos encuentros, diputados y senadores de CiU se han presentado en los juzgados para autoinculparse por haber organizado el 9-N, hechos por los que están ya imputados por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) el propio Mas, la vicepresidenta Joana Ortega y la consejera de Educación, Irene Rigau. A instancias de la ANC, también han ido acudiendo, con cuentagotas, otros ciudadanos al juzgado para realizar la misma confesión: “Somos tan culpables como ellos de poner las urnas. Nosotros votamos, por lo tanto somos colaboradores de ese delito democrático”, señaló Àlex Ribó, responsable de la sectorial de Exteriores de la ANC. Toda una declaración de intenciones que parece emergida de las consignas de la reunión del sábado.

Sin embargo, el propio portavoz del Gobierno, Francesc Homs, reconoció que los contactos del fin de semana hay que enmarcarlos dentro de la más estricta normalidad. O sea, nada de ir a recibir consignas, aunque a nadie se le escapa que los representantes de ICV y de la CUP ya no pertenecen al círculo “íntimo” de Artur Mas.

A este desmembramiento del frente soberanista hay que añadir los intentos del president para que Esquerra o el PSC apoyen sus presupuestos para 2015. Los socialistas exigen cambios profundos en las prioridades de los mismos y los republicanos quieren el compromiso de que se convoquen ya elecciones “plebiscitarias” para culminar el proceso independentista. Por tanto, muchos de los movimientos de la partida catalana hay que leerlos en clave presupuestaria. Si tú me das, yo te doy. Y Esquerra sólo quiere una fecha para las elecciones, sabedora de que puede ganarlas, y trata de presionar todo lo posible a Mas.

De ahí que Josep Vendrell, secretario general de ICV, explotase ayer y acusase a CiU y ERC de convertir el debate de los presupuestos en un “objeto de mercadeo” y el proceso nacional en una “subasta”. Vendrell aseguró que “los términos de la subasta han sido: ‘Yo te doy apoyo para gobernar y a tus recortes a cambio de una fecha y una pregunta’. En estos momentos, nos encontramos en el ‘ahora te doy apoyo si hay elecciones plebiscitarias’. Y Mas que responde que no las convocará sin lista unitaria y en que ‘te voto los presupuestos a cambio de devolver la paga extra a los funcionarios’”.

Un Gobierno lastrado y dividido

Para el dirigente ecosocialista, esa no es la manera de hacer política. “Las elecciones se han de convocar porque nos encontramos con un Gobierno agotado y fracasado”. Y ello en una Cataluña en situación “muy grave” debido a una triple crisis: económica, social y nacional. “No hay una mayoría parlamentaria sólida de Gobierno para hacer frente a la emergencia social y democrática. Tenemos un Gobierno lastrado por la corrupción, no sabemos si se aprobarán los presupuestos y tenemos en el Gobierno a dos fuerzas políticas [CiU y ERC, aunque los republicanos no han formado parte del Ejecutivo, limitándose sólo a apoyar a los convergentes] que ni tan sólo comparten estrategia, ni proyecto, ni con qué condiciones se han de convocar o no las elecciones”.

Y mientras CiU y Esquerra se dedican a realizar movimientos tacticistas especulando sobre el adelanto de elecciones y sobre cómo concurrir a las mismas, “se han incrementado notablemente los parados de larga duración, Cataluña tiene el récord de desahucios, el crecimiento de las desigualdades es exponencial y una cuarta parte de la población vive en situación de riesgo de pobreza o de exclusión social”. A todo ello, se le añade ahora la “crisis profunda de relaciones entre Cataluña y el Estado puesta de manifiesto con el 9-N”.

Paralelamente, la CUP da también por finiquitada la luna de miel con el bloque soberanista y negocia una candidatura conjunta con Procés Constituent, la formación que lideran Arcadi Oliveres y la monja Teresa Forcades. Y aunque el diputado David Fernández (CUP) había anunciado ya un acuerdo para ir los dos en una única candidatura, fue Procés Constituent quien lo desmintió públicamente, reconociendo que no sólo mantiene conversaciones con la CUP, sino con otras fuerzas como ICV o Guanyem, el grupo que lidera Ada Colau y que, a su vez, mantiene los puentes tendidos con Podemos.

Adiós al plan de Mas

Ante ello, Artur Mas puede despedirse de su ansiada lista unitaria independentista que se había ofrecido a liderar. Visto lo visto, la lista unitaria de Artur Mas sería sólo una coalición de Convergència con Esquerra. Y luego, ICV iría por su parte y la CUP, por otra. Ante ello, cobra fuerza la propuesta de Junqueras sobre acudir cada uno bajo sus propias siglas pero con un lema común. Quien sale perdiendo es Artur Mas, ya que los sondeos le pronostican una bajada de hasta 18 escaños, quedándose a la par con ERC. Y eso podría privarle del sillón presidencial en la próxima legislatura, lo que significaría, de rebote, su funeral político, puesto que habría cogido un partido con 62 escaños en el 2010 y con su apuesta por la independencia lo habría dejado en la mitad en el 2015. Una debacle que sus compañeros de formación no están dispuestos a perdonarle.

De ahí que su estrategia sea la de ir dejando pasar el tiempo para que CiU se recupere (de hecho, en los últimos meses ha ganado posiciones, ya que hubo momentos en que se quedaba a una decena de escaños de Esquerra). A Mas no le interesan, en estos momentos, unas elecciones anticipadas a no ser que sepa que va a repetir mandato. Por tanto, irá negociando separadamente con cada uno de los interlocutores soberanistas por un lado y luego incluirá en su ronda de contactos a los socialistas para saber si puede contar con ellos para aprobar sus presupuestos. Y mientras, pueden llegar las elecciones municipales en primavera y, en otoño, las generales. De hecho, el calendario juega a su favor, puesto que entre elección y elección han de transcurrir unos plazos legales previstos en la ley. Lo único que ha de controlar es que Esquerra y la ANC no le saquen la gente a la calle cada fin de semana exigiendo elecciones anticipadas.

El bloque independentista catalán está ya más que roto. Está reventado completamente. La pugna entre Convergència i Unió (CiU) y Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) sobre cuál debe ser la hoja de ruta del proceso en los próximos meses ha cansado (y enfadado) definitivamente a sus compañeros de viaje, ICV y la CUP. Este fin de semana, el presidente catalán, Artur Mas, se reunió con el líder republicano, Oriol Junqueras, además de con la presidenta de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), Carme Forcadell, con la presidenta de Òmnium Cultural, Muriel Casals, y con el presidente de la Asociación de Municipios por la Independencia (AMI), Josep Maria Vila d’Abadal.

Artur Mas Oriol Junqueras Joana Ortega Esquerra Republicana de Catalunya (ERC)
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