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Disciplina gallega para los políticos catalanes
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EL ‘LOBBY’ GALLEGO VISTE SU GALA DE 'UNIONISMO'

Disciplina gallega para los políticos catalanes

Varios dirigentes de Convergència Democràtica de Catalunya que acudieron a la cena de gala de Aegaca recibieron buena dosis de disciplina gallega

Allí estaban el expresident Jordi Pujol con su esposa, Marta Ferrusola, su hijo Oriol Pujol Ferrusola, el alcalde barcelonés, Xavier Trias, y el consejero de Empresa y Empleo, Felip Puig, que había acudido en representación del president Artur Mas, que a la misma hora clausuraba la cena anual del Colegio de Graduados Sociales. Todos recibieron una sesión exprés de disciplina, porque ya tiene mérito que, estando quien estaba, en toda la noche no se hablase, oh Dios, del 9 de noviembre, del referéndum o de la independencia. Milagro. Los temas estrella fueron barridos literalmente de las conversaciones. Y no sólo eso: hubo un masivo llamamiento al diálogo, a la concordia, a la sensatez, a la solidaridad y a la integración.

Fue una velada en la que se puso de manifiesto el poderío del clan empresarial gallego, un lobby a tener muy en cuenta. Tuvo lugar en el Gran Marina, propiedad de Hotusa, cuyo presidente, Amancio López, ejerció de buen anfitrión. La cena siempre se celebra en un establecimiento de un empresario de la tierra, faltaría más. Hubo aperitivo por todo lo alto en la terraza del hotel, con espléndidas vistas sobre el puerto, el Maremágnum y la ciudad entera.

El de Aegaca es, sin lugar a dudas, el mejor aperitivo de Barcelona. Y este año no decepcionó, porque había cortezas de porco celta y polvo de setas, ostras gallegas al natural, arroz de cigala, nécoras rellenas, brochetas de buey gallego, callos con garbanzos, raxo, marisco cocido, xoubas (sardinillas), lacón, embutidos de la tierra, conservas, crujiente de arroz con algas del Atlántico y, sobre todo, estación de quesos gallegos y estación de pulpo á feira para avanzarse a la famosa fiesta del pulpo que tendrá lugar en una semana en O Carballiño. Soberbio. Al margen, surtido de empanadas y una treintena de vinos gallegos para degustar.

Por la terraza se dejaron ver desde el madrugador Jordi Pujol y esposa hasta la presidenta del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho, y su secretario general, Jordi Cornet. La lideresa se adelantó un poco al presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo y a la ministra de Fomento, Ana Pastor. Y luego fue la hacedora de una foto para la posteridad: Ana Pastor, Alberto Núñez y el matrimonio Pujol posaron, mar de fondo, para los fotógrafos. Y lo de mar de fondo, evidentemente, en todos sus amplios sentidos.

También aparecieron por allí el secretario general de Ciutadans, Matías Alonso, y señora; el general de la Guardia Civil, Ángel Gonzalo; el conselleiro de Industria, Francisco Conde; el empresario José Antonio Castro; el director de la Oficina Antifraude de Cataluña, Daniel de Alfonso; el alma máter del Barcelona Meeting Point, Enrique Lacalle; o el presidente del Círculo de Economía, Antón Costas, también gallego.

El discurso del maestro

Luego, la comida, trufada de entrega de premios y discursos de premiados. Canelón de centolla de A Coruña con salpicón y sopita refrescante de manzanas de Chantada (regado con Abadía de San Campio), colita de rape con crema de coliflor de Melide y migas de pan de San Cristovo de Cea (regado con Terras Gauda) y solomillo de ternera vianesa, bombón de queso de Arzúa-Ulloa, trigo y salsa de vino Mencía (regado con Vía Romana). En ésas, Felip Puig fue encajonado entre Núñez Feijóo y Antón Costas mientras Ana Pastor, enfrente, disfrutaba de la velada entre Amancio López y Xavier Trias.

Pero lo bueno estaba por llegar. Aegaca reparte cada año seis galardones a la excelencia en los campos de Comunicación, Ciencias y Medicina, Empresa, Ciencias Políticas, Artes y Deportes. Los premios recayeron respectivamente en Luis del Olmo, Pablo Villoslada, Roberto Tojeiro, Emilio Pérez Touriño, Francisco Leiro y Alejandro Blanco.

Abrió el baño de disciplina gallega el veterano Luis del Olmo con un discurso que tenía pinta de testamento político, dicho sea con todos los respetos y sin ningún trasfondo necrológico. Lo cierto es que no es gallego, sino del Bierzo, aunque está casado con una gallega de socarrel y siempre ha mostrado su cariño por la tierra. Ya lo dijo en su alocución: “Galicia la huerta y Ponferrada la puerta”.

No hacía falta leer entre líneas su discurso, porque fue claro y directo. “La crisis de valores nos lleva a ser cicateros y, a veces, estrechos de miras”, aseguró. Y comenzó con una retahíla de consejos. “Sería interesante convertir el mundo en un pañuelo y el país en un barrio”, subrayó en un momento dado. Y la traca final: “Vivimos en unos tiempos en que estamos obligados a aprobar la asignatura pendiente del universalismo. Es hora de estrechar aún más los vínculos que nos hermanan. Que las discrepancias no sirvan para disgregarnos, sino para complementarnos”. Incluso Jordi Pujol y Felip Puig le aplaudieron.

La lección de Castelao y Espriu

Eso no fue nada. Tras él fueron los otros premiados los que siguieron aplicando la disciplina gallega a los soberanistas. Alejandro Blanco, presidente del COE, ourensano de pro y excelente en la categoría de Deportes, puso su granito de arena: “Hemos de contar con el ayer y el hoy, pero pensando en el futuro, y que Galicia, Cataluña y España sean cada vez , más solidarias, más justas, más sociales y, porqué no, más deportivas. Ése es el mejor premio a la excelencia”.

Emilio Pérez Touriño, expresidente de la Xunta y premio en Ciencias Políticas, no se quedó atrás. Recordó las colaboraciones del Gobierno central y de la Generalitat para urbanizar Barcelona con motivo de los Juegos Olímpicos y terminó citando a Castelao y a Espriu. Decía el gallego que “Galicia tan sólo recuperará su identidad plena con la unión fraternal con los pueblos de España” y subrayó luego las tesis del catalán que se refería a unión y libertad para “iluminar el futuro compartido de Cataluña, Galicia y España”.

El actual presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, recordó una anécdota de hace unos tres años, cuando Jordi Pujol acudió a Galicia invitado por la Asociación Española de Ferretería ('Y qué haría el señor Pujol para ser invitado por los ferrateros españoles', se preguntó en voz alta). “Dijo que España era un Ferrari que iba a demasiada velocidad y había tenido un accidente. También hizo algunos comentarios sobre el conductor del Ferrari que hoy no toca comentar. Pero dijo que con motivo de ese grave accidente, España estaría en la UCI muchos años. Pues bueno, yo creo que a España ya le han sacado los respiradores y ya la han pasado a planta. Y espero que en otoño del 2016, cuando acabe mi mandato, ya le hayan dado el alta, aunque las secuelas del accidente siempre queden. Estoy convencido de que esto es lo que quiere el pueblo de Cataluña, el pueblo gallego y España entera”.

Incluso Julio Fernández, presidente de Aegaca y de la multinacional Filmax, puso su granito de arena. “Los hombres no viven juntos porque sí, sino para acometer grandes empresas”, avanzó. Y luego recordó que “el concepto de integración juega un papel fundamental”. Se refería a la integración social del gallego allá donde va. Pero la integración en ese momento llevaba también implícitamente otro concepto de integración. Un poco más adelante, lo dejó caer el avispado Fernández: “Es la necesidad de sentirnos gallegos y catalanes al mismo tiempo. Nosotros hemos creado empresas y nos han respetado. Por eso podemos navegar junto a otros empresarios y seguir creando riqueza”. Lógico. De empresario a empresario: ¿Quién le va a toser al mandamás de una de las mayores multinacionales del mundo del cine?.

Poco antes, el presidente de Aegaca señalaba a El Confidencial que esta cita es “anual y obligatoria para el empresariado gallego. Es la cita que los gallegos del movimiento de la confianza tienen cada año. Y subrayo lo del concepto de movimiento de la confianza, porque eso es lo que nos une a todos los gallegos del mundo, estemos donde estemos”.

La traca de Ana Pastor

La traca final fue para la ministra de Fomento, Ana Pastor, gallega ejerciente donde las haya. “Fijaos que Galicia y Cataluña están en dos partes opuestas de un mapa, pero si el mapa se dobla, estas dos partes se unen. Hay muchas cosas que nos unen. Y son tantas que debemos seguir hablando para entendernos. Hay que tender siempre puentes. Y tenemos muchas cosas que nos unen y muchos objetivos comunes”, reiteró.

Ante tanta avalancha de consejos y disciplina gallega, Puig subió al estrado y prometió (por una noche) no hablar de Cataluña, aunque comenzó agradeciendo a los empresarios gallegos “vuestra aportación a nuestro proyecto de país”. Desveló que la mesa presidencial, con los compañeros que tenía al lado, sólo habló de “la unidad oficial… horaria. En Galicia, esta unidad horaria tiene un punto de ruptura por su similitud con el huso horario portugués. Y desde el punto de vista vital, estos husos tienen otro recorrido”. Enumeró las virtudes de los empresarios gallegos y luego los valores de los catalanes: “El sistema de valores de nuestro pueblo tiene el respeto a la diversidad, la solidaridad, la integración y la construcción de un solo pueblo”. Agradeció la integración de los gallegos y confió en que “podamos salir pronto de esta situación”. Menos críptico fue Xavier Trias, que aseguró que “nos han desentubado de golpe y no debemos cometer los errores del pasado. No nos desmoralicemos. El camino es largo y difícil. Pero si nos respetamos todos y somos capaces de entendernos y de entender las realidades, saldremos adelante”.

Pasadas las dos de la madrugada, tras tantos parlamentos, los más de 200 invitados comenzaron a marcharse. Los más osados, podían incluso degustar antes otra delicatessen: un combinado de Nordés, una ginebra gallega con base de albariño y ocho hierbas aromáticas. “Dicen que unos estudiantes tenían la idea de esta ginebra y se la ofrecieron a Pablo Isla cuando se fue de Inditex, que no lo dudó y se la compró. Ha sido un éxito total”, explica Carlos Fernández, consejero delegado de Filmax.

Pero también había los corros de salutaciones y hermandad que se suelen dar tras una fiesta de este calibre. Y Núñez Feijóo, que ya había dejado caer la fama que tienen los gallegos de trasnochadores, no pudo resistirse a ejercer de tal. De gallego, claro… y de trasnochador: fue de los últimos en abandonar. Casi le toca apagar la luz.

Allí estaban el expresident Jordi Pujol con su esposa, Marta Ferrusola, su hijo Oriol Pujol Ferrusola, el alcalde barcelonés, Xavier Trias, y el consejero de Empresa y Empleo, Felip Puig, que había acudido en representación del president Artur Mas, que a la misma hora clausuraba la cena anual del Colegio de Graduados Sociales. Todos recibieron una sesión exprés de disciplina, porque ya tiene mérito que, estando quien estaba, en toda la noche no se hablase, oh Dios, del 9 de noviembre, del referéndum o de la independencia. Milagro. Los temas estrella fueron barridos literalmente de las conversaciones. Y no sólo eso: hubo un masivo llamamiento al diálogo, a la concordia, a la sensatez, a la solidaridad y a la integración.

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