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El Govern se apropia ahora de la paternidad de Fernando el Católico en una web oficial
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LAS CONQUISTAS DE JAIME I, EN NOMBRE DE CATALUÑA

El Govern se apropia ahora de la paternidad de Fernando el Católico en una web oficial

La historia de Cataluña se ha tornado en la más versátil de la humanidad, con sorprendentes teorías jaleadas incluso desde altas instancias políticas y administrativas

Foto: El presidente de la Generalitat, Artur Mas, ante la tumba de Francesc Macià. (EFE)
El presidente de la Generalitat, Artur Mas, ante la tumba de Francesc Macià. (EFE)

“Yo tengo una historia, pero si no le gusta, la cambio y me quedo tan ancho”. Ésta es la frase que más se ajusta a la realidad de la Nueva Historia, el movimiento que en los últimos años trata de reescribir la historia de Cataluña adoptando incluso algunas teorías estrafalarias. De este modo, la historia de Cataluña se ha tornado en los últimos años en la historia más versátil de la humanidad, con sorprendentes teorías jaleadas incluso desde las altas instancias políticas y administrativas. Todo en aras de la búsqueda del hecho diferencial que le permita demostrar ante el mundo su notable diferencia con el resto de España.

Lo cierto, sin embargo, es que hasta ahora, eran organismos más o menos privados o instituciones civiles quienes se habían dedicado, los últimos cuatro años, a reinventar la historia de Cataluña reclamando la nacionalidad para los personajes históricos más diversos (Cristóbal Colón, Teresa de Jesús, Miguel de Cervantes, Miguel Servet, Erasmo de Rotterdam – algunos pseudohistoriadores afirman que era hijo de Colón– e incluso Leonardo da Vinci) o inventando curiosas teorías de una gran conspiración española que birló a los catalanes los méritos de, entre otras cosas, el descubrimiento de América.

Pero la reinvención ha llegado ya a las instituciones oficiales, como la propia Generalitat. El virus de la historititis catalana (recordemos que el mismísimo Jordi Pujol llegó a felicitar por escrito a los impulsores de las teorías conspiratorias) se ha incrustado ya en la Administración. Se sabe que un pueblo sin memoria está condenado al olvido. Y por eso debe haber cabezas pensantes que consideran que mejor recordar algo, aunque no se ajuste a la verdad, que estar condenados a no ser recordados por las generaciones siguientes.

Hay pruebas concluyentes, como los textos oficiales del Gobierno de la Generalitat, que preside Artur Mas: “Unidos dinásticamente con el vecino Reino de Aragón en el siglo XIII, los catalanes se convirtieron en una de las grandes potencias militares del Mediterráneo occidental: el rey Jaime I conquistó Mallorca y Valencia –hasta el momento bajo dominio musulmán– y sus herederos llegaron a ser soberanos de Cerdeña, Nápoles y Sicilia. El esplendor político, cultural y comercial de Cataluña sur ante la Edad Media culminó con la boda de Fernando II de Cataluña y Aragón con la reina Isabel I de Castilla, en 1469”.

No lo dice un cualquiera, sino el mismísimo Consejo de la Diplomacia Pública de Cataluña, el Diplocat, un organismo que se encarga de vender Cataluña en el mundo y que ha contratado al think tank Independent Diplomat para encontrar aliados que respalden la independencia internacionalmente. Su máxima, que Cataluña ha sido siempre una nación independiente y que actualmente está sojuzgada al Estado Español.

Dos grandes mentiras

No han de extrañar, pues, las dos grandes mentiras introducidas en un pequeño párrafo con el que tratan de convencer al mundo entero de los méritos de Cataluña. Porque lo que el texto da a entender es que el Conquistador era rey de Cataluña y, como tal, conquistó Valencia y Mallorca, lo que no deja de ser una severa distorsión de la historia. Para empezar, Jaime I jamás fue rey de Cataluña, sino de Aragón.

Nacido en Montpellier, sus títulos eran rey de Aragón, de Valencia y de Mallorca, conde de Barcelona, conde de Urgell y señor de Montpellier. Claro que los independentistas también reclaman esta ciudad como integrante de la “Cataluña Norte”, que abarca varios departamentos del sur de Francia. Es cierto, sin embargo, que fue considerado rey en unas cortes que aragoneses y catalanes celebraron en Lérida en 1218, en las que fue declarado mayor de edad cuando sólo tenía 10 años.

Algunos historiadores aragoneses, sin embargo, le echan en cara su poca determinación al fijar fronteras, ya que estableció la frontera entre Cataluña y Aragón en el Cinca, renunciando a que Lérida formase parte de las posesiones aragonesas, así como la separación definitiva de estos dos territorios que comenzaron a tener derechos diferentes e incluso Cortes diferentes, sentando las bases de lo que se podría considerar como la verdadera Generalitat como órgano político. También cedió a los reyes franceses los dominios de la Occitania a cambio de que renunciasen a anexionarse territorios por debajo de los Pirineos.

El otro gran gazapo del párrafo es la denominación de Fernando II de Cataluña a Fernando el Católico, también con los títulos de rey de Aragón, Castilla, Sicilia y Nápoles. Nacido en Sos del Rey Católico, sí que mantenía el título de duque de Montblanc. Pero de ahí a Rey de Cataluña media un abismo.

“Yo tengo una historia, pero si no le gusta, la cambio y me quedo tan ancho”. Ésta es la frase que más se ajusta a la realidad de la Nueva Historia, el movimiento que en los últimos años trata de reescribir la historia de Cataluña adoptando incluso algunas teorías estrafalarias. De este modo, la historia de Cataluña se ha tornado en los últimos años en la historia más versátil de la humanidad, con sorprendentes teorías jaleadas incluso desde las altas instancias políticas y administrativas. Todo en aras de la búsqueda del hecho diferencial que le permita demostrar ante el mundo su notable diferencia con el resto de España.

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