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La sociedad civil catalana mueve ficha para alertar de los riesgos de la separación
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La sociedad civil catalana mueve ficha para alertar de los riesgos de la separación

Empresaris de Catalunya, es un lobby que agrupa a 250 pequeñas empresas; la Asociación Ana Girón, se dedicará a promocionar el castellano en Cataluña

Foto: Manifestantes que defienden la convivencia de España y Cataluña. (Efe)
Manifestantes que defienden la convivencia de España y Cataluña. (Efe)

Algo se mueve en la sociedad catalana. Pero algo para contrarrestar la marea amarilla del independentismo (ése es el color con el que se distinguen las grandes movilizaciones de la Asamblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural). En los últimos días, se han puesto en marcha dos asociaciones para reivindicar la no ruptura con España y alertar de los peligros de la separación.

En el ámbito económico, la creación de la asociación de Empresaris de Catalunya (EC), un lobby que agrupa a unas 250 medianas y pequeñas empresas. En el ámbito cultural, la puesta de largo en sociedad de la Asociación Ana Girón, dedicada a la “promoción, difusión y conocimiento de la cultura en lengua castellana en Cataluña”.

La asociación de empresarios nace “para dar voz a los empresarios y profesionales de la empresa que deseamos alertar de las consecuencias negativas que traería el proceso secesionista catalán para la actividad económica de Cataluña y, en consecuencia, para todos y cada uno de los catalanes”, dice el manifiesto fundacional de este lobby, que se puso en marcha hace dos semanas.

Lo que piden los empresarios adheridos a EC es que se reflexione sobre algunas consecuencias de la independencia. Entre otras cosas, pone sobre el tapete cuestiones que los secesionistas se niegan a plantear. Por ejemplo: “¿Volverían las fronteras, las aduanas y la aplicación de aranceles con los demás países de la UE?”. ¿Cuántos países de la UE nos podrían el veto al ingreso como nuevo miembro? ¿Cuánto costarían las nuevas estructuras del nuevo Estado? ¿De dónde se obtendrían los recursos precisos para financiar las estructuras del nuevo Estado? ¿Cuánto deberían subir los impuestos ¿Con qué deuda pública inicial arrancaría el nuevo Estado separado?

¿Qué moneda tendríamos y qué paridad con respecto al euro? ¿Nos mantendríamos en una moneda sobre la que no tendríamos ninguna influencia? ¿Quién invertiría aquí? ¿Cuántas empresas optarían por la deslocalización fuera del nuevo Estado? ¿Quién garantizaría el pago de las pensiones a los jubilados, desempleados o incapacitados a partir del primer mes de la secesión? ¿Con qué fondos? ¿Subirían o bajarían las cotizaciones sociales?”.

Ante ello, el lobby empresarial reclama que el Gobierno de la Generalitat “no puede ni debe abandonar los principios de legalidad y neutralidad, si no nos quiere llevar a un gravísimo callejón sin salida”. Critica también que la actitud del Ejecutivo de Artur Mas perjudica las relaciones de las empresas catalanas con sus clientes, proveedores, fuentes financieras, inversores y socios del resto de España, “los cuales contemplan con preocupación y estupor la evolución del este proceso secesionista”. Por si fuera poco, alertan que la secesión dejaría a Cataluña aislada del resto de España y de Europa, sería expulsada de todos los foros comunitarios y “los graves problemas de financiación de las empresas catalanas se acrecentarían”.

Y acaba con un llamamiento de mayor calado. “Es necesario frenar la creciente confrontación en la vida diaria generada en el seno de la sociedad por el proceso secesionista que se ha trasladado también a las empresas, con las consecuencias económicas y sociales que afectan negativamente ala convivencia y a la competitividad”. De ahí que defiendan que “el papel de Cataluña debe ser el de ponerse al frente de la economía y la política españolas con generosidad y responsabilidad (…) A los catalanes nos ha ido muy bien en España, como lo demuestra el papel principal que tenemos aquí y en Europa. Por ello, ése que es nuestro presente debe ser también nuestro futuro”.

Una asociación no política

La asociación Ana Girón, por su parte, toma el nombre de una dama valenciana del siglo XVI, esposa del poeta barcelonés Juan Boscán, gran amigo de Garcilaso de la Vega. “Consideramos que doña Ana Girón fue precursora en la promoción de la literatura en lengua castellana en Cataluña, objeto coincidente con los fines de esta asociación, que pretende la puesta en valor de la cultura en lengua castellana como patrimonio de la sociedad catalana”, dice la asociación en su presentación.

Jordi Martínez, vicepresidente de la entidad, señala a El Confidencial que ésta “nace para reivindicar el valor de la cultura hecha desde Cataluña en castellano. El castellano, como lengua, forma parte de nuestro acervo cultural, es un elemento intrínseco de la cultura catalana”.

Martínez niega cualquier connotación política de la asociación. “Lo único que hacemos es promoción de la cultura. Intentamos aportar un elemento positivo, constructivo. Y el castellano forma parte del día a día de la sociedad catalana. Consideramos que éste es el momento de hablar de la cultura en lengua castellana sin perjuicio de que se haga desde aquí. La Asociación sólo promoverá la cultura en mayúsculas y la cultura en lengua castellana en particular”.

No le falta razón: grandes escritores como Eduardo Mendoza, Juan Marsé, Ana María Matute. Mercedes Salisachs, Enrique Vila-Matas, Manuel Vázquez Montalbán, han sido sistemáticamente excluidos del nomenclator oficial de la Generalitat. Se han borrado de un plumazo sus nombres porque no escriben en catalán. Incluso Juan Goytisolo, reciente Premio Miguel de Cervantes de las Letras, ha sido olvidado sistemáticamente por el Gobierno autonómico. La asociación no ha contactado con ninguno, pero en su agenda está la celebración de conferencias, cursos en colegios y universidades y charlas culturales en centros sociales, por lo que en algún momento puntual les pedirán alguna colaboración. Eso sí, todo “lejos de cualquier connotación política”.

Algo se mueve en la sociedad catalana. Pero algo para contrarrestar la marea amarilla del independentismo (ése es el color con el que se distinguen las grandes movilizaciones de la Asamblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural). En los últimos días, se han puesto en marcha dos asociaciones para reivindicar la no ruptura con España y alertar de los peligros de la separación.

Artur Mas
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